No hay caso que se le escurra al detective Pepe Carvalho, tampoco la difícil tarea de resucitar. La última noticia que databa de él se remonta a 2004. Ahora despierta desnudo en el Hotel de las Letras, en la Gran Vía de Madrid; enciende la televisión y, cómo no, la espiral infinita del procés, los balcones de Barcelona aderezados con coloridos trozos de tela. "Banderas idiotas, banderas patriotas", lamenta Carvalho.
En ese mismo hotel se hospeda también el escritor Carlos Zanón, el responsable de recoger el testigo del mítico personaje de Manuel Vázquez Montalbán y empujarle a una nueva peripecia. Revive Zanón en Problemas de identidad (Planeta) a Carvalho en una España convulsa, agitada por el nacionalismo. Pero el detective reparte mamporrazos a ambos lados. No es un patriota ni nunca lo será, se siente más cómodo con su perfil de lobo solitario.
Carvalho ha envejecido, se le ha agriado el carácter, es más cínico... pero ha sido capaz de sobrevivir a su creador. Pepe Carvalho existe más allá de Vázquez Montalbán.
Sí, yo creo que sí, pero no por este libro, en general. A veces hay grandes autores que cuando desparecen, a pesar del paso del tiempo, ya no se deja de hablar de ellos o de sus libros. A Vázquez Montalbán se le recuerda mucho, aún está ese tic de qué pensaría él si estuviera aquí, cómo escribiría. Carvalho, su personaje, es uno de los más icónicos de la literatura española, que ha marcado toda la novela negra mediterránea. Eso ha hecho que perviva mucho; es un personaje que, independientemente de este libro, perdurará más allá de su autor y del que se hablará de aquí a cincuenta años. Pepe Carvalho también es una manera de explicar la historia de este país.
El detective se muestra más desencantado y enfermo. ¿Le teme Carvalho a la muerte?
Carvalho no teme a la muerte, teme morir sin haber vivido. Hay un planteamiento en la novela que es: he llegado más o menos aquí pero tal vez me he protegido demasiado, igual me hubiera sido mejor hacerme un poquito más de daño. Tanto a nivel médico como a nivel emocional hay un momento en el que dice: 'Ya no me protejo más, quiero que me pasen cosas'. Tiene miedo a morir mal y a envejecer mal, y eso también estaba en las novelas de Vázquez Montalbán. Le gustaría elegir su manera de morir.
¿Qué le ha dado más vértigo a Carlos Zanón: la propuesta de resucitar a Carvalho o cuando empieza a irrumpir y darle forma a ese mundo?
Miedo no me dio nada. Miedo he sentido cuando quedaban 15 días, el libro iba a salir y no tenías inputs de referencia. Miedo era cómo se iba a recibir una novela con un personaje tan importante para tanta gente. Vértigo, un poco nerviosillo sí.
¿Cómo ha sido capaz de darle verosimilitud a un universo que no era suyo?
La clave fue hacerlo en primera persona. Todas las novelas de Carvalho son en tercera y en el momento en que lo haces en primera ya puedes entrar en muchos más matices del personaje. Luego el artificio ese que yo creé de que Carvalho de hecho era un personaje que existía y en el cual se inspiró Vázquez Montalbán. Con lo cual ya no estaba tan ligado a que tuviera su misma edad, etcétera. Y además era un artificio que planteó Vázquez Montalbán. Cuando llevaba dos novelas empezó en la revista Interviú con unas columnas en las que era él, Vázquez Montalbán, el que hablaba con su vecino, Pepe Carvalho. Eso me permitió tener mucha distancia, ahí podías respetar lo que era considerado inalterable y lo tuyo.
Carvalho no teme a la muerte, teme morir sin haber vivido. Le gustaría elegir su manera de morir
¿En algún momento se ha sentido atado o se ha prohibido algo?
Me sentí con total libertad. Lo único fue que al principio yo no quería hacer que Carvalho cocinara. Como lector, cuando llegaba a las recetas, yo me las saltaba (risas). Pero también era una manera en la que todo el mundo espera al detective gastronómico y pensé: 'Bueno, no lo voy a hacer cocinar porque soy más chulo que nadie'. La editorial me dijo que eso era un signo de identidad y yo también me di cuenta de que es mucho más importante de lo que parece a priori. Al contrario que los anglosajones que comen fatal y beben whisky, aquí la gente se sienta, come... Es capaz de ser cínico pero a la vez disfrutar de los placeres de la vida.
¿Qué resulta más difícil como escritor: crear un mundo nuevo, uno completo desde cero; o crear sobre un mundo ya creado?
Es más complicado crear de cero un mundo. Lo que tenía con Carvalho era un marco geográfico. En esta ocasión yo tenía un detective que tiene que resolver casos. Es más complicado cuando tienes que levantar la novela desde el suelo.
Problemas de identidad tiene Pepe Carvalho, pero también su ciudad, Barcelona, y toda España en el momento en el que está ambientada la novela.
Una de las cosas que caracterizaban a las novelas de Carvalho era la mirada que hacían de su entorno. Yo no podía hacer una novela de Carvalho y obviar lo que estaba pasando; tenía que entrar a eso, tenía que mirar. Vázquez Montalbán era un periodista de raza y tenía un olfato prodigioso para captar los temas del momento. Yo no soy un periodista ni de raza ni de otra manera. Ese no era mi fuerte pero evidentemente tenía que mirar; y era un momento en el cual todo el mundo parecía tener problemas de identidad, todo el mundo parecía replantearse quién era: la sociedad, Cataluña, Barcelona, España y el personaje. Pensé que estaba bien poner muchos espejos y que todo el mundo se mirara. Lo que hice fue que diferentes personajes den su punto de vista sobre lo que estaba pasando [la novela transita hasta los atentados del 17-A]. Había una sensación de que nadie sabía lo que iba a pasar y he intentado reflejar ese momento concreto.
¿Cómo reacciona Carvalho a ese a ese auge del independentismo?
Carvalho no es un patriota, nunca lo ha sido. En alguna novela de Vázquez Montalbán dice que por no tener no tiene ni compatriotas. Se mueve ahí, no tiene banderas. Su lealtad es con su tribu y con algún código. Él se encuentra en una colisión de maneras de ver, de sentir identitario, de la patria. Él da golpes para los dos lados, a los unos y a los otros. No le gusta lo que está pasando, pero es un lobo solitario. Es un personaje que viene del western, del pistolero, de Rick de Casablanca; personajes que están en medio de nada y son una isla.
Un pistolero que dispara a los dos lados pero que deja entrever que quiere que la gente decida.
Está a favor de que la gente se exprese. La única manera que tenemos de entendernos es explicarnos y escuchar al otro aunque el otro diga cosas con las que no está de acuerdo. Él estaría por ahí porque no es amigo de la violencias. Pero vamos, Carvalho no se moja ni en un sentido ni en otro.
Carvalho también describe Barcelona como una ciudad de "banderas y banderas en balcones y solapas". ¿Es alérgico a todo tipo de nacionalismo?
Sí, sí. Carvalho no es en absoluto un patriota. El personaje es así y no se podía cambiar. De hecho la relación con la ciudad es 'estoy aquí', no es 'pertenezco aquí'. Ahora cuesta mucho ese punto de vista, de alguien que dice que no le interesan las banderas ni definirse. Ahora parece que todos tenemos que tener claro eso. Él es una persona que nunca se definiría en ese sentido, aunque evidentemente no es belga.
¿Pero él se identifica con algo?
Con su tribu, su gente. Es leal a los suyos y tiene un concepto de lo que es la justicia. No le gustan los abusones, los matones. Es un prototipo del héroe, siempre se pone del lado de los protegidos aunque sea crítico también.
¿Y sería capaz de conseguir que Sánchez y Torra se sentasen a dialogar con la excusa de serviles una de sus recetas de cocina?
Yo creo que eso no lo consigue ni Carvalho (risas).
¿Cómo ve Carlos Zanón la situación actual en Cataluña?
La sensación que tengo es de estar en una situación enquistada, es como una partida que se juega en diferentes tableros, en diferentes escenarios. La sensación es que siempre estamos esperando que pase algo, que haya una elección. Es un empate crónico a muchos niveles. A nivel emocional, la gente ahora está en una época mejor que hace un año. Era muy duro, triste y complicado estar allí porque podía pasar cualquier cosa.
Yo creo en la política y en la gente que intenta hacer bien las cosas. Es el momento de los políticos, de que hagan bien su trabajo, de hablar, de gestionar no los titulares ni los tuits, sino lo que es la política. Pero ahora la sensación es de empate crónico, podemos tener esta conversación de aquí en un año e igual han cambiado los mandatarios pero estaremos igual.
La suya resulta una visión atípica si nos fijamos en la desafección que hay en toda España hacia la política y los políticos.
El decir que todo es una mierda, que todos los políticos son corruptos, que todo es un desastre, lo que hace es abrir la puerta a gente que quiere salvar la patria y que dice que lo hará muy bien sola. Eso nunca es una buena noticia, yo creo en la política como en muchas cosas. A Carvalho le gustan las películas de John Ford, y John Ford tiene un código de lo que es justo y leal, yo estoy ahí, intento hacer eso.
Carvalho no es un patriota, nunca lo ha sido. En alguna novela de Vázquez Montalbán dice que por no tener no tiene ni compatriotas. Se mueve ahí, no tiene banderas
Usted también firmó hace unos meses un manifiesto con otros escritores y artistas que pedía la libertar para los políticos catalanes encarcelados.
He sido abogado 30 años y consideré que no era necesario la prisión provisional para esa gente, que perfectamente podía estar en su casa preparando su defensa, con su familia, cerca de los suyos. Creía que eso no tenía nada que ver con lo que luego se les juzgue. Y realmente, si se considera que han cometido un delito, pues que se les apliquen las penas que procedan. Pero no procedía una prisión provisional de tanto tiempo.
¿Habrá más Carvalho de Carlos Zanón?
No lo sé. Eso va a depender de muchas cosas, de la gente, de la editorial, de mí. También tengo que valorar que, grande o pequeña, tengo una carrera, y si hago todo Carvalho va a parecer que solo hago eso. ¿Y cómo te afecta eso? De momento me gustaría que mi siguiente libro fuera otro libro. Pero la verdad es que me lo he pasado de coña.
¿Qué es lo que más le ha gustado de la experiencia?
Una cosa que difícilmente puedes hacer en otro tipo de novelas son los diálogos de Humphrey Bogart, que los puedes meter en una novela de Carvalho porque tiene ese sentido del humor. Me lo he pasado tan bien que en algunos momentos tuve que cortar y decir: 'Bueno, ya vale de bromas'. También hacer un personaje de acción, porque yo nunca había hecho un policía de investigación.