El presidente y el rapero. El ario -anaranjado- y el negro. Hay un hombre de tupé traslúcido, con traje de chaqueta y corbata a rayas, que machaca sonrisa para la foto y señala con el dedo índice a su compadre. Ahí está el insondable Kanye West, de brazos cruzados, con su jersey oscuro, su colgante de oro y su nuevo decolorado en el pelo, que, en mágica osmosis, empieza a parecerse al de Trump. Él viene de corrido de una hospitalización, su hermano blanco acaba de ganar las elecciones a la presidencia de los Estados Unidos.
Se miran cómplices. Dicen que son "buenos amigos desde hace mucho tiempo". Quedaron ayer en la Torre Trump, en Nueva York. 15 minutos de sabe dios qué conversación entre dos de los tipos más influyentes de América. Les une una fuerza muy superior al amor: el don de llamar la atención oscilando entre la excentricidad y la barbaridad.
Ambos son valientes y juegan en esa cancha anfibia de ir a contracorriente pero pertenecer al star system. Otro punto que hace de nexo: se gustan a sí mismos y querían que Trump fuera presidente. "¿Os conté que no voté, no?", dice Kanye. "Pero si hubiera votado, lo hubiera hecho por Trump". Es de los pocos que en la esfera cultural lo han reconocido, uniéndose a algunos nombres como Paris Hilton, el actor Von Voight, el boxeador Mike Tyson o el mismísimo Clint Eastwood. La comunidad del hip-hop rechazó ferozmente la candidatura del multimillonario. Hasta su esposa, Kim Kardashian, hizo campaña por Hillary Clinton, con selfie incluida.
Amor por el poder
Pero quién va a estropear esta amistad si a los dos les seduce el poder: el propio rapero aseguró que se postularía a la presidencia en 2020 durante los VMAs del año pasado. No hay ninguna razón, en realidad, por la que se haya celebrado esta visita. Así debe ser entre las mentes simpatizantes. Aunque Kanye no hizo declaraciones en el momento -sólo posó para la foto-, más tarde se explicó: "Creo que es importante tener una línea directa de comunicación con nuestro futuro presidente si realmente queremos cambiar. Hay asuntos como el acoso escolar, el apoyo a los profesores, la modernización de currículums o la violencia que había que tratar".
Subrayó que quería tratar con el presidente electo "cuestiones multiculturales", incluyendo la intimidación, la educación y la violencia en su ciudad natal de Chicago. Con todo, ha recibido muchas críticas de sus fans por esta reunión. Donald Trump, encantado de fingir que se acerca al pueblo por reunirse con uno de los hombres más ricos del país. "Es un buen hombre", corrobora. "Hemos estado hablando de la vida". Se despidieron como dos colegas de la infancia: "Cuídate. Te veré pronto".