Los talibanes no cesan en su intento por convertir la vida diaria de los afganos y afganas en una auténtica pesadilla. La guerra y conflicto civiles han obligado a millones de habitantes de todas las clases sociales, a dejar su país en busca de un lugar más seguro en el mundo.
Los últimos acontecimientos están obligando al exilio forzado de gran parte de los ciudadanos, algo que han padecido muchas escritoras, como tres figuras indispensables que pusieron en marcha su activismo para utilizar la palabra como el único arma con el que luchar por una mayor igualdad de derechos para las mujeres afganas.
Estras tres mujeres alzaron (y alzan) la voz sin miedo para dar a conocer al mundo una realidad llena de crudeza, que continúa condicionando la vida de miles de personas y que ahora, más que nunca, se ve vulnerada.
Malalai Joya
Malalai Joya (Provincia de Farah, 1978) es una activista, escritora y política de Afganistán. Entre los años 2005 y el 2007 fue parlamentaria en la Asamblea Nacional de Afganistán, aunque fue destituida por denunciar públicamente la presencia de caudillos y criminales de guerra en el Parlamento afgano. Lanzaba siempre fuertes críticas hacia la administración de Karzai y sus partidarios occidentales, sobre todo hacia Estados Unidos lo que provocó que recibiera varias amenzadas.
Su suspensión en mayo de 2007 generó una oleada de protestas a nivel internacional y los llamamientos para su reintegro han sido firmados por escritores de gran reconocimiento, así como intelectuales o políticos, incluidos miembros del Parlamento de Canadá, Alemania, Reino Unido, Italia o España. Desde la BBC la denominaron como "la mujer más valiente de Afganistán"; en 2010, la revista Time colocó a Malalai Joya en su lista anual de las 100 personas más influyentes del mundo, y The Guardian la sitúa entre las Top 100 women: activists and campaigners.
Cuando Malalai Joya tenía 4 años, su familia huyó de Afganistán para vivir como refugiados en Irán, donde se involucró en el trabajo humanitario. Después de la retirada soviética, Joya regresó a Afganistán en 1998 durante el reinado de los talibanes. De joven trabajó como activista social y fue nombrada directora de la Organización para la Promoción de las Capacidades de las Mujeres Afganas (OPAWC) en las provincias occidentales de Herat y Farah.
El foco internacional se ha posado sobre ella a raíz de muchas de sus intervenciones y discursos, siempre críticos y valientes. El 7 de mayo de 2006, Malalai Joya fue agredida física y verbalmente por miembros del parlamento después de acusar a varios colegas de ser "señores de la guerra" y no aptos para el servicio en el nuevo gobierno afgano. Aún así, en respuesta a las amenazas que recibe, Joya continúa hablando en contra de aquellos y aquello que daña o es un peligro para la sociedad.
En 2017, afirmó que los activistas vivían una situación desastrosa desde la caída del régimen talibán, afirmando que "bajo los talibanes, solo teníamos un enemigo: ahora tenemos talibanes, señores de la guerra, Estado Islámico, fuerzas de ocupación que siguen lanzando bombas y los llamados tecnócratas, que se han comprometido a cambio de dinero y poder".
La vida y la actividad política de Malalai Joya han inspirado una novela de aventuras de Thomas Pistoia publicada en Italia, La leggenda del Burqa. Aunque si se quiere conocer la vida Joya en profundidad, es indispensable leer sus memorias junto al escritor canadiense Derrick O'Keefe: Una mujer entre los señores de la guerra: la historia extraordinaria de una afgana que se atrevió a alzar la voz.
Nadia Ghulam
Nadia Ghulam (Kabul, 1985) es una escritora y refugiada afgana en España con una alta implicación activista. Su historia de vida es una muestra de la necesidad de escapar del régimen talibán y sus rígidas prohibiciones contra las mujeres para conseguir cambios reales. Para ello, se hizo pasar durante diez años por su difunto hermano, hasta que años más tarde, narró esta experiencia en su novela El secreto de mi turbante. Una obra que le valió el Premio Prudenci Bertrana 2010.
Con su hermano muerto y su padre enfermo, las mujeres de la familia tuvieron que sobrellevar la situación bajo condiciones nefastas y sin poder acceder a un puesto de trabajo que les ayudase a seguir adelante. Es entonces, cuando a la edad de once años, Nadi Ghulam decidió cambiar de identidad y hacerse pasar por su hermano Zelmai para poder trabajar y alimentar a su familia.
Años más tarde, la Asociación para los Derechos Humanos en Afganistán (ASDHA) la trasladó a Barcelona, donde vive en la actualidad con sus padres adoptivos. Esta nueva vida no le ha alejado de sus raices, y la escritora está implicada en muchas iniciativas internacionales y de ayuda en la integración social de personas afganas.
Además de El secreto de mi turbante, la refugiada afgana ha escrito Cuentos que me curaron (2014), con Joan Soler, y La primera estrella del anochecer (2016). Está participando de forma muy activa en distintos medios en los que habla y reflexiona sobre la situación de su país natal, para lanzar un mensaje de socorro que ayude a proteger a los miembros de su familia y amigos que aún residen en Afganistán.
Homeira Qaderi
La escritora, educadora y activista Homeira Qaderi (Kabul, 1980) nació durante la ocupación soviética de Afganistán en una familia de artistas y profesores. Sus primeros años de infancia los vivió refugiándose de los conflictos y más tarde, tras la retirada soviética, vivió el inicio de la Guerra Civil afgana (1992-2001).
Cuando los talibanes conquistaron Herat, a Qaderi se le prohibió asistir a la escuela y tuvo que encerrarse en casa. La injusta situación le impulsó a movilizarse esquivando las duras condiciones impuestas por los talibanes, para defender los derechos de las mujeres afganas y el Estado de derecho, recibiendo la Medalla Malalai por valentía excepcional del presidente de Afganistán, Ashraf Ghani.
A la edad de 13 años, después de que los talibanes tomaran el control del país y se cerraran las escuelas de niñas, comenzó a enseñar en secreto a niños y niñas. Tras publicar su historia fue amenazada por las talibanes que la expulsaron del colegio y la impidieron volver. Es entonces cuando Qaderi se refugió en Irán donde durante siete años fue directora de la Sociedad de Instructores Culturales e Artistas Afganos, establecida para escritores afganos que residen allí.
Tres de las historias de Qaderi fueron publicadas en Herat, convirtiéndose en la única escritora afgana publicada en Afganistán ese año. Y en 2003, recibió el Premio Sadegh Hedayat por su cuento titulado, Baz Baaran Agar Mibarid.
Años después Qaderi comenzó a enseñar como profesora en la Universidad de Kabul, y más tarde también en la Universidad Mashal, la Universidad Gharjistan y la Universidad Kateb. Además de organizar varios movimientos sociales en paralelo para continuar su lucha por la igualdad de derechos para las mujeres afganas, ha dado numerosas conferencias a lo largo del globo, y es una de las figuras feministas más importantes de Afganistán. Esta activista por los derechos de las mujeres es actualmente asesora principal del ministro de Trabajo, Asuntos Sociales, Mártires y Discapacitados de Afganistán, además de continuar como profesora en la Universidad de Kabul.
Qaderi es autora de seis libros, incluida la novela Silver Kabul River Girl, publicada en Irán en 2009 con gran éxito de crítica y Aqlema (2015), una novela de reflexión sobre la guerra y el exilio.