El pueblo de Ea se asoma a la costa de Vizcaya desde un largo desfiladero que da al mar. Una pequeña ría discurre entre las casas por el interior del pueblo, en sus márgenes se descuelgan decenas de miradores de madera pintados de vivos colores. Siguiendo el rastro del agua aparecen la playa y un pequeño puerto. Su salida al cantábrico está guardada por dos grandes paredes de roca que se abren a cada lado, actuando de barrera natural frente a las imponentes olas que azotan los acantilados.
A través de un recodo se abre un camino que lleva hasta la ermita de Concepción Baseliza. En su interior descansan, junto a las imágenes sagradas, los exvotos de barcos de madera, réplicas de pesqueros y embarcaciones como ofrenda al mar para templar su furia. A lo largo de toda la costa, el recuerdo de quienes perecieron en sus aguas convive de cerca con sus gentes. Maridos, hermanos e hijos perdidos en las temibles galernas, tormentas mortales e imprevisibles, capaces de hundir barcos en cuestión de segundos.
Hasta donde termina el mar (Planeta) arranca en el pueblo de Ea, durante uno de estos terribles temporales. Los hermanos Dylan y Ulises Morgan esperan la vuelta de su abuelo, a bordo del vapor Anabelle. Sin embargo, hasta la costa solo llega el cuerpo de una misteriosa mujer, Ofelia. El detonante de una historia plagada de misterios y secretos que se irán desvelando a medida que la recién llegada recupere la memoria. Alaitz Leceaga firma esta novela con tintes victorianos y góticos. Un libro que llega a las librerías tras obtener el Premio de Novela de Fernando Lara 2021, un galardón con el que abre una prometedora carrera literaria.
De lamias y leyendas
"Una leyenda se forma a partir de un hecho real, eso es lo que inspira la novela", explica Leceaga a través de sus gafas de sol. La nube de periodistas sigue sus pasos a través de los escenarios de la novela, una visita organizada por Planeta para conocer mejor la inspiración del libro: sus paisajes.
La autora dedicó un año y medio a la documentación de la turbulenta relación entre el mar y su impacto en la memoria de los vecinos de Vizcaya. "Pude hablar con personas que recordaban las galernas y los años exactos en que ocurrieron. La tragedia vive en su recuerdo", explica desde la proa pequeño barco que atraviesa la ría de Urdaibai, al fondo quedan Mundaka y sus famosas olas.
Sus protagonistas conviven entre el peso del legado familiar, las tradiciones y un triángulo amoroso que pondrá en jaque a ambos hermanos. Ofelia y Ulises profetizan con sus nombres el destino cruel al que están sujetos. Un detalle que la autora señala como simbólico y que bebe de su fascinación por la literatura gótica y victoriana, con especial atención a la de las hermanas Brontë.
Los pueblos de la zona sirven de eco a las lamias, reproduciendo el legado de estas criaturas en los nombres de las poblaciones que manchan sus costas. Ofelia tiene escamas en su cuerpo y los pies unidos por una membrana de piel que recuerda a las historias de sirenas que los marineros cuentan en altamar. Estos seres de la mitología vasca aparecen también en Hasta donde termina el mar, reviviendo un folclore omnipresente en la novela.
La misma noche de la tormenta llega a la costa mecida por el oleaje, vestida de novia en plena tempestad. No recuerda nada de su vida anterior, aunque guarda un desconcertante parecido con otra muchacha desaparecida veinte años antes. A medida que recupera la memoria se irá acercando cada vez más a los misterios que atañen a las decenas de mujeres desaparecidas en el pueblo.
Los secretos de la costa
Remontando la costa de Vizcaya, a doce kilómetros al oeste de Ea, se erige el faro de Santa Catalina. Construido en 1862, servía de aviso a los marineros perdidos que se intentaban acercar hasta sus imponentes costas. Justo a su lado las olas se estrellan contra un precipicio que se abre hacia el interior de la tierra. Desde el agua es posible acceder a un complejo sistema de túneles que conforma las cuevas de Santa Catalina. Su interior esconde restos de fósiles, pinturas y animales con más de 10.000 años de antigüedad.
La escritora hace hincapié en la importancia de los paisajes dentro de la novela: "El misterio se ve potenciado por la ambientación, conseguir que el clima, la naturaleza o el paisaje forme parte de la trama es muy importante para mí". A medida que la marea sube, el interior de las cuevas cambia, convirtiéndose en una trampa mortal para quienes se intentan aventurar hacia su interior.
Los secretos de Santa Catalina se unen a otra de las historias de folclore que permiten a la autora anclar la novela en una época de supersticiones y miedos. El cuento de Barba Azul fue recogido por Charles Perrault en 1695, la historia de un hombre que escondía los cadáveres de sus anteriores mujeres, atrayendo nuevas doncellas hacia su apetito insaciable. Un secreto que alimenta también el terror entre las mujeres de Ea, víctimas de las desapariciones que asolan al pueblo. Un terrible destino que arrastrará también a Ofelia.
Su autora señala la importancia de que el misterio emane de los mismos personajes, desentrañando sus secretos a medida que se adentran en los paisajes de la costa de Vizcaya. Un libro que mantendrá enganchado a sus lectores, intentando desentrañar la verdadera naturaleza de cuanto el mar arrastra hacia la costa, por terrible que sea.