La Nigeria de Crónicas desde el país de la gente más feliz de la Tierra (Alfaguara) existe solo en la imaginación de su autor. Un lugar donde los estragos del poder y las relaciones políticas se conectan con la realidad material del país africano, pero que solo se podrían sostener a través de la mirada de un escritor que llegó a dedicar su discurso de entrega del Nobel a la reivindicación del entonces preso Nelson Mandela. La sátira política da paso al regusto amargo de la corrupción que vertebra una trama de tráfico de miembros humanos; la clave que desvelará los abusos de poder en torno a una práctica que trastocará todas las capas de la sociedad nigeriana.
Wole Soyinka vuelve después de cincuenta años con una imponente novela plagada de misterios, con la dosis suficiente de ironía como para tomar el pulso al mismo poder que provocó su encarcelación a finales de la década de los 60. La guerra civil de Nigeria arrasó con los últimos resquicios de libertad de un país sometido al poder y los intereses coloniales, dejando una huella que todavía perdura en un país; y de la que Soyinka sigue siendo una de sus voces más críticas en el ámbito internacional.
Su compromiso político y social está presente en sus numerosas obras de teatro, poemas, ensayos y películas, aunque añade: "No me considero un novelista". Medio siglo después de su segunda novela, Season of anomy, regresa ahora con un nuevo trabajo, así como la reedición de su autobiografía en nuestro país, Aké (Alfaguara), publicada en 1981.
"Hay que diferencia autoridad de poder. El poder es antidemocrático y antihumano. Por eso los políticos aspiran al poder, pero no a la autoridad". Una visión mordaz que le hizo merecedor del Premio Nobel de Literatura en 1986, el primero que se entregaba a un escritor africano y al que el nigeriano se ha referido como "un enorme peso".
"El Nobel de Literatura es un arma de doble filo. Quienes están en el poder lo ven como una amenaza que pone en riesgo tu existencia diaria". Estas mismas consideraciones fueron las que le llevaron a abandonar el país, huyendo de la brutal dictadura de Sani Abacha, la misma que acabó con la vida del activista medioambiental y amigo del escritor, Ken Saro-Wiwa.
Soyinka también se ha referido al último premio entregado por la Academia Sueca al escritor tanzano Abdulrazak Gurnah como un rasgo positivo; desechando "sistemas de cuotas" para la literatura no-occidental en este tipo de premios, a las que ha calificado como "condescendientes y humillantes". El africano ha expresado su deseo de que "la Academia tenga un espíritu aventurero, dispuesto a encontrar otro tipo de voces".