En su último tramo de vida, convaleciente por su cáncer de páncreas, el cantante Luciano Pavarotti compartía que había aprendido a querer a la gente. "Ni siquiera puedo hablar de aprender porque querer es algo que se sabe de nacimiento". Pese a estas palabras del tenor más vitoreado del último siglo, el filósofo Erich Fromm hacía hincapié en que el amor es un arte que hay que estudiar: "Si deseamos aprender a amar debemos proceder en la misma forma en que lo haríamos si quisiéramos aprender cualquier otro arte, música, pintura, carpintería o el arte de la medicina o la ingeniería". El hecho es que Pavarotti, a quien siempre se le había tachado de mujeriego y era criticado por la opinión pública por sus infidelidades, amó de forma incondicional y sólida a su mujer Nicoletta Mantovani.
Mantovani rememora de esta manera su pasado junto a Pavarotti en el nuevo documental dirigido por Ron Howard. Pavarotti, que se estrena el próximo 10 de enero en cines, ha resultado ser toda una "alegría" para la viuda, quien concede una entrevista a EL ESPAÑOL y recuerda los momentos vividos junto a su amado. "Lo negativo de participar en este proyecto ha sido, efectivamente, la añoranza y melancolía de despertar momentos de lo que hubo y ya no hay. Y este documental aumenta ese vacío que siento", explica a este periódico.
La producción recorre la vida del tenor desde sus inicios; de su infancia en plena Segunda Guerra Mundial a sus últimos días después de conocer la noticia del tumor maligno en el páncreas. En las casi dos horas de documental es la alegría el sentimiento que más prevalece —aquella sonrisa tan característica que contagiaba a todo el que se le acercara—. Es más, ese optimismo inherente a su persona lo recalca Mantovani. Poco después de contraer matrimonio con el cantante de ópera, la joven fue diagnosticada de esclerosis múltiple. "Hasta ahora te amaba, ahora te adoro", le llegó a decir el tenor a la enferma mujer. Los médicos le habían advertido a Mantovani que no podría jugar al tenis debido a la esclerosis. Lo curioso era que ella jamás había jugado al tenis. Sin embargo, Pavarotti no desaprovechó la oportunidad para regalarle una raqueta como signo de amor e ironía.
Escándalo amoroso
A través de artistas que tuvieron el honor de conocerle —el pianista Lang Lang, la soprano Angela Gheorghiu o sus hijas mayores— se elabora un perfil audiovisual profundo pero siempre de forma impoluta y ajena a cualquier crítica hacia el artista. Hasta Plácido Domingo, amigo y vecino en la época que vivieron en Nueva York, tiene su hueco en el documental dirigido por Howard con unas palabras que llaman, cuanto menos, la atención tras las acusaciones de acoso sexual al español. "Convivir con la voz es como convivir con una mujer muy celosa y exigente. La voz es un drama", considera Domingo.
"Siempre ha sido muy cortés y me ha ayudado en muchas ocasiones. Ha demostrado ser un verdadero amigo. Es una imagen alejada de lo que se está hablando ahora", declara Mantovani a EL ESPAÑOL, quien resalta que su marido tampoco le habló de comportamientos de esa índole por parte de sus compañeros de oficio. "Siempre se decía que la ópera era un mundo limpio. Y me asombra la última acusación que se le hace a Vittorio Grigolo. He hablado con él del último escándalo. Al parecer tocó una panza de mentira en público. Era una tontería. De eso a hablar de abuso... Divertirnos o bromear no es abusar. Abuso es que te obliguen hacer algo que no quieres hacer", añade.
Lo cierto es que a Luciano Pavarotti también se le tildó de mujeriego. "Siempre estaba rodeado de mujeres", se describe en el documental. En 1961 se casó con Adua Veroni, quien también aparece en el filme, y juntos tuvieron tres hijas: Giuliana, Cristina y Lorenza. Tras casi cuatro décadas de aparente feliz matrimonio, salió a la luz el engaño por su parte con una de sus secretarias.
Asimismo, el tenor se enamoró una vez más de una joven universitaria 30 años más joven que él. Su nombre, ya mencionado, era Nicoletta Mantovani. Se conocieron por casualidad, como suele suceder en la mayoría de las relaciones. Y de forma totalmente entregada y sin pensar en el qué dirán se casaron a finales del 2003. La Italia de aquel entonces era mucho más católica y hermética que la actual y el divorcio con Adua fue todo un escándalo. Además, su nueva mujer tenía poco más de 20 años, mientras él ya había entrado en sus 60.
"Nosotros abordamos y afrontamos todo juntos. Hoy en día una relación así no sería escandalosa. Estoy convencida de que una relación nueva empieza cuando otra ya ha terminado. Era una situación en la que él sufría mucho pero se había enamorado. Si luchas por tu amor has de seguir adelante", comparte Mantovani. Pavarotti pasó a una vida mucho más sedentaria y con Alice, la hija de aquel segundo matrimonio, siempre fue un padre "maravilloso". "Iban a nadar juntos, le enseñó a pintar, veían los dibujos animados... Buscando a Nemo, por ejemplo", comenta con una sonrisa nostálgica la viuda.
Luciano Pavarotti siempre rompió los estereotipos del cliché clásico, donde la seriedad y la desconocida vida privada del artista parecían ser la esencia del cantante de ópera. Actuó no solo en Viena, en el Covent Garden o en el Metropolitan, sino que hizo trascender la música clásica a otros géneros como el rock gracias a su colaboración con la banda irlandesa U2 —lo cual le costó un inmenso rechazo por los puristas que siempre le habían admirado—.
Amante de la vida, supo exprimirla hasta el final de los días. Cuenta Mantovani que tenía planes de futuro y giras programadas a pesar de su cáncer de páncreas. Y lo más importante: había sabido amar a una sola persona, sin engaños ni secretos. Pavarotti aprendió el arte de amar que Fromm tanto había anhelado y analizado en sus escritos; un conocimiento que le llegó tarde y que no pudo seguir desempeñando tras la enfermedad.
Actualmente Nicoletta Mantovani vive en Italia con Alice, quien tiene 16 años, e intenta mantener vivo el recuerdo de su difunto marido. No quiso dejarle ninguna carta por escrito, pues siempre defendió que aquello que le llegara a su hija limitaría y coartaría su libertad. Por lo tanto, la pequeña Alice no tiene recuerdos directos de su padre. Ahora, gracias al documental que se estrena el próximo 10 de enero tiene la oportunidad de conocer mejor a su padre.