Rodrigo Cuevas es un genio asturiano al que le habita una señora dentro: un artista de esos que mira al fondo del ojo, un ser mágico y multidisciplinar tocado con la gracia del mundo, un hombre genuino, rural, apóstata, queer, poético, político, folclórico, transgresor sin pretenderlo -¿es que había otra manera?-. Nació en el 85 y vive en Vegarrionda, un pueblo de sólo 15 habitantes: desde allí es más moderno y rupturista que toda Malasaña, que todo el Borne. Cuevas sabe de arte y sabe de amor, explora el cortejo, la vanguardia y la tradición, y viene a sacudirnos los hombros y a recordarnos que ya no sabemos ni declararnos y que nos han devorado las ciudades, esos núcleos donde creemos que está la vida pero donde, al final, somos más bien pobres y más bien infelices.
"Bien sé que estás en la cama, / bien sé que durmiendo no, / bien sé que tienes la mano / donde el pensamiento yo", canta en uno de sus nuevos temas, con ese ribete antiguo del que hoy andamos medio huérfanos. Porque nos falta poderío y porque nos falta memoria. Hoy presenta Manual de Cortejo, una joya musical donde seduce al productor Raül Refree -ya le conocen: por Rosalía, por Niño de Elche, por Silvia Pérez Cruz- y viene a romperlo todo para recordarnos lo importante. Lo entona él mismo: "El día que yo nací dijo una verdad mi abuela, / si este niño tiene suerte, vivirá hasta que se muera". O lo mejor: "A mí me llaman el tonto / yo digo que lo seré / pero no me chupo el dedo / si antes no lo mojo en miel". Disfruten del paseo.
¿Quién es Rodrigo Cuevas?
Yo me defino artísticamente como “agitador folclórico”, porque es una etiqueta que queda como graciosa, resultona y no me condiciona: ahí dentro puedo hacer lo que quiera, teatro, música, danza, performance. Trabajo siempre desde el folclore y mi objetivo no es sólo hacer algo bonito, sino concienciar de ciertas cosas que a mí me conmueven, me preocupan, me inquietan, y que no están en el panorama público. Bueno, ahora sí empieza a estar, lo de la ‘España vaciada’ y todo esto, pero es cierto que me remueve mucho la pérdida de humanidad que veo. Vivimos una época que es el fin de una era humanista en la que las relaciones humanas y la colaboración eran algo necesario para cualquier cosa de la vida, el mundo preindustrial.
Eso choca con el mundo individualista en el que vivimos ahora. Durante muchos años viví solo en una casa de mi pueblo en la que antes vivían siete personas, mi amiga vive en otra casa donde antes vivían otras siete, y gastamos toda la energía en calentar esas casas, que antiguamente calentaban a 14 personas… todos esos cambios conllevan un montón de cosas malas. En el disco empiezo con una canción sobre la muerte, porque es cierto que hay una muerte del humanismo, aunque antes no había autoconciencia del humanismo que existía. Es la muerte de eso, y yo la acepto, pero hay muchas cosas de esa época que se pueden rescatar.
¿Cómo se lucha contra ese neoliberalismo rampante?
Pues yo creo que se puede luchar con mucha conciencia. No es tocar una tecla. Creo que tenemos que regresar a la educación y a la calma. Para mí el campo es imprescindible. El contacto con la naturaleza es imprescindible para que el ser humano esté un poco cabal y con los pies en la tierra. Yo soy de Asturias y siempre se habla de la falta de infraestructuras, de la falta de trabajo, de las oportunidades para los jóvenes… y yo creo que hay más oportunidades realmente que en Madrid. En Madrid está todo el mundo matándose para llegar a fin de mes, con tres o cuatro trabajos encima, saliendo de uno y yendo para otro… la calidad de vida es mucho mejor allí que aquí. Estoy inventando ahora un eslógan que creo que es la salvación: “Despobladas, sí, pero aburridas, nunca”.
Me encanta.
(Risas). Cuando te vas de tu pueblo es que estás aburrido y quieres irte a la gran ciudad a que pasen cosas y tal… ¡lo que hay que hacer es que pasen cosas en el campo! Y si tú tienes arraigo, cuando tienes 18 años no te quieres ir. ¿Qué más te da a ti tener dinero con 18 años, pa’ qué quieres tú dinero, si lo que quieres es que te pasen cosas emocionantes…?
¿Por qué parece que el folclore se ha convertido en algo casposo, por no decir franquista; y que los modernos patrios ahora quieren ser americanos o británicos?
Es lo que pasó con la copla: la absorbió el régimen y da rabia que parezca que la haya llevado a su lado, como propaganda del régimen. El régimen cogió todo lo que le interesó y lo convirtió en emblema, pero, joder, esto ya pasó hace 40 años, vamos a superarlo. Estamos en otra fase. Sin embargo, la potencia propagandística del mundo anglosajón es tan… huracanada, es tan fuerte, que lo puede barrer todo. Cuando era joven yo pensé “los McDonalds y todo esto van a pasar de moda” y los chavales siguen comiendo en el McDonald un día ala semana mínimo. Sí, es fuerte. Ahí están con el americanismo, con la imagen… es muy duro para la humanidad. Además, lo que se coge del folclore siempre es lo más “pum”, lo que te puede quedar bien en una foto o puede vender mogollón; no hay de verdad un ansia porque lo folclórico se vuelva otra vez popular, que creo que es lo interesante.
¿Qué es el arte popular? ¿Crees que existe esa diferencia entre la alta y la baja cultura de la que a veces se habla?
Creo que no es tanto una clasificación real como una calificación de prestigio o desprestigio hacia una cosa y la otra. Pero sí creo que el arte popular existe y además tiene mucho que ver con el disco que presento: me di cuenta de que el baile, la poesía popular y la canción estaban creadas para gustar, para seducir, para encandilar, para dejarse ver… sigue muy presente en la parte popular del hip hop, que es para provocar, para comparar, para luchar… esas luchas de actitud. Y era todo con el objetivo de cortejar, de gustar al otro, por eso llegó a tal excelencia el arte popular porque siempre tenías que hacer algo mejor, una filigrana más, una vuelta… un doble sentido que encajase mejor…
Háblame de algunas de las historias que cuenta este disco.
Al principio quería estructurar el disco en torno a los ciclos del año, porque los relaciono mucho con los ciclos de la vida y de la historia y del universo, de todo, y muchas veces los cancioneros tradicionales se estructuran así: con las tareas del año y sus respectivas canciones. Pero luego me di cuenta de que la estructura condicionaba demasiado el contenido y no quería hacer algo tan simple. A mis manos llegaron entonces unas grabaciones que hay en el disco de la Tarabica, de las fuentes sonoras para la historia social de Asturias. Y me fascinó la Tarabica. Son siete horas de grabación contando su vida. Cuenta de todo. Cuenta un amor que tuvo cuando era joven que no pudo ser, se reencontraron después de 70 años y él la esperaba todos los días en un banco… ¡bueno, bueno, bueno! Esta mujer tenía historias increíbles, ¡y cómo las contaba…! Ya ves en el disco la gracia que tiene. Habla de su padre, que era marinero, ella vendía pescado, cuenta la gentrificación el barrio de Cimadevilla… fue un barrio que pasó por muchas épocas.
En la época franquista fue un barrio muy reprimido, porque era un barrio muy de izquierdas, en la guerra fue casi destrozado entero, luego cuando llegó la heroína se convirtió en un barrio muy marginal. Siempre fue un barrio pobre pero muy humano y muy unido. Ella te cuenta su historia, que es ultralocal, pero a través de ella ves toda la historia de Gijón del siglo XX. Ella fue evacuada en la guerra civil, cuenta en esas grabaciones cómo fue a abortar a casa de una vecina (clandestinamente, claro)… cuando llegaron a mí esas grabaciones nos pusimos a meterlas en el disco y me di cuenta de que la Tarabica era también otro hilo conductor. También hay unos textos de José Luis Gutiérrez, un amigo de Zamora, que le pedí que me escribiera para el disco y que hablasen de los ciclos del hombre, del ser humano. Y mucho folclore, mucho cancionero.
“Bien sé que estás en la cama, bien sé que durmiendo no, / bien sé que tienes la mano donde el pensamiento yo”. Qué poderío de estrofa.
¡En el corazón!
Claro, claro. Yo también estaba pensando en el corazón.
Esa es tradicional.
Quería preguntarte cómo se declara uno en 2019. Porque en esa misma canción dices algo como “pasas por debajo de mi casa y rezo porque me llegue una notificación al Whatsapp”. Lo viejo y lo nuevo.
Hemos perdido muchas cosas. En los directos, justo antes de esta canción, hago un llamamiento a no perder la poesía a la hora de ligar, porque, por favor, comparemos cómo se ligaba antiguamente, diciendo “bien sé que estás en la cama, bien sé que durmiendo no...”. La otra, la del Whatsapp, sí es mía, ¡y eso podríamos decirlo ahora…! Podríamos seguir haciéndolo bonito. Porque seamos modernos e individuales no tenemos que perder la dignidad (ríe). Esto de “hola, d dnd”. ¿Cómo que “d dnd”? ¿Qué clase de persona eres? Ahora el amor es utilitario.
También es como que nos da vergüenza hablar de amor, ¿no? Sentimos algo y enseguida intentamos ocultarlo.
Exacto. Antes se decía enseguida y se decía ¡bien! Para que el otro se enterara bien. Ahora nos hacemos las… “uy, no te voy a decir tó’ lo que te quiero”… yo ya paso de eso, porque tengo pareja y estoy maravillosamente, pero también estuve en eso. Qué horror esas fases de “ay, no, no se lo digo” y “ay, no me lo está diciendo”. Qué mal, todo por las series americanas.
¿Tú crees que eso es lo que nos está jodiendo?
¡Que si lo creo…! ¿Son las series un reflejo de la sociedad o somos nosotros un reflejo de las series? ¡Ay, qué pena y qué pereza! Venga, por favor ya: más poesía.
¿Qué sabes del sexo que no sabías con 18 años?
¡Uy…! Con 18 años no sabía nada del sexo. Porque a mí me gustan los hombres, y a mí nadie me habló de cómo se practicaba sexo con hombres. Sabía lo que me gustaba pero nadie me habló de sexo anal ni de nada. Hoy entras en cualquier blog… y creo que hay un poco más de educación sexual.
Y quizá hablamos más entre nosotros y con nuestros amigos.
Eso es. Yo no tenía ningún amigo gay. Mi único amigo gay era mi mejor amigo, que tampoco se reconocía como gay, y al final nos enamoramos y nos hicimos novios.
Qué hermoso, ¿no?
Eso fue una historia… la más preciosa de mi vida. Éramos amigos desde los diez años, y los dos enamorados… yo enamorado de él y él de mí, hasta que un día morreamos, pero ya tendríamos como 17 igual, ¿eh? Y cuando te pones al lío dices “pero y esto, ¿cómo lo harán?”. Probando con todo…
¿Y en cuanto al amor, cómo ha cambiado tu concepción?
Pues ahí quizá no tanto, porque mi primera experiencia en el amor fue esta que te acabo de contar, y fue muy enriquecedora. Los dos habíamos hablando tanto de cómo era nuestro ideal del amor siendo amigos (porque éramos uña y carne) que cuando lo llevamos a cabo ya sabíamos qué quería el otro. Era un amor muy ideal, muy libre, con mucha sinceridad, nos decíamos todo. Mucho cariño. La verdad es que aprendí mucho del amor en esa época, creo que lo aprendí todo para intentar después repetir ese nivel de sinceridad que tuve con aquel hombre.
¿Crees que España sigue siendo un país homófobo?
Hombre, sí, todavía es homófobo. Es un mundo homófobo pese a que estamos mejor que en muchos sitios… es uno de los sitios buenos, digamos. Es uno de los sitios fáciles para vivir siendo homosexual, siendo trans, dentro de lo que cabe. Pero sigue siendo homófobo y machista, incluso dentro del mundo gay… es súper machista. Muy misógino.
¿Te preocupa la irrupción de Vox?
Me preocupa, claro. A ver, yo creo que los cambios son más interesantes cuando vienen del pueblo, de la gente, que cuando están legitimados por un Estado o un Gobierno. Pero mira lo que se vio con el matrimonio igualitario: cuando el gobierno lo legitimó… fue muy importante, fue un momento que cambió mucho la percepción social de las cosas. Por eso que se legitime un discurso como el de Vox desde arriba es muy preocupante, porque parece que estamos como en un punto donde se le da mucha voz a gente que no tiene ni idea de las cosas. Lo peor de Vox no es lo que piensa, es que no tiene ni idea de las cosas y dan titulares sabiendo que son mentira. Esas frases acaban calando en la gente. Mienten. ¿Por qué no dejan que hablen los expertos…?
Hay un componente como esotérico y semireligioso, mejor dicho, espiritual, en el disco. ¿Cómo es tu relación con la espiritualidad?
Pues estoy ahora que voy a apostatar. Me voy a quitar de la iglesia católica.
¿Eso cómo se hace?
Pues mira, tienes que ir a la iglesia donde te bautizaron y pedir la partida de tu nacimiento. Con ella vas al arzobispado con un escrito de que quieres apostatar. Se supone que no te pueden cuestionar las razones… y así te borran y tal. Realmente no tiene ninguna importancia a nivel estadístico, porque te van a seguir declarando católico, pero es una forma de protesta.
¿Por qué has decidido esto?
Yo soy una persona espiritual y vivo en contacto con la naturaleza, pero… no quiero saber nada de la iglesia, de la curia, de la institución eclesiástica. Que tengamos como algo normal a una institución en la que se prohíbe a las mujeres acceder al sacerdocio. Pero, ¿qué me estás contando? De verdad, pensémoslo como si fuera algo nuevo. Sería impensable. Bueno, el Papa que tenemos ahora, al menos, es la voz que más crítica está siendo con cómo está actuando Europa con los refugiados. Ahí está bien. Pero bueno, ¿la conferencia episcopal española? Es lo peor que existe en la Iglesia. En España no se puede pertenecer a la iglesia: hay que borrarse, tenemos que concienciarnos, y no lo hacemos por pereza. No vamos a la iglesia y tal… pero seguimos ahí. Y mira que hace poco salió en la conferencia episcopal que aún no recriminan los abusos sexuales a menores. Es muy sórdido y muy feo.
¿Qué hay de la importancia de la lengua asturiana?
Es importantísimo cómo decimos las cosas. La manera de describir el mundo es diferente en cada lengua, en cada idioma. Y en el caso de Asturias, particularmente, tenemos una lengua milenaria. Los primeros escritos en asturiano son del siglo XI. Es hermosa. La primera novela escrita por una mujer en llingua asturiana es anterior a la primera escrita por una mujer en lengua castellana. Tenemos una historia muy rica. Para mí es tan evidente… ahora mismo, lo que cuestiona Vox no es la oficialidad o la no oficialidad, ¡es que exista! Ahora están lanzando el discurso de que no existe la llingua asturiana, de que es un invento... son muy garrulos, hay que ser garrulo para decir eso. Una persona que no conozca quién es Jovellanos, quién es el padre Galo, que no conozca los foros de Avilés… se lo puede creer, pero está ahí. Y no existe una asignatura de literatura asturiana en la escuela, entonces hay mucho desconocimiento.
¿Qué se puede hacer?
Utilizarla. Ahí está el poder. Cuando la utilicemos, no van a tener más remedio que oficializarla.
¿A quién harías tú ministro o ministra de Cultura?
Mercedes Peón. Es una bruja… es una mujer que trabajó en un programa de la tele gallega mucho tiempo. Hacía trabajo de campo, de música, de baile tradicional. Y tenía una melena súper larga, canta que te mueres… y cuando dejó Luar se rapó el pelo y hace una cosa súper electrónica, oscura, con panderetas, canta… es que es una bestia del escenario. Y una gran feminista. Es increíble que no se la conozca, una mujer excepcional y con un discurso muy potente.
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