Chuma tiene dos cuernos negros y curvos, una boca con forma de perrito caliente y un ojo grande y amarillo -cíclope, como el de Mike en Monstuos, S.A.- rematando su cabeza de pelo blanco. No da miedo. No muerde. Es un extraterrestre bueno, ¡casi civilizado!, con su camiseta y sus zapatillas que parecen Converse. Habla una lengua extraña basada en su propio nombre, repite "Chuma-chuma" -ya saben: de la escuela de "pikapikachu"-, emite gruñidos y risitas dimensionales y mueve sus brazos cortos para bailar como si no hubiera un mañana.
Le gusta el helado con sabor a moco y mirar las estrellas. Aún no sabemos bien cómo ha acabado aquí, en nuestro planeta. Él, que era músico allá en su galaxia, andaba en plena gira interdimensional -por la dimensión robot, la zombi, la lagarto, la pato...- cuando, sin venir a cuento, tuvo un accidente y cayó en un concierto de Vetusta Morla. No entendía nada: ¿quién era toda aquella gente que le miraba, sorprendida, con la friolera de dos ojos?
Vetusta Morla y Chuma se hicieron compadres y dejaron que se quedase a vivir en su local de ensayo, donde pasaban tardes enteras sacando melodías
Intentó comunicarse con los seres humanos, pero, aunque podía entender su idioma, no sucedía igual al revés. Por suerte, los chicos de Vetusta tuvieron mano con él: "Pucho, Chuma", "Chuma, Pucho", un abrazo blando y el buen rollo se instauró en los camerinos. Se hicieron compadres y dejaron que se quedase a vivir en su local de ensayo, donde pasaban tardes enteras sacando melodías. Chuma toca el instrumento que le echen: la pandereta, el ukelele, el bajo, la batería. Nada que envidiar a los padres de Maldita dulzura. "Si toco mejor que ellos", dice, con su ojo estupefacto. Bueno, esa es la traducción. La expresión suena más o menos así: "Chumichumacha".
Los amigos de Chuma
Hubo algo de drama cuando Vetusta Morla tuvo que irse de gira a Alemania, pero Chuma pronto hizo más amigos: Fuel Fandango -que le enseñaron a menear el abanico-, Leiva -que le puso un pañuelo en la cabeza y le inculcó el salto "en plan rockero"-, Carmen Boza, Rayden... no por eso dejó de esperar el regreso de los Vetusta en el aeropuerto, cogiendo un cartel con sus enormes manos, cual grupi con corazones pintados en los pechos.
La historia de amor arrancó cuando conoció a Alberto Rodríguez (Chumi). Fue, simplemente, paseando por la calle. ¡Por fin un ser humano que le entendía! Hermoso e inexplicable. Han montado el grupo de música Chumi Chuma y ya lo están petando: este domingo, 13 de noviembre, dan un concierto en la Sala Mirador de Madrid a las 17 h., y se agotaron las entradas el primer día. Su intención es poner a bailar a todos los niños y padres del mundo: todo apunta a que lo van a conseguir. El próximo show será el 29 de enero en el Circo Price dentro de la programación del Inverfest.
Mientras, para ir aprendiéndose sus canciones, está el libro disco Baila sin parar, ilustrado por Bakea (Juan Carlos Paz), el rey de los lápices y los monstruos que no hacen nada. "Todos los días te tienes que levantar, ir a la escuela y ayudar a tu mamá, pero en el fondo, lo que te gusta es bailar, y en cualquier sitio te puedes poner a practicar: en el parque y en el metro, de camino a casa y en el ascensor, en el patio del colegio, cualquier sitio es bueno y este es el mejor", cantan Chumi y Chuma.
Como el monstruo padece de halitosis, nunca sale de gira sin su cepillo de dientes. Hasta le ha dedicado una canción: "Mira qué brillo cuando saco mi cepillo a pasear, me lavo los dientes y me quedan relucientes de verdad... voy de arriba a abajo sin que me cueste trabajo el limpiar, y es más divertido porque voy siguiendo un ritmo tropical". Todo para conseguir unos "dientes tan bonitos que cualquiera que los vea pensará que son igualitos a las perlas que hay en el fondo del mar".
Perros invisibles y vicis con uve
Chuma, aun siendo la mascota de Vetusta Morla, también tiene una: un perro llamado Torquemada, que es invisible. Tiene sus ventajas: no deja pelos en el sofá y asusta a los abusones. "El otro día lo llevé a pasear, la gente por la calle no paraba de flipar, todos lo oían pero no podían ver que ¡Torquemada el perro invisible es!". Aunque no tiene novia -y Chumi ha dicho que no nos piensa hablar de la vida privada de su amigo-, también ha escrito una canción para demostrar el amor cuando se tercie. Se llama Sabes que te quiero: "Dame un beso, ¡y sabe a queso!".
Aunque Chuma no tiene novia, ha escrito una canción para demostrar el amor cuando se tercie. Se llama Sabes que te quiero: "Dame un beso, ¡y sabe a queso!"
El monstruo viaja en bici. Pero no en una bici normal, con bé, sino en una v.i.c.i., que es un vehículo interestelar. Gracias a ella viaja mucho, recorre diferentes lugares y, por el camino, inventa historias que acaban convirtiéndose en canciones, como La balada de las estrellas y el cowboy. Lo que más le preocupa a Chuma del mundo es que los niños se vuelvan zombies de tanto mirar las pantallitas de sus móviles, de la consola, del ordenador o de la televisión. "Sus bocas se abren de par en par, sus ojos todo rojos que parecen estallar, y ya no hablan, solo hacen ruido como el gruñido de un animal", canta. "Ser un zombi, zombi, zombi te vas a quedar, zombi, zombi, zombi si no apagas la tele ya".
Chuma trata de convencer a los niños de que no hay que tener miedo: si escuchas algo debajo de la cama, será Robobot bailando. El monstruo del armario está de vacaciones, y los crujidos extraños son de su amiga Marina comiendo galletas. La oscuridad... significa simplemente que es de noche. Y es un momentazo para acurrucarse en la cama y ponerse el pijama, "¡qué felicidad!". "Ya es hora de acostarse, hay que descansar; ya es de noche y se ha hecho tarde, hay que dormir ya", tararea. "Poco a poco tus ojitos se van a cerrar... sueña con los angelitos, trocito de pan".