Imagínate que llevas casi dos años en coma y que la única Rosalía que conoces -por algún titular que otro- es la mujer de Luis Bárcenas. Imagina que no eres uno de los siete millones de seguidores en Instagram, 800.000 en Facebook y 460.000 en Twitter que siguen a la cantante de 26 de años de Sant Esteve de Sesrovires, ni tampoco has contribuido a que sume 1.852.526.144 de visualizaciones en Youtube de sus actuaciones y espectaculares videoclips. Imagina también que no has escuchado ni visto ningún reportaje sobre su vida y -de momento- corta obra, su fortuna o su supuesta apropiación cultura.
Si así fuese y la noche de este martes hubieses vuelto a nacer en el WiZink Center de Madrid, probablemente hubieses disfrutado de uno de los mejores conciertos que ha acogido el recinto: una artista excepcional que ha puesto patas arriba la música latina a base de mezclar tangos, bulerías, fandangos -y hasta nanas- con el estruendo de motores, sirenas, palmas y frenazos. 84 minutos en los que la artista no ha fallado ni en una coma del guión preestablecido: desde su pegadizo Pienso en tu mirá al emocionante Bagdad.
Sin embargo, las 15.000 personas que hemos abarrotado el Palacio de los Deportes sí sabíamos quién es Rosalía. Hemos esperado durante meses su primer concierto en Madrid y nos hemos encontrado todo lo que ya habíamos visto -y escuchado-. Todo ha sido predecible. Ni la aparición del puertorriqueño Ozuna para Yo por ti, tú por mi ha sido una sorpresa, puesto que ya se especulaba sobre su presencia al estar de promoción en la capital.
Todo impecable, pero nada maravilloso. Todo lo que ya habíamos visto, nada nuevo. Ni un margen para lo nuevo, lo improvisado. Se ha lucido con los tres minutos a capela de Catalina que han hecho que enmudezca todo el Palacio de Deportes. Ha conseguido que el público baile con Aute Cuture y Con Altura, que se emocione con De Madrugá y que griten el Yo por ti, tú por mi.
Rosalía ha querido poner a su manera el broche de oro final a la gira de 41 conciertos que comenzó en marzo en Buenos Aires y ha acabado este diciembre en Madrid. El primer punto y aparte de una carrera meteórica que le ha llevado -casi- a lo más alto, aunque ella -aún sin creérselo demasiado- simplemente la haya resumido con eso de que “El mal querer ha significado mucho y me siento muy feliz”.