El Paseo de Coches del Retiro resuena con el ajetreo del montaje de la edición número 80 de la Feria del Libro, presencial y con una reducción de aforo que promete garantizar todas las medidas de seguridad. Una cita postergada por la pandemia pero que este año pretende convertirse en un "punto de encuentro" entre lectores, autores, libreros y editores.
Los primeros meses de 2020 resultaron fatales para una industria que ha vivido trimestre tras trimestre de perdidas. Con el viento de nuevo a favor y un repunte en las ventas de libros, esta Feria del Libro promete dejar muy buenos resultados en el sector.
Ochenta años después de su primera edición este encuentro anual ha cambiado mucho en sus ocho décadas de historia. En 1933 fue el Paseo de Recoletos, frente a la Biblioteca Nacional, el lugar escogido para celebrar la primera Feria del Libro de Madrid, coincidiendo el aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes. Un encuentro que ya contaba con casetas dedicadas a editoriales de países latinoamericanos y con el que la República pretendía promocionar la cultura entre la sociedad.
Ocho décadas después, ese compromiso por la cultura permanece entre los libreros y editores que cada año se dan cita en el Parque del Retiro. Una celebración de la cultura por la que pasan millones de visitantes todos los años y que en su 80 aniversario vuelve a la presencialidad, aunque reduciendo aforos para garantizar los protocolos sanitarios.
Un compromiso con la cultura
Manuel Gil, director de la Feria, ultima los detalles a un día de su apertura, el teléfono no deja de sonar en su oficina. Habla de la feria como de una responsabilidad civil de cara a la sociedad, un encuentro que se ha convertido en una cita indispensable para la vida cultural de la ciudad y que ha querido acoger el subtítulo de "reencuentro" en su edición más atípica. Entre el 10 y el 26 de septiembre se esperan unos 300.000 visitantes, cifras muy inferiores a las de ediciones pasadas, pero de las que se estiman una mayor cantidad de compradores.
Su director explica que las reducciones se han visto sobre todo en el número de puestos, en parte por la coincidencia con la campaña de libros de texto, dejando fuera de juego a algunas editoriales centradas ahora en la vuelta a las clases. De 361 casetas en su anterior edición se ha pasado a 320, aunque Gil insiste: "En 2019 tuvimos 1.800 autores, para esta edición ya llevamos más de 1.000, no hemos perdido en cuanto a oferta".
Señala la importancia de celebrar esta edición de forma presencial, "los consumidores reclaman el cara a cara y conocer a sus escritores favoritos, tiene que ser así". El año pasado la organización de la Feria intentaba capear el temporal con una edición online. En España, solo el año pasado la compra de libros por internet aumentó en casi un 40%, la mayoría a través de Amazon que sigue copando la mayor parte del sector. Un hueso duro de roer que no ha impedido que cada vez más editoriales y librerías independientes se lancen a esta forma de comercio.
Colombia
Este año Colombia es el invitado de honor bajo el lema "diversa y vital". Un escaparate perfecto para afianzar autores archiconocidos del panorama literario paisa y dar a conocer otros nuevos. Tomás Rubio y Viviana Reyes han sido los encargados de coordinar este intercambio en el que participan hasta cincuenta editoriales colombianas.
Más de 3.000 títulos de diferentes autores, muchos de ellos disponibles por primera vez en nuestro país como Velia Vidal o Beatriz Helena Robledo. La librería Lata Peinada ha sido la encargada de ayudar en las labores de gestión y logística de este proyecto que pretende acercar autores colombianos al mercado español.
Sin embargo, la iniciativa no ha estado exenta de política. En declaraciones para los medios, Luis Guillermo Plata, el embajador colombiano en nuestro país, aseguró que la lista de escritores seleccionados para esta muestra se había escogido en cuanto a su "neutralidad". Dando a entender con sus palabras que los más críticos con el gobierno del presidente Iván Duque —cuya popularidad está en declive tras las protestas multitudinarias que se extendieron por todo el país— no se tuvieron en cuenta.
Un gran esfuerzo
Entre los libreros y editores la palabra "esperanza" se repite. Afrontan la Feria con ganas y grandes expectativas. Algunos hablan de Sant Jordi como un buen augurio para el sector, con un mayor consumo por parte de los visitantes. Sin embargo, también critican la falta de espacio en una edición que algunos tildan de "claustrofóbica", y muchos se preguntan por qué no se ha usado la totalidad del parque.
Para ellos es un gran esfuerzo estar presentes año tras año, un enorme desembolso que muchos negocios independientes no se pueden permitir. Un escaparate que puede marcar la diferencia para muchos y que sobre todo ofrece la posibilidad de generar lazos y cercanía con los consumidores. Aunque insisten en que hay que generar ilusión y animar a todos aquellos que se pasen entre el 10 y el 23 de septiembre por el Parque del Retiro a disfrutar de la gran fiesta de la literatura en Madrid.