Con motivo del fallecimiento de Rosa María Sardá el 11 de junio de 2020 a los 78 años de edad, EL ESPAÑOL recupera la entrevista a la actriz realizada el 22 de diciembre de 2019 tras la publicación de su libro Un incidente sin importancia (Planeta).
Rosa María Sardá es una de las figuras más importantes de la escena española. Desde muy pronto supo que quería ser actriz, como su abuela, y aunque a su madre no le gustó la idea no había otra posibilidad. Menos mal que no le dio por cambiar de opinión, nos hubiéramos perdido una intérprete todoterreno, capaz de presentar un programa de televisión, enamorar en el teatro, hacer reír en el cine y hasta ser la mejor presentadora de la historia de los Premios Goya.
Ahora, a sus 78 años y jubilada -aunque no del todo- publica su primer libro. Se llama Un incidente sin importancia (Planeta), y aunque se empeñe en negar que es biográfico y muchas fechas y nombres no coincidan con su propia vida, esta serie de relatos cortos suenan a ella. Uno nota la presencia de La Sardá en el lenguaje, en su ironía. Historias cortas atravesadas por la historia de España, por la Guerra Civil, la posguerra y la dictadura.
Aunque no le gustan las entrevistas, “como es público y notorio”, ha decidido salir del retiro para promocionar este libro -que llevaba escrito más de 30 años y que fue Isabel Coixet la que le animó a intentar publicarlo y presentarlo a las editoriales- por el que ha concedido esta entrevista con EL ESPAÑOL.
Sé que no le gustan nada las promociones, ¿cómo está viviendo este proceso?
Pues un poco pesado, porque la gente no entiende el sentido del humor, la ironía... y se arman unos pitotes en las redes, y en las televisiones... como si no hubiera algo más importante que algo que he dicho yo, con todo lo que está pasando en este triste planeta, no sólo aquí, sino en todo el globo que se está yendo al garete.
También le está tocando hablar mucho de su vida, no sé si es como una catarsis.
Yo no hablo de mí, no he hablado mucho de mí en el libro, pero es que no han entendido nada. Yo te pongo un ejemplo. Si yo te digo, ‘¿sabes qué me ha pasado?, que ayer me he levantado y era una vieja’, eso es una broma señores, es una broma, una ironía. Vivimos en un país sensacionalista donde gusta el morbo, el drama…
Pero es inevitable que le preguntemos que cuánto hay de usted en estos relatos del libro.
Pues mira, hay muchas cosas, y alguna en las que es imposible que yo esté por la época en la que ocurren pero que las he oído y he fabulado. Hay más mentira que verdad, pero es la verdad de gente que he conocido.
En el libro hay una niña que quiere ser actriz como su abuela, esa niña sí que es usted.
Claro.
La Guerra Civil nos sigue marcando, de hecho hay algunos que son partidarios de esa cosa inhumana que fue el señor Franco, aunque son menos
¿Fue difícil decírselo a su madre?
Se lo dije primero a su prima en secreto.
¿Y cómo se lo tomaron cuando se enteraron?
Hay mentiras en la historia, yo era mucho más mayor cuando se lo dije a mi madre, y a ella no le gustaba eso porque había sido hija de actriz y no le gustaba, pero yo era igual que mi abuela. Esto de los genes es así.
¿Qué hubiera sido si no hubiera podido ser actriz?
Hubiera sido actriz.
Sus abuelos eran “catalanes, actores y republicanos” en una época en la que no era lo más fácil… ¿ahora es más sencillo?
Noooo, para nada. Yo soy republicana, pero no soy independentista.
En el libro se preguntan si la república ha muerto.
Mi pobre padre supongo que se lo preguntó. Yo no estaba, yo no había nacido, pero yo veía a mi padre con esa tristeza... esa guerra que le cayó encima, esa posguerra, que es una dictadura de 40 años, esto está pronto dicho. El dictador, asesino, murió el mismo año que nació mi hijo, fíjate si he vivido una dictadura.
Lo que quiero es que alguno que lea esto, que piense que vuestra madre no es sólo vuestra madre, que es una persona, y que no sabemos si ha alcanzado sus esperanzas y expectativas
Todos los relatos están marcados por la herida de esa Guerra Civil, ¿de alguna forma nos ha marcado a todos?
Marca a todos y está marcando, hay algunos que son partidarios de esa cosa inhumana que fue el señor Franco, aunque son menos, y sin embargo hay otros que todavía están esperando que se les devuelva a sus padres y a sus hijos.
En el libro dice “La carencia me ha hecho tan cojonuda”, eso suena a usted.
Es que eso es mío.
¿Le tocó vivir mucha carencia en esa posguerra?
Sí, me tocó, sí. A mí me hace mucha gracia ahora que tengo una hija que es consumista 100% y le encanta la ropa, y le digo ‘deberías haber vivido lo que yo, que me quedaba en casa los sábados para lavarme la ropa que era la única que tenía y hasta que se secaba no salía a la calle otra vez.
En el primer relato le dice a su madre: ‘me adiestrabas de forma romántica y equivocada’, suena a reproche.
No, yo se lo agradezco. Lo que quiero es que alguno que lea esto, como tú, y que tengan madre todavía, que penséis que no es sólo vuestra madre, que es una persona que ha sido una niña, una joven, una mujer, y no sabemos si ha alcanzado sus esperanzas y expectativas.
Eso me lo dice mi madre.
Pues dile de mi parte que tiene toda la razón.
¿Qué es más duro crecer o envejecer?
Hombre es mejor crecer, y es mejor medir metro ochenta, y ser modelo y mujer objeto… Yo tenía una compañera que me decía que le gustaría ser de derechas, mujer objeto con collar de perlas, e ir a confesarse y que la perdonasen para seguir pecando, pero que no podía.
¿Es caro morirse en el primer mundo como dice en el último relato?
Es que es así, perdóname, estamos luchando por una muerte digna, por la decisión de uno. Hay gente que las mantienen en máquinas carísimas porque creen en dios y ahí les tienen enchufados pagando una millonada, esto no es de recibo,. Esto no puede ser.
¿Le da miedo la muerte?
Me da rabia, me interesa mucho lo que está pasando en el cosmos, porque estamos casi en la prehistoria de saber lo que pasa, y entonces me sabe mal no enterarme. No me voy a enterar.
La muerte no me da miedo, me da rabia, porque me interesa mucho lo que está pasando en el cosmos, y entonces me sabe mal no enterarme
¿Qué opina cuando escucha a la gente decir que estamos peor que hace 40 años?
Qué dicen! Son unos cretinos que no saben lo que es una dictadura.
¿Nos podemos sacudir la sombra de la dictadura, o todavía no?
Sí, claro que podemos, gracias a los socialistas tenemos una Seguridad Social que es la envidia del mundo, porque si te caes en Inglaterra, por ejemplo, porque yo me caí rodando, me torcí un pie y no me pudieron atender en urgencias, era imposible, así que tuve que ir y pagarme a un medico y ver si podía seguir rodando. Igual que la atención a las mujeres mayores, a los discapacitados... tantas cosas que han traído los socialistas y que antes no existían. La gente puede hacer ahora lo que le da la gana porque estamos en una democracia.
Dice en el libro que tiene una coraza que la aísla de aquel que no encuentra la grieta, no sé si la interpretación fue una forma de abrirse al mundo.
No, para mí no ha sido como terapia, yo no hago terapias. Cuando mis amigos me dicen ‘voy al psicólogo’ yo les digo, ‘no hombre, dame el dinero a mí’.
¿Y esa coraza cuesta quitarla?
No, sólo que cuesta pasar por la rendija... a ver, entiéndeme, la rendija de la coraza (risas).
Ahora se pone a publicar un libro, ¿usted no se jubila?
Yo estoy jubilada hace años, cariño. Si crees que vivo del teatro o de hacer una película al año a esta edad… Con eso no vives.
Ahora que dice eso, ¿por qué muchas personas tienen esa imagen de los actores de que sois ricos, vais en un descapotable y vivís en un palacio?
Se creen que esto es Hollywood, pero esto no pasa. Aquí la gente hace tres trabajos a la vez para llegar a fin de mes.