Como cada año, la Semana Santa inunda de procesiones y festividad las calles de toda España y, más concretamente, del sur de la península. El guionista y escritor Sergio Sarria ambienta en estas fechas su nueva novela Cuando nadie nos ve (Espasa), un thriller que tendrá como escenario la pequeña localidad sevillana de Morón de la Frontera. Según ha declarado a EL ESPAÑOL, decidió ubicar la historia allí por el "interés" que genera el hecho de que haya una base militar a escasos kilómetros. "Había pensado en Rota pero necesitaba una localidad mucho más rural", confiesa. Pese a que ha visitado Morón de la Frontera, Sarria afirma que se trata de "un Morón ficticio" que da pie a su nueva historia.
El escritor malagueño siempre ha estado ligado a la Semana Santa. "Cuando tenía nueve años, mis padres me hicieron hermano de una cofradía: la Soledad de San Pablo. No era tan popular como la del Cautivo, pero compartían iglesia. En cierto modo, era como ser fan de los Sex Pistols y compartir backstage con ellos en el Roxy", dice Sarria. No obstante, "esta novela nunca ha pretendido ser un tratado sobre el funcionamiento de las cofradía y las procesiones de Semana Santa en Andalucía".
De hecho, el libro contiene momentos de máxima tensión e intriga que se van desglosando a través de diez capítulos que tienen como título los días de Semana Santa. Así, la novela arranca el Viernes de Dolores y finaliza el Domingo de Resurrección.
Todo comienza cuando Antonio Jiménez, un joven conductor de autobús escolar, aparece muerto en su casa, habiendo realizado el ritual japonés del harakiri. Técnicamente, tal y como matiza el médico forense, el término sería seppuku: "Se trata de una forma de suicidio que se resume (...) en vaciarse las entrañas. Solo que no se hace de cualquier manera, sino siguiendo una especie de protocolo. En primer lugar, hay que clavarse un arma blanca en el abdomen y, después, ejecutar un corte, siempre de izquierda a derecha".
Es a partir de entonces cuando todo comienza a descontrolarse en el pueblo de no más de 30.000 habitantes. En plena semana de procesiones comienzan a darse delirios, mareos y ataques de pánico, y no precisamente por la emoción que produce la Semana Santa a los más devotos. La guardia civil Lucía Gutiérrez, una mujer de 42 años viuda y a cargo de su hija de 13, será la encargada de investigar los sucesos que pueden estar relacionados entre sí. Todo indica a que hay una nueva droga de diseño en circulación.
Por si fuera poco, el fallecimiento de otro vecino del pueblo y la desaparición de un niño de siete años complicará el caso de Lucía. La novela tomará un un giro mucho más personal cuando la hija de la guardia civil, Claudia, se vea inmiscuida en el misterioso suceso.
El secretismo de la base militar
La base aérea de Morón de la Frontera funciona como un personaje más en la trama de Sarria. Allí viven Douglas Hoopen, quien está al mando de la base, y el teniente Andrew Taylor, un héroe de guerra por sus méritos en Afganistán. La propia legislación de la base dificultará la investigación llevada a cabo por Lucía, donde el teniente tejano se mueve prácticamente con toda libertad sin que nadie pueda decirle nada.
El ejército estadounidense se estableció en Morón de la Frontera en 1953 y es una de las más grandes de Europa. La base sigue activa y el escritor Sergio Sarria se ha inspirado en ella para narrar una historia ficticia llena de secretos. Lucía, su compañero Víctor y hasta Hoopen viven atormentados por los secretos que irán saliendo progresivamente a la luz en la nueva novela de Sarria.