A Jorge Martínez Reverte (Madrid, 1948) le daban vueltas en la cabeza las peripecias del coruñés Manuel Otero, el único español fallecido en el desembarco de Normandía. Tenía la intención de escribir una novela sobre la travesía del voluntario del ejército estadounidense, pero la historia se le quedaba "coja para contar cosas que afectaban a tanta gente". De ahí que esa idea mutase en una novela de amor, Libre te quiero (Espasa), protagonizada por un joven anarquista y una monja enfermera en la España fratricida de los años 30.
Es una época de agitación, que va desde los primeros pasos de la Segunda República hasta el exilio y la represión franquista; pasando por la revolución minera en Asturias de 1934 y los tres años de Guerra Civil. Yolanda y Manolo, también gallego, un huérfano que es acogido por el cacique de la aldea en la que vive, se conocen en un hospital de Barcelona, adonde el joven es trasladado tras resultar herido en una manifestación. Allí inician un viaje idealista, guiado por las esperanzas de libertad y justicia, que se ve condicionado por los sangrientos acontecimientos de aquellos años.
Sin embargo, una grieta se abre en sus vidas y les separa tras el estallido de la contienda, como a tantos cientos de miles de españoles más. "Es una tristeza inabarcable que aún late en muchos corazones", cuenta por correo electrónico el historiador y escritor a este periódico. Reverte, autor de numerosos libros sobre la Guerra Civil, como el imprescindible La batalla del Ebro, decide ahora entregarse a la ficción, con el amor y su ingobernabilidad como elemento vertebrador de su novela.
—¿Qué puede conseguirse con la ficción que no ofrece una relación de hechos?
—Una continuidad en la historia. He tenido un reconocimiento del mundo académico por haber puesto en relación la historia de mucha gente con la Historia de un país… Pero una novela es otra cosa. El autor decide los personajes y las tramas.
Libre te quiero es un relato de contrastes políticos, como los de aquella España partida en dos, al borde de las armas. Está, por un lado, el joven Manolo, que se entrega al comunismo libertario prácticamente a ciegas, empujado por la inexperiencia; en el otro borde del tablero se sitúa el cacique don Manuel, máximo representante de la derecha radical. Y también está el libro plagado de personajes reales, como Franco, Mola, Azaña, el brigadista Bethune, representantes de ambos bandos de la guerra, que se entrecruzan en la relación de los jóvenes enamorados pero a lo lejos, sin alterar la historia.
La intención de Jorge M. Reverte con Libre te quiero es recrear el ambiente de la época, y para ello rellena la novela de documentos y la aleja de los mitos guerracivilistas, cada vez más refutados: "Solo quedan los que algunos pseudohistoriadores, casi todos nacionalistas, quieran. Pero asuntos como la matanza de Badajoz o Paracuellos están investigados de sobra por historiadores solventes", explica el autor de Demasiado para Gálvez.
Reverte ha escrito más de una decena de ensayos y biografías con la Guerra Civil como tema principal. Es decir, ha contribuido a un boom literario e histórico sobre la contienda que sigue en auge, pariendo obras sobre un plano concreto, como la Quinta Columna, o novelas que se hacen hueco entre los premios más prestigiosos, como es el caso de Los pacientes del doctor García de Almudena Grandes. ¿Pero por qué se escriben tantas libros sobre temática? "Creo que la gente necesita una épica para contar algunas cosas", responde el escritor madrileño. "Por otro lado, aún quedan en España asuntos sin explicar y muertos sin enterrar como es debido".
—¿Tiene la sensación de algunas heridas que estaban más o menos cerradas vuelven a abrirse?
—A veces sí. Hace unos días, unos jóvenes errejonistas quemaron en Bustarviejo, un pacífico pueblo de la sierra de Madrid, una bandera española. Errejón no está a favor de cosas así, que quiebran la convivencia. Entonces, ¿por qué? Estos descerebrados pretenden crear un conflicto donde no lo hay. Supongo que una memoria sectaria y mal alimentada ha tenido que ver con el asunto.
—¿Y qué es lo que más le preocupa de la España actual?
—Los conflictos inventados. Las mentiras que satisfacen tantos despropósitos. Pero, por desentonar, creo que la democracia española está resolviendo bien los muchos conflictos que se viven en cualquier sociedad moderna.