La lista de traumas de las princesas Disney es interminable: madres muertas, secuestros, explotación laboral, síndrome de Estocolmo, machismo… lo raro es que no hayan acabado todas locas, porque los guionistas de la compañía se han encargado de machacarlas. Aunque en los últimos años están intentando cambiar el prototipo de mujer que enseñan en sus películas, los personajes femeninos de Disney siempre han sido el ejemplo de mujer sumisa cuya vida gira en encontrar a su príncipe azul, que además normalmente ni se esfuerza lo más mínimo. Que se lo digan a la Bella Durmiente, que acabó casada con un señor al que conoció recién despertada y cuyo único mérito fue aparecer allí para plantarle un beso.
Si Ariel, Rapunzel, Blancanieves y compañía vivieran en el mundo real en la actualidad, serían carne psicólogo para echar fuera todos sus problemas. Sería unas charlas únicas que uno pagaría por escuchar. Con esa premisa nace Jodidas Princesas, la audioserie de Eva Campos que ya se puede escuchar en Storytell. Campos, psicóloga de profesión, tuvo la idea casi como un chiste, y al final ha hecho su propia terapia a las princesas Disney.
Para ello ha vuelto a ver todos los clásicos, y su mirada actual, feminista y adulta le hizo ver las cosas de otra manera. “Es que ahora ves a Blancanieves y dices, pobrecita, es que además de tonta me da hasta pena, porque su vida se basa en que tiene que ser guapa. Las películas tienen una manipulación tremenda, porque nos venden que los héroes son los príncipes, y son señores que no han hecho nada aparte de pasar por ahí y dar un beso. No sé como no tienen la autoestima por los suelos, porque da pena que no hayan hecho nada”, dice con humor la autora.
En su audioserie se habla de muchas cosas. De feminismo, de hombres, de micromachismos, de traumas, de la maternidad, de los padres ausentes, de la presión de las modernas para hacer todo de forma ‘natural’ y también del dolor crónico, una dolencia que afecta a muchas mujeres, aunque la mayor parte de ellas lo calle. Un problema que viene de la presión a la que son sometidas en el día a día: “El 50% de mujeres convivimos con ello. Las mayores aún más. Es algo de lo que no se habla. Está la cultura de ser fuertes, y hablamos mucho pero nos comunicamos poco. Si alguien te pregunta cómo estas ve y dile que muy mal, a ver qué cara se le queda…”.
“Por otro lado tenemos unos baremos de mínimos a los que nos dicen que hay que llegar, yo odio el concepto de resilencia. Te dicen: ‘Tú eres muy fuerte’, y no, yo lo que quiero es ser humana. Es un buenrollismo patológico, esa necesidad de ser siempre felices, de estar contentos. Y si estoy mal. Cuánto daño ha hecho Coelho. No es que ahora haya más dolor, es que ahora se habla más de ello”, añade la psicóloga y autora de la audioserie.
El premio de Cenicienta es un hombre que no ha hecho una mierda, que ni ha salido a buscarla que manda a su tío con el zapato, porque encima es fetichista. Con eso ya sabes que ese tío es un guarro
En ese campo las princesas Disney son “las grandes sufridoras”. “Yo a Cenicienta no puedo odiarla más. Vete de esa casa… Es una mujer sufridora, su padre se casa con otra al año, sus hermanastras la tienen puteada, el padre no hace nada… y cuando él se muere van y la esclavizan, y en vez de pirarse, se queda porque piensa que si se sacrifica, antes o después, acabarán queriéndola. El premio de Cenicienta es un hombre que no ha hecho una mierda, que ni ha salido a buscarla que manda a su tío con el zapato, porque encima es fetichista. Con eso ya sabes que ese tío es un guarro, pero ella acepta porque esa es la fórmula para salir de la miseria. En mi pueblo eso se llama prostitución. Es su premio por haber sido una sacrificada, nos dicen que el sacrificio extremo siempre tiene premio”, critica Eva Campos con ironía.
Por su terapia también pasa Mulán, y también le canta las cuarenta. Normalmente es una de las pocas princesas que se salva de la quema, pero Campos la usa para “redefinir el feminismo correctamente y poner cada cosa en su punto”. “Yo antes trabajaba en una consultoría de recursos humanos de alto nivel, y cuando veía a las directivas pensaba que para conseguir lo mismo han tenido que asumir roles masculinos, la competitividad, la frialdad… veo muchas mujeres jóvenes y me da miedo que crean que para ser igual que un hombre tienen que convertirse en uno. El feminismo es que a mí no me discriminen por ser mujer, que no te discriminen por llorar. Mulán representa este tipo de mujeres que utiliza el feminismo para sacar su rabia contra los hombres”, explica.
Prefiere no mojarse en elegir la mejor princesa Disney, y explica que todas tienen algo y que hay que hacer el ejercicio de ponerse en su piel. “Hasta Brave tiene algo, es esa mujer que cree que se ha pasado de independiente y sigue buscando el amor. Conozco muchas mujeres independientes que han puesto el listón tan alto porque en el fondo creen en el príncipe azul”, zanja. Aunque parece que los discursos y los relatos están evolucionando, Eva Campos no lo tiene tan claro, y pone el ejemplo del éxito de 50 sombras de Grey, a la que describe como “una princesa Disney por con polvos floridos”. El cambio pasa por todos y todas, y también por entender a esas mujeres que una empresa puso como ejemplos.