28 de julio. Por fin. Ha llegado lo nuevo de Arcade Fire, el tan esperado ‘release’ de su quinto disco: Everything Now. ‘Release’ en los anteriores discos era una palabra mucho más apropiada para las presentaciones del grupo canadiense. ‘Release’ se traduce como soltar, como si en cada canción abriesen la jaula y soltasen una bestia. Una detrás de otra, en una fiesta interminable. Esta vez parece ser que han domado a la bestia y que no saldrá de la jaula con la fuerza que habían tenido sus anteriores hermanos.
La alineación de la banda, prácticamente intacta desde el principio, tenía esa capacidad de mutar en un nuevo grupo cada vez que se metían en el estudio. Grabaron en Jamaica, Haití, Nueva Orleans. Cada vez con subgéneros distintos. Coquetearon con el punk, el rock, el pop, violines con sintetizadores y percusión africana. Arcade Fire mama de todos los terrenos.
Líricamente, han recorrido mucho. En Funeral (2004) había desgarradoras confesiones de la pareja Butler/Chassagne, su dolor narraba las pérdidas con tono metafórico -no lo era- y esquivaban el derrotismo con la energía que se expulsaba en cada tema.
Neon Bible (2007) era un disco que exploraba más hacia fuera que hacia dentro. Sus letras eran catárticas e incluso paranoicas, sin dejar de lado la empatía inalienable que acompaña a Win Butler donde sea que va. En The Suburbs (2010), álbum que les hizo ganar un Grammy a mejor disco del año, se plasmó la primera gran declaración del grupo en el showbiz. Había nostalgia y rebeldía que también acompañaron en The Reflektor (2013), su siguiente disco, quizá el más imaginativo de todos. Había que escuchar varias veces de principio a fin para hacerse con las ideas que aportaban los arreglos a las letras del álbum de dos discos.
Un disco sin gas
Parecía imposible que un grupo tan innovador perdiera potencia de esta manera. El disco, una crítica floja a la sociedad de la tecnología y el desapego humano entre las personas, exclama con poca fuerza sus intenciones. Canciones débiles, exceso de sintetizadores y melodías poco convincentes. Everything Now es un intento poco carismático de reivindicar amor, miedo y paranoia en la cultura del futuro.
El disco, una crítica floja a la sociedad de la tecnología y el desapego humano entre las personas, exclama con poca fuerza sus intenciones
Han pasado muchos años, como dice Jeremy D. Larson en pitchfork desde que Ok Computer lanzara tantas preguntas al aire y nos dejara con una combinación de sensaciones, que van desde el disgusto y la preocupación hasta la rebeldía y la adrenalina que provoca escuchar el disco una y otra vez. El miedo a la tecnología y la desinformación no es nuevo. Da la sensación de que Everything Now tampoco va a serlo. Han caído en la pálida ‘crítica social’.
Quizás han creado demasiada expectativa sus poco convencionales formas de promocionarse: irónicas noticias falsas sobre sí mismos con pistas escondidas para los fans más frikis -que, por cierto, han sido un acierto. Tal vez era la inercia misma que el grupo arrastraba desde siempre.
A pesar de que el grupo parece haber perdido velocidad, no todo es malo en Everything Now. Nunca lo es con Arcade Fire. Hay un poco de todo. La primera canción, titulada igual que el álbum, recuerda a ABBA y crea la inexplicable expectación del oyente por saber cómo se escucharán los estadios y las arenas enteras gritando la pegadiza melodía.
Esta vez parece ser que han domado a la bestia y que no saldrá de la jaula con la fuerza que habían tenido sus anteriores hermanos
También demuestran que son capaces de entrar en el universo íntimo de una persona exponiendo hasta el alma en Creature Comfort y de que pueden generar estribillos que sorprenden en canciones que parecía que iban en otra dirección en We Don't Deserve Love.
Los hijos prodigios de Bowie no podían deshacerse de su calidad en 13 canciones pero definitivamente pierden momentum. Todo se les puede perdonar si no es más que el grito de unos gigantes atrapado en un pequeño bucle lírico. Criticamos a Arcade Fire de la misma manera con la que Cruyff criticaba a Laudrup por ser el mejor. Ellos lo siguen siendo.