Corrupción y silencio: cómo Mallorca se convirtió en la "Sicilia sin muertos"
- El periodista Agustín Pery publica una novela que describe un universo lleno de deudas, chantajes y poder que tiene su reflejo en la vida real.
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Las raíces de la corrupción se extienden como la mala hierba. El olor a podredumbre es cada vez más intenso y percibido por la sociedad a pesar de la connivencia imperante entre los jerarcas del poder. Pero el perfume de su ambientador se ha quedado inservible para ocultar tanta suciedad. Es este un mundo en el que se entra y ya no se sale; la droga de la autoridad, la lluvia de dinero, pero también las deudas y los favores, atrapan a sus víctimas y tapian cualquier escapatoria posible.
En los últimos años, un torrente de casos de corrupción han explotado en España e invadido las informaciones vertidas por los medios de comunicación. Y a Agustín Pery le ha tocado trabajar en alguno de los más sonados que afectaron a la isla de Mallorca. El periodista regresa ahora a ese universo con la publicación de su primera novela, Moscas (Pepitas), un retrato de los vicios del poder, de las artimañas de los políticos y los empresarios para inflar contratos y concesiones, de sus brindis a costa de las miserias del ciudadano de a pie.
Pery define todo esto como una "epidemia corrosiva" que se ha agigantado pero que al mismo tiempo ha servido para despertar el espíritu crítico de la sociedad: su umbral de tolerancia ante los excesos y los pelotazos ha disminuido. "Quería dar cuenta de algo que me obsesiona: el sobrecoste de la corrupción", explica Pery a este periódico. "Y mi objetivo era transmitir esa metástasis del alma: o eres muy intolerante con la corrupción o acabas chapoteando en ella".
Y el periodismo de investigación es una de las principales armas para combatir esta lacra. La novela arranca con el asesinato de un reportero incómodo, "tocagüevos", uno de esos que escarba en las relaciones que huelen mal. La investigación del crimen le corresponde al inspector Altolaguirre, un agente macarra pero empeñado en extirpar el veneno corrupto que infecta a todos los estamentos de la isla balear, la "Sicilia pero sin muertos": desde la Iglesia hasta la política pasando por los grandes empresarios, la burguesía local, la Policía e incluso los clanes gitanos.
Alguien ha de denunciar las praxis delictivas. "Los periodistas españoles tienen un grado ético que no lo tienen los políticos y los empresarios", opina Pery, que fue director de El Mundo/El Día de Baleares entre 2007 y 2003, en relación a los tentáculos que buscan camelar con regalitos y sobres abultados a los amigotes de la prensa. Pero lo que más le sorprende al autor son aquellos que preguntan por qué lo sacas antes incluso de interesarse por si es cierto lo que publicas.
Y es que plazas como Mallorca, una sociedad relativamente pequeña, donde todos conocen al que se sienta a comer en la mesa de al lado, son el hábitat ideal para la propagación de las prácticas corruptas. "El aislamiento respecto a la Península provoca que sea más fácil tapar las cosas", señala Pery. "Existe una vocación por el secretismo que los corruptos aprovechan porque el sistema y también el nacionalismo —los de fuera vienen a jodernos— lo permiten". Por eso hay que airear la habitación para que no se cuelen las moscas importunas.