Qué extraña y oscura y hermosa -a la vez- está Barcelona cuando uno viene a verla esperando un Premio Planeta y se encuentra uno una reyerta nacional sin venir a cuento, sin haberlo podido prever por agenda -la coincidencia es circunstancial-; un clima de tensión político que no es literario pero que acaba siendo las dos cosas. Aún se puede caminar por algunas calles, eso parece, y hablar de libros y de autores y de zarpazos editoriales mientras la prensa cuenta que están quemando contenedores en el Paseo de Gracia. Duele y recuerda que estamos vivos, pese a la tragedia inminente: ¿no iba de esto la literatura? La delegada del Gobierno, Teresa Cunillera, no ha venido. Tampoco ningún representante independentista. Inés Arrimadas pasea por el cóctel, como si estuviese encontrando a alguien que no encontrase. Carmen Calvo sonríe. Guirao -obviamente- también. A Ada Colau se la espera.
El ganador ha resultado ser una apuesta fuerte, prácticamente transversal, una auténtica bofetada sin mano de Planeta a Random House: Javier Cercas, apenas hace falta presentación, con su novela magna Soldados de Salamina traducida en más de veinte países y a más de treinta idiomas. Ojo al finalista máximo: Manuel Vilas, también del sello competidor. Vaya OPA. Vaya reto.
Ha sido Cercas quien toma el relevo de Santiago Posteguillo -Yo, Julia- y es con él con quien se busca el consenso: hasta Mario Vargas Llosa, Coetzee, Doris Lessing, Susan Sontag y George Steiner le han alabado históricamente. Quiénes somos nosotros, sólo tristes periodistas en una gala interminable, con un baile de pseudónimos y manuscritos ante los ojos. Cercas gana y la ovación es unánime. Cercas hilvana las Españas.
Habla Cercas
564 obras; diez seleccionadas; y la ganadora ha obtenido 601.000 euros. Casi nada. El autor triunfante siempre se ha mostrado preocupado por la concepción de España, por la Guerra Civil, por la Transición, por la memoria que a veces es interesada -como cuando sentenció que la histórica “se convirtió en un negocio”, a propósito de su trabajo El impostor-. Su nuevo libro premiado, con pseudónimo Cristales rotos, -en realidad, Terra alta-, es un relato de índole psicológica sobre un mosso d’Esquadra, héroe de los atentados yihadistas de Cambrils.
Lo dice Cercas: "Es la primera vez en mi vida que me presento a un premio literario y si me hace tan feliz que me lo hayan concedido es por dos razones: la primera es que cada año, al día siguiente de la concesión del Planeta, mis vecinos -la portera, el kioskero- me miran con una mezcla de compasión y solidaridad, y alguno me ha dicho 'no se preocupe, señor Cercas, algún día ganará usted el premio Planeta'", ríe. La gente aplaude.
"Segunda razón: este libro, Terra alta, me es muy especial. Tengo 57 años, no soy un chaval, y a mi edad los escritores corremos el peligro de repetirnos. Convertir en fórmula lo que era hallazgo y necesidad. Este libro es un intento de cambiar, de convertirme en otro escritor, de reinventarme, por usar una palabra que me suena a libro de autoayuda. Este libro trata de ser radicalmente distinto de todo lo que he escrito hasta ahora y a la vez radicalmente fiel a ello".
Aquí, avisa el ganador, el lector tendrá que llegar a la última página para descubrir el plantel: en el arranque, aparecen asesinados los integrantes de la mayor empresa de la comarca después de haber sido torturados. Aparecen al lado del cadáver de su criada romana. "La novela cuenta la investigación del crimen múltiple y atroz y sus consecuencias imprevisibles, y por otro lado lo que hace es desvelar el pasado oscuro de Melchor Marín, el protagonista. La novela intenta ser una reflexión sobre asuntos que me interesan y que están muy de moda: el valor de la ley, la posibilidad de la justicia, la legitimidad de la venganza, pero sobre todo intenta ser la epopeya de un hombre en busca de su lugar en el mundo".
Aunque se ha documentado "profundamente" sobre "cómo funcionan los policías en este país", aclara recurrentemente que "no es un libro político"... o no del todo, "porque toda la literatura, de alguna forma, aunque indirecta, lo es". Tampoco es un libro sobre el procés... o no exactamente, "pero si lo que ha ocurrido estos años en Cataluña no hubiese ocurrido, este libro jamás lo habría escrito". Y sigue: "Es posible que haya escrito muchas cosas sobre este asunto en prensa, quizá demasiadas, a ojos de algunos. Vivo aquí, en Cataluña. Pero lo más profundo que tengo que decir acerca de ese tema... es este libro", esboza. "Hay una serie de circunstancias desdichadas sobre este país que han sido positivas para mí como escritor".
Habla Vilas
Con pseudónimo Tal como éramos -Alegría, en realidad- Vilas -que viene de triunfar con Ordesa, amén de con su descorazonadora poesía: lean El hundimiento- ha vuelto a recibir un guiño hondo de la industria con este trabajo que cuenta la historia de un hombre de mediana edad que ha tenido éxito en su profesión: a este caballero lo vemos inmerso en la vida con una mirada lúcida y descarnada hacia la sociedad española. Más o menos como él.
Lo cuenta el propio Vilas: "Es una historia sencilla y común, la historia de un hombre maduro que se da cuenta de que la alegría es el sentimiento más importante de la vida. Se da cuenta de que la alegría es más importante que la felicidad. Y se da cuenta de que memoria y alegría son la misma cosa: ahí la contemplación de los seres queridos, de los seres a los que uno ama. Es una novela sobre los afectos profundos, sobre las raíces, sobre algo que me interesa mucho, que es el misterio del amor, y sobre un misterio ancestral y atávico que me obsesiona desde hace tiempo, que es la relación entre padres e hijos".