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“Estoy orgulloso de hablar con alguien a quien le va a tocar la lotería y se va a hacer rico”. Fernando Bermúdez, compositor, pianista y uno de los tres cabecillas de la trama de la “rueda” de la SGAE, ha sido interceptado por el Grupo de Delitos contra la Propiedad intelectual y el Grupo XI de Blanqueo de capitales y anticorrupción. “Me pongo nervioso al pensarlo”, le responde Javier Valero, responsable de Telemadrid en la la contratación de contenidos musicales, tal y como recoge el auto del juez de la Audiencia Nacional al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL.

La “organización criminal” contaba con la connivencia de los responsables de las televisiones, que “parecen recibir cargos en metálico por beneficiar los intereses de los investigados, estando claramente a su servicio”. Bermúdez se reúne con los directivos y cargos menores de las televisiones, “llegando a realizar conductas corruptas al obsequiarles para ganar su trato de favor”. Es una de las personas fundamentales de la “rueda”, junto con Manuel Carrasco.

Bermúdez es socio de la SGAE con 31 votos gracias a su alta facturación de derechos de autor. Crea EURODELTA, empresa que factura antes de 2005 una obra, sin recaudar cantidad alguna. Pero todo cambia desde 2006 a 2012, los años investigados: registra 644 obras y recauda 3,2 millones de euros. Antes de 2005, el investigado “no había tenido dedicación profesional relacionada con derechos amparados por la SGAE”. Su actividad se centra en “arreglos, versiones, variaciones y cadencias sobre obras de músicos de Schubert, Mozart, Sarasate y Falla”. Su mujer Ana María Beltrán también forma parte del entramado. Por su parte, Rafael Tena registró entre 2006 y 2012 un total de 20.173 obras y recaudó 7,8 millones de euros. En 2005, registró 14 canciones y obtuvo 82.793 euros.

La “rueda” es un rodillo de canciones chungas y dinero rápido. Lo deja claro el auto. Estos “cuantiosos beneficios no serían posibles basándose únicamente en la calidad de unos temas musicales que en muchas ocasiones son “compuestos” por personas con, cuanto menos, dudosos conocimientos musicales”. Autores, editores y personas ligadas a la música televisada han encontrado “un modo de enriquecerse con música de baja calidad utilizando una serie de “artimañas” en muchas ocasiones ilícitas”.

La investigación pone en evidencia la pérdida de calidad de los espacios musicales programados. Debido al trato de favor que obtienen los investigados por parte de las personas responsables de algunas televisiones de las emisiones musicales nocturnas, “hacen que la calidad de la música que se emite sea cada vez más baja”. El juez aclara que los implicados no se esforzaban dado que sabían que tenían las “emisiones garantizadas”.

La práctica estafadora tiene como consecuencia el deterioro de la música: “La situación es aún más gravosa para los autores que aún con más calidad y material más cuidado, se queden fuera de este negocio”.

El entramado de empresas más llamativo es el de Rafael Tena, a través de la empresa Oca a Oca, se centra exclusivamente en la administración de los derechos de propiedad intelectual de Fernando Pequeño Torres. Juntos facturaron el 70% de las obras registradas a Tele 5. Ha formado un trío que rueda con fluidez, formado por él mismo, Fernando Pequeño y Juan López Márquez (del grupo Coz). Tena controla y gestiona el grupo y ha mantenido contratos con las televisiones de Castilla La Mancha, Castilla y León, Televisión Canaria, la ETB Vasca, Antena 3, Mediaset y TV Gallega. Las empresas de Tena no tienen actividad, ni empleados, ni cuentas. Además, dispone de dinero fuera del territorio nacional, con cuentas bancarias en Andorra, al igual que Bermúdez.

La “rueda” parecía un negocio redondo. Tena creó la empresa Centro Europeo de Cirugía Plástica y Estética, para “invertir el dinero obtenido irregularmente y acumulado durante todos estos años con procedencia de la SGAE”. Así introducía grandes sumas de dinero en un circuito legal desvinculado de la música. Blanquea el dinero musical en un centro de cirugía estética.

En el auto también se destaca que se hizo todo lo posible por perpetuar el fraude que podría ascender a 100 millones de euros, y que tuvo en N. B. R. uno de los grandes apoyos en las contrataciones musicales del grupo Atresmedia. Ella es la persona que dirige la actuación de los principales miembros de la rueda para la perpetuación del sistema, tal y como explica el juez.

"N. B. R. está llevando la voz cantante de los miembros que participan en la rueda para recopilar todos los votos posibles con la delegación de firma en blanco y ser utilizados para impugnar una próxima asamblea". Es ella, además, quien "imparte instrucciones a personas que trabajan en distintos departamentos de la SGAE sobre cómo han de comportarse". Por si fuera poco, los investigadores también explican que aparecen indicios de que N. B. R. orquesta “un séquito de seguidores miembros de la SGAE, algunos de ellos sus altos cargos".

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