Los cinco libros imprescindibles de Primo Levi, el escritor que vivió y contó el horror nazi
El 31 de julio de 1919 nació Primo Levi, el autor que mejor narraría el horror de los campos de concentración y la vuelta a casa.
31 julio, 2019 11:26Noticias relacionadas
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"Si comprender es imposible, conocer es necesario", sostenía en defensa de la memoria histórica Primo Levi, el escritor italiano que sobrevivió a los campos de concentración nazis para narrarlos y de cuyo nacimiento se cumplen ahora 100 años. Primo Levi nació el 31 de julio de 1919 en Turín (noroeste), en la casa donde viviría durante toda la vida. Sus antepasados eran judíos piamonteses llegados desde España a esta ciudad a los pies de los Alpes en el siglo XVI, tal y como él mismo recordaba.
Creció en la Italia del Fascismo, instaurado por Benito Mussolini en 1922, y su vida, como la de muchos otros, cambió para siempre a partir de 1938, con la llegada de las primeras "leyes raciales", que prohibían a los hebreos acceder a la educación pública, entre otras muchas y ominosas restricciones. Pero esta no afectó a Primo Levi, que dado que ya estudiaba en la Universidad pudo proseguir sus estudios científicos. E inmerso en ese ambiente, entró en contacto con los círculos antifascistas.
En 1943, él y unos compañeros subieron a las montañas para unirse a la resistencia contra la ocupación nazi del país, si bien fue capturado por una milicia fascista un frío 13 de diciembre. En el interrogatorio decidió reconocerse como "ciudadano italiano de raza hebrea", dado que admitir su actividad política habría supuesto seguramente la tortura inmediata y la muerte.
Fue el inicio de una pesadilla que le llevó a un campo satélite de Auschwitz-Birkenau, en la Polonia ocupada. En sus libros rememora el viaje en tren hacia aquel funesto lugar, hacinado en vagones minúsculos con decenas de deportados como "mercancía" y su llegada al capo de concentración, sumergido en una oscura noche que impedía presagiar su lamentable futuro. Desde ese momento Levi cuenta de forma precisa todo lo que sus ojos vieron dentro del alambre espinado del campo de trabajo forzado de Monowitz y las humillaciones e impensables vejaciones a los que fueron sometidos miles de hombres, mujeres, ancianos y niños.
El escritor logró sobrevivir porque fue confinado en 1944, solo un año antes de su liberación por parte de las tropas soviéticas, pero también porque fue empleado en el laboratorio por sus conocimientos en Química, lo que le libró de los extenuantes trabajos forzados. Por eso retrató como pocos el horror de los campos de concentración nazis. Una experiencia terrible que marcó su vida definitivamente hasta su muerte en 1987 y que plasmó en estos cinco libros que permiten adentrarse en la figura y visión de uno de los escritores italianos más importantes del siglo XX.
‘Si esto es un hombre’ (1947, Einaudi)
Es la ópera prima de Levi y la más importante. Fue escrita al regresar a Italia tras pasar once meses internado en el campo de trabajos forzados de Monowitz, anexo al de Auschwitz-Birkenau, cerca de Cracovia. El escritor sostiene en su prefacio que el objetivo de este libro no es otro que mantener viva la memoria de aquellos crímenes, pues la mera existencia de los campos "debería ser entendida como una siniestra señal de peligro" por las generaciones futuras.
Levi narra con agudeza, precisión y sin paños calientes el sinfín de humillaciones que pasaron las víctimas del Holocauso, hombres, mujeres, ancianos y niños tratados como mercancía por aquel régimen criminal, y las durísimas condiciones de vida en los barracones.
‘La tregua’ (1963, Einaudi)
Es la continuación de su primera obra y el segundo libro de Levi. En sus páginas rememora la auténtica odisea que, como millones de personas, tuvo que vivir para regresar a casa tras la liberación de Auschwitz por parte de las tropas soviéticas. Comienza con la llegada de cuatro soldados del Ejército Rojo y con la paulatina comprensión de los rehenes de la verdadera dimensión de Auschwitz, del "campo grande" del que dependía Buna-Monowitz.
Y sigue relatando paso a paso el penoso periplo de ocho meses en tren que tuvo que recorrer en su regreso a su Turín natal, no como héroes supervivientes del terror nazi, sino ante la indiferencia de una sociedad, la europea, aún traumatizada por la guerra.
‘Defecto de forma’ (1971, Einaudi)
El Primo Levi más imaginativo aparece en este breve compendio de historietas de ciencia ficción que sigue a "Storie naturali" (1966), otro libro similar firmado bajo el pseudónimo de Damiano Malabaila. Bajo estética futurista y marcado por un cariz de incertidumbre, el libro, uno de lo más desconocidos, trata temas como la sociedad del futuro, el desarrollo tecnológico, el comportamiento de las masas o el impacto del hombre en la naturaleza.
‘El sistema periódico’ (1975, Einaudi)
Primo Levi conjuga episodios de su vida con sus conocimientos de Química y sus experimentos en el laboratorio, vinculando cada uno de sus veintiún capítulos a un elemento de la tabla periódica. Pero no se trata solo de la autobiografía de un químico, sino que retrata "la historia de una generación" y reconstruye "una formación civil surgida en los años del fascismo, los dramáticos episodios de la guerra o la lucha partisana", alegaba el editor Giulio Einaudi.
Comienza con el Argón, para describir los usos, costumbres y jerga de sus antepasados, judíos emigrados desde España en el siglo XVI y que se mostraban excéntricos y de hábitos ociosos. Y termina con la curiosa explicación sobre cómo un átomo de carbono se transforma y acaba en el cerebro de una persona, permitiéndolo escribir el punto que pone final al libro.
‘Los hundidos y los salvados’ (1986, Einaudi)
Este ensayo es el último libro que escribe Primo Levi, fallecido un año después, en 1987, y supone todo un legado de reflexiones sobre el Holocausto como forma de violencia inédita, cuarenta años después de su liberación. Levi hace hincapié en lo que llama "zona gris", el espacio entre víctimas y verdugos poblado por los colaboracionistas, figuras "patéticas" que recibían privilegios en los campos por sus servicios y a las que "hay que conocer para conocer al ser humano", decía. "Los prisioneros privilegiados eran una minoría en la población de los campos, pero por contra representaron una fuerte mayoría entre los supervivientes", zanja el escritor.