"Hace dos años mi vida era una mierda, / empecé a rapear y les parecía la comedia. / Me apoyó la gente de la residencia y no pienso parar hasta ir a La Resistencia", rapeaba la tinerfeña Sara Socas en mayo de 2019. Ahora, apenas siete meses después, no solo ha ido al programa de David Broncano sino que viaja por todo el mundo gracias a sus barras.
Es una evidencia que las batallas de gallos, donde raperos —usualmente dos— se atacan verbalmente rimando e improvisando, son cada vez más famosas. Lo que hace una década era un movimiento marginal y muy hermético, se ha convertido en casi una competición como cualquier otro deporte. Esta comercialización, por denominarla de una manera, sigue siendo difusa puesto que muchos de los nuevos seguidores de este arte desconocen el funcionamiento de las batallas de gallos.
Así, se ha viralizado en redes sociales una contestación a Rapder —un rapero mexicano— en la que hacía referencia a las mujeres asesinadas en México por violencia de género. "¿Que las [mujeres] hermosas están en tu país? / ¿Entonces por qué coño las estáis dejando morir? / Porque solo las valoráis por la belleza, / no os fijáis en lo que hay dentro de su cabeza / y las tratáis como si fuera la milanesa", replicaba Socas.
En cuestión de horas, este canto feminista fue aplaudido por miles de personas que llevaron el nombre de Sara Socas a ser tendencia en Twitter. No obstante, muchos comentarios criticaban la actitud del rapero mexicano, a quien tachaban de machista y misógino. Si bien es cierto que, tal y como explicó Socas a EL ESPAÑOL, el rap está muy "masculinizado" y al principio las pocas mujeres de este mundo eran calificadas como "la chica que rapea" o "la chica que hace bulto", el movimiento está evolucionando y los insultos y ataques que se dicen los unos a los otros en el escenario se quedan en el escenario. Todos son compañeros. "Estoy seguro que en nuestro próximo enfrentamiento haremos algo aún más épico", escribía Rapder en su cuenta de Twitter tras la polémica batalla.
No es la única
Pese a ser la freestyler que más visibilidad tiene actualmente, Socas no fue la primera. En los primeros años de la Red Bull Batalla de los Gallos la rapera Jess ya abría el camino que terminaría explotando a final de esta década. La joven de 17 años Roma en Argentina o Erika Dos Santos en España son otras de las mujeres que también han participado en los eventos más relevantes del freestyle.
De hecho, fue Erika la primera mujer a la que Socas vio improvisar. Ahora, su amistad es una realidad. Asimismo, como casi todo el mundo, la tinerfeña conoció las batallas a raíz de la película protagonizada por Eminem, 8 millas. Pero el rap, gracias a su hermano, lo escucha desde los 10 años. No sería hasta marcharse a vivir a Madrid cuando Socas volvería a encontrarse con el rap y la improvisación. Tenía 19 años y en el colegio mayor en el que vivía conoció a unos chicos que rapeaban. Fue así como, poco a poco, la artista del momento empezó a unir palabras que se convirtieron en un hobby: "No era un ambiente negativo, no había rivalidad. Teníamos claro que nos gustaba improvisar y rapear y nos animábamos los unos a los otros", comentaba a este periódico.
Fue, paradójicamente, un hecho espontáneo, azaroso, lo que le hizo a Socas entrar en el mundo del rap. Nada preparado, como las mismas batallas. Y queriéndolo o no, se ha ensalzado su figura femenina y reivindicación feminista en el rap. "No hablo de mujeres ni hablo de mi cuerpo, / hablan tus palabras de tu falta de talento", rimaba sobre el hastío de tener que escuchar siempre ataques vinculados a su género y sexo. Precisamente, siempre ha recalcado que suelen ser sus contrincantes quienes le atacan por ser mujer. Ella solo contesta; no introduce el debate. "A mí me encantaría poder rapear de lo que sea, de la temática que me den. Pero son ellos los que me sacan el tema del machismo o del feminismo".
Sara Socas, quien todavía está terminando la carrera, se ha visto envuelta, gracias al hip-hop, en una voz que se ha alzado por encima de todos y por encima de cualquier frontera con su alegato en favor de las mujeres. Porque de eso trata el hip hop, de que cualquier persona con mensaje pueda transmitir justicia mediante la rima, como si de un poema político se tratara.