Son mujeres jóvenes, abominan de la técnica y tienen al público con ganas de bailar. Las Bistecs y las Chillers, dos propuestas que nacen de la autogestión y el hedonismo, se juntan el viernes en la Sala Arena de Madrid, dentro de la gira San Miguel Music Explorers. Cada grupo tiene un lema: Las Bistecs su electrodisgusting, las Chillers, el chonismo. Sus fans se denominan entrecots y chilliebers. ¿Seriedad? Nunca.
“Nosotras somos unas mamarrachas. Pero tenemos algo que decir”, resume Alba Rihe, del dúo Las Bistecs. Desde el pistoletazo de HDA, un himno que numeraba y derribaba todos los miembros -literalmente- de la historia del arte (“el falo es tendencia en todos los museos/ no me quedan euros para ver algo tan feo”) no han parado. Son las precursoras del electrodisgusting, que mezcla electroclash y desfachatez a partes iguales, y que pisa fuerte desde 2014. Tras HDA llegó Universio, dónde invitaban a perrear “como Laica”, en clara sátira al reguetón más machirulo.
Este dúo de performers se conoció en Granollers, y fue al mudarse a Barcelona cuando decidieron contradecir a todo el que dijera que no debían cantar. Sus primeros bolos fueron en locales autogestionados punks y en fiestas gays, dónde captaron a un público -los denominados “entrecots”- que les acompaña desde entonces. “El público LGTB nos ha acogido siempre, han entendido que nuestra propuesta es un espectáculo, no solo música. Incluso ganamos un concurso de travestis en 2014, en la fiesta Que trabaje Rita”, cuentan.
Senda similar es la de Las Chillers, un grupo de mujeres madrileñas que se decantan por las versiones y el amor por las fiestas de pueblo. “Decidimos montar un grupo porque queríamos reproducir las fiestas populares de verano. ¿Por qué no podemos bailar a OBK todo el año? Empezamos con Amaral y cosas así y luego ya aprendimos. Al principio había canciones que no las podíamos hacer porque sólo sabíamos tocar cuatro notas.”, ríe Rocío Saiz, cantante de Las Chillers.
Para autoconvencerse organizaron el festival 'Hija qué seca', un espacio para artistas amateurs “sin talento alguno” y se lanzaron. Desde entonces no han parado. Sus conciertos son verbenas -o antiverbenas, como ellas han bautizado- dónde el público se sube al escenario a cantar y compartir unas versiones peculiares de Rebeca, Camela o Chiquetete. Son lo opuesto a la seriedad indie. Ellas lo llaman “chonismo ilustrado”. “Nosotras somos partidarias de esas músicas que para mucha gente quedan fuera de los estándares de calidad pero que son válidos y un referente cultural, sin duda. Todo lo que cuenta Paloma Chamorro sobre los ochenta, para mi generación eso es Chenoa o David Civera”, dice Rocío, nacida en 1990. “Tu puedes renegar de David Civera, pero ¿qué es lo que pides en una boda cuando vas un poco pedo?”.
Todo lo que cuenta Paloma Chamorro sobre los ochenta, para mi generación eso es Chenoa o David Civera
Las Bistecs también son muy conscientes de sus influencias. “Dicen que nos parecemos al hedonismo de la Movida, que nuestro mundo es excéntrico, pero la influencia verdadera son nuestras madres. Y Masterchef. Y Judith Butler. Todo eso mezclado”, afirma Carla Moreno. Frivolidad mediante, Las Bistecs se consideran un grupo concienciado. Sus señoras bien son “neobaratas antidemócratas” y animan en Universio a creer “en el progreso /Aunque luego vayas preso”. “Le damos una vuelta cínica a nuestro entorno y a lo que vemos por ahí”, dice Alba. “El falocentrismo, internet, el individualismo, la casta política...no nos cortamos”, concluye.
El éxito de Las Bistecs ha crecido exponencialmente. Las primeras canciones empezaron a moverse en 2014, pero fue con el videoclip de HDA que llegaron a un público más amplio. Y de ahí a la televisión, dónde el programa de Alaska y Coronas las lanzó en 2015. Desde entonces, su tránsito “entre el pop y lo vulgar”, como ellas definen, las ha llevado de gira por España y México y a publicar un disco previo crowdfunding, del que surge su videoclip para el tema Señoras Bien, del que se extrae un claro amor por Absolutely Fabulous, la serie de televisión británica.
Las Chillers siguen camino de emular a Las Bistecs: de las fiestas autogestionadas, muchas en torno al feminismo y a la visibilidad LGTB, han pasado a tocar en el día del Orgullo de Madrid. “Piensa que las Chillers nos conocimos en una liga de fútbol, de dónde sale la cantera de lesbianas de Madrid”, explica Rocío. “Tocar en el Orgullo era también una reivindicación: ¿dónde están las mujeres en el Orgullo? Que se nos vea”, dice. Ahora las llaman para actuar en salas de toda España.
Rocío tiene claro que algo ha cambiado. “El día que tocamos en el Orgullo nos vino a saludar Dioni, de Camela. Me dijo que quería haber llegado a tiempo para cantar con nosotras. Chimo Bayo también me ha escrito para ver si hacemos una versión juntos. ¿Te lo puedes creer? Yo casi me muero”.