Casi todas las canciones de Javier Ruibal contienen besos. Este andaluz de 60 años vive donde nació, en el Puerto de Santa María, porque dice que en ninguno de sus viajes encontró razones para mudarse. En esa ciudad gaditana escuchó la primera canción que se le tatuó en la sien: A Hard Day’s Night, de los Beatles. Tenía 9 años y le despertó las ganas de ser músico. Con 13, compuso su primer tema. Lo escribió en inglés: “Era la moda y además, a las chicas les gustaba que cantara en guachu-guachu.”

El año pasado cumplió 35 en la profesión y lo celebró grabando un disco en directo. En 35 aniversario están muchos de sus amigos: Martirio, Kiko Veneno y Jorge Pardo son sólo tres de los treinta que se unieron a la fiesta. “Me faltó Javier Krahe. A él le enseñaba mis letras y me ayudaba. Conmigo era benévolo. Lo echo mucho de menos.”

Javier Ruibal junto a Pasión Vega.

Amor arrebatado

Lo del inglés fue una fiebre de pubertad, no el amor arrebatado, protagonista de muchas de sus letras. “Me gusta pensar que el amor puede ser siempre así, sobresaltado y pasional. Será que nunca superé la adolescencia”.

Yo sufría un sofoco en el balcón 


mientras alguien se daba un atracón 


en ese cuerpo que era tan mío. 


Y un picor de franela y de pasión 


me subía por el pantalón, 


y, en la espalda, un sudor frío.

Así reza Pensión Triana, quizás su calentón musical más conocido. Él asegura que esa y otras letras tienen poco que ver con su vida. “Son todo proyecciones de futuro. Yo, como muchos, siempre ando fabulando sobre pasiones exacerbadas.” Los versos los acompaña con melodías que vienen del flamenco, de la música brasileña y de la del Norte de África, música que escuchaba en la radio cuando era crío.

Pero él no hace jondo, ni bossanova, ni pop y ni siquiera acaba de sentirse cantautor. “Lo que hago es la música que no escucho en ningún sitio.”

Andaluz atípico

En su casa del Puerto, Ruibal responde a las preguntas por teléfono. Al pedirle que use sus ojos para explicar el lugar desde el que habla, enumera un patio de vecinos, unos chiquillos que juegan y una palmera. Esa es la alegría mediterránea y subtropical de la Bahía de Cádiz, a la que él añade un alma flamenca y un tempo árabe. Habla con pausa y con risa, no porque todo sea guasa, sino porque cree que son los dramas los que no precisan condimento.

Soy atópico y me gusta. Soy andaluz y muy partidario de que la música proporcione alegría. Pero no temo tocar espinas

“No creo que los andaluces seamos dóciles, más bien somos indomables”, asevera y afirma que en su tierra sólo son colectivos para las fiestas: Feria, Semana Santa o carnaval. Su tono cambia cuando habla de dos de sus paisanos más admirados: Paco de Lucía y Camarón. “A mí me volvieron la cabeza del revés. ¡Dos tipos de pueblos cercanos al míos revolucionando el flamenco!” Eran los años 70 pero aún lo dice con admiración. Era joven y ellos le dieron alas a quienes ya pensaban que el flamenco podía ser punto de partida para probar otras cosas. Él intentó su propia fórmula. “Soy atópico y me gusta. Soy andaluz y muy partidario de que la música proporcione alegría. Pero no temo tocar espinas”. Ahí aparece el otro Ruibal: el que llena sus canciones de besos pero reclama la boca también para protestar.

Esperanzas por el sumidero”

Se define como “hijo de la Transición”, una etapa en la que hubo, dice, dos maneras de ser cantautor: una muy reivindicativa y otra más “anarcoide”. Él cree que los artistas deben centrarse en el arte pero no evita denunciar lo que le parece reprobable. “El temperamento artístico debe ayudar a explicar las cosas para que las entienda todo el mundo. Pero sin monsergas.”

Lucía Ruibal junto a Javier Ruibal.

Dice que con los años, ha visto “muchas esperanzas irse por el sumidero” y que en esas situaciones, hay que dar un paso al frente. Ha tenido desilusiones políticas y no duda en señalar la que más le duele: “Lo peor son los que se llenaron la boca de pueblo y luego lo arrastraron por el barro”. No da nombres ni siglas, dice que es fácil identificarlos.

Es de la opinión de que si el arte sólo es denuncia, pierde su fuerza. No habla con acritud ni usa tiritas. Tampoco en su propia carne. “Digo lo que pienso y lo canto, pero no me siento bien haciéndolo. Me parece muy fácil decirle a la gente qué hacer o qué pensar desde un escenario.”

Colaboraciones escogidas

La tarea de Ruibal no se limita a sus discos. Ha compuesto para espectáculos de la bailaora Sara Baras; escrito letras para Ana Belén y para su querido Krahe y como le gusta el cine, se atrevió a actuar en Cuentos de las dos orillas, película de otro andaluz empeñado en reventar clichés: Jesús Armesto.

Lo peor son los políticos que se llenaron la boca de pueblo y luego lo arrastraron por el barro

El año pasado su compañero de viaje fue Juan Echanove, para quien compuso las músicas de La Asamblea de mujeres, texto de Aristófanes que presentó en el último Festival de Teatro Clásico de Mérida. “Que nos devuelvan las ruinas”, se titulaba una de las piezas, que también está en 35 aniversario. Es un pasodoble con aires de chirigota en el que Echanove canta y toca el pito carnavalero:

Platón erre que erre con su idea

Mirón mira que mira los detalles

Homero, Fídias, Píndaro y Esquilo

Todos han pasado un kilo

de la gente de la calle.

Esa mezcla de reivindicación divertida y disfrute carnal con toques de poesía suburbial fue un gancho para las majors cuando Ruibal empezaba. Su affaire con la gran industria fue con Ariola. Cree que no apostaron por él lo suficiente pero también considera que de haberlo hecho, quizás hoy no se sentiría tan libre. “Como dice Martirio, no hay que darse con la porra de pinchos. Ya sabemos que esas empresas se arriesgan sólo cuando saben, intuyen o se empeñan en que un artista sea rentable”.

Presente y futuro

No echa de menos aquella etapa y es difícil imaginarlo más libre. Este disco conmemorativo es toda una celebración. “Fue idea de mi hijo Javi, que también lo ha producido”. Su vástago es un batería y percusionista muy apreciado en los espacios del jazz y el flamenco. Su hija Lucía también es artista. En su caso, bailaora. “Uno intenta protegerlos del descalabro físico y moral”, dice Ruibal haciendo varias pausas para acabar confirmando que esa es una tarea casi imposible.

Que nos devuelvan las ruinas

Sobre el presente, explica que anda escribiéndole letras a David Palomar y a Pasión Vega. ¿Cuáles son los planes para los próximos 35 años? La frase que adorna su perfil de whatsapp contesta mejor que él a esa pregunta.

Qué lujo, ¿no te parece?

Poder decir “estoy aquí y amanece.”

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