El caso guarda un parecido más que razonable con el del Tesoro de Sijena: obras de arte que se conservaban en Cataluña a pesar de ser parte del patrimonio aragonés, y un juez decidiendo el regreso de los tesoros a su lugar de procedencia. Eso es lo que ha sucedido este miércoles con 111 piezas depositadas en el Museo de Lérida, reclamadas por 43 parroquias de la Diócesis de Barbastro-Monzón frente a la de la ciudad catalana.
La resolución judicial, ante la que cabe recurso, encamina el desenlace de un conflicto que se remonta a 1998 y que ha sentado en el banquillo a dos obispos. Javier Lambán, el presidente de Aragón, ha reaccionando ante la sentencia reclamando que la sentencia se cumpla "de manera inmediata" y sin que sea necesaria la mediación de las fuerzas de seguridad, como sucedió con las obras de Sijena en diciembre de 2017. Estas son las piezas más destacadas que el museo leridano debe devolver.
El frontal de Treserra
Se trata de una de las obras de mayor valor de la colección, una pintura sobre madera del siglo XIII, procedente de la parroquia de Treserra (Huesca), que representa a San Vicente mártir, a la manera de Cristo en majestad. En los laterales se muestran escenas de su predicación y martirio. Habría sido realizada por un taller establecido en la zona de Ribagorza, que también decoró frontales de altar y otros elementos de mobiliarios litúrgicos de las iglesias de la comarca.
Arqueta y frontal de Buira
La iglesia parroquial de San Hilario, en la pequeña población de Buira, conservaba dos joyas patrimoniales como el frontal o la Arqueta. Se trata de una especia de cofre de madera del siglo XIV —solo hay medio centenar similares en todo el mundo— en el que destaca el motivo iconográfico del águila, rodeada de otros animales y de símbolos religiosos. Ambas piezas han sido declaradas Bien de Interés Cultural por el Gobierno de Aragón.
Natividad y Epifanía, de Jaume Ferrer
Las dos escenas relacionadas con la vida de Jesucristo y la Virgen, datadas en torno a 1434 y obra del leridano Jaume Ferrer, cuya obra se enmarca dentro del primer gótico internacional, forman parte de una serie de tablas realizadas en madera policromada al temple y pertenecientes a un retablo de la iglesia parroquial de Binaced (Huesca). Según el museo catalán, estas obras "pudieron formar parte de un retablo que presidía la capilla que la familia Requesens tenía en la Seu Vella de Lleida, la antigua catedral", datando su traslado a Binaced a principios del siglo XVIII.
La Virgen de Zaidín
Escultura en piedra tallada y policromada, procedente de la parroquia de Zaidín (Huesca) y fechada a mediados del siglo XIV, que representa a la Virgen María con el Niño Jesús en brazos. Es una bella obra, de fina talla y con un magnífico plegado de los paños, que transmite la la nostalgia propia del arte gótico francés.
Retablo de San Cristóbal
Pieza procedente de Santaliestra y formada por un cuerpo de tres tablas, dedicadas a San Cristóbal, Santo Domingo o Santiago el Mayor, entre otros, y coronado por una espléndida Crucifixión, y una predela en madera dorada tallada. Se puede encuadrar dentro de la pintura gótica hispanoflamenca, tan arraigada en Aragón y representada por pintores como Miguel Jiménez, a cuyo círculo se atribuye esta obra del último cuarto del siglo XV.
Tabla del Calvario de Tamarite
Tabla policromada al temple perteneciente a un retablo procedente de la ermita de San Miguel de Tamarite de Litera. Se atribuye al pintor ribagorzano Pedro García de Benabarre, quien pudo realizarla en la segunda mitad del siglo XV. Contiene una sencilla representación de la Crucifixión, formada por la figura central de Cristo, flanqueado por la Virgen María y San Juan Evangelista, ambos sentados. Al fondo, un hermoso paisaje con la imagen de una ciudad amurallada que representa Jerusalén.
Más obras destacadas
Entre el resto de obras que el Obispado el Consorcio del Museo de Lérida deberán devolver a Aragón sobresalen, también, una pintura sobre tabla de San Martín Obispo (del siglo XV, atribuida al pintor aragonés Martín Bernat y con rasgos renacentistas, formaba parte del retablo de la desaparecida iglesia parroquial de Lascuarre), el retablo de San Antonio Abad (obra del citado Jaume Ferrer y con influencias de las escuelas aragonesa, catalana y valenciana) o la tabla de San Juan Bautista de Zaidín.