Jueves 3 de agosto en Burriana. Pasaba la 1:30 cuando aparecía ella en el escenario del Arenal Sound y la gente -en su mayoría adolescentes- se rendía a sus pies. No se trataba de Beyoncé, Lana del Rey o Eva Amaral, sino de Dulceida, la influencer, it girl, youtuber y otras palabras de reciente creación. Aida Domenech, que así se llama en realidad esta joven, traspasaba la frontera virtual de sus vídeos y aparecía delante de sus seguidores bajo la etiqueta de DJ. No era la primera vez que lo hacía en el mismo festival, los años anteriores pinchó en la piscina del recinto, pero en esta ocasión se le daba un lugar privilegiado y reservado para grupos y pinchas de renombre.
Las reacciones no se hicieron esperar. Fue el evento más multitudinario del día, y mientras Dulceida hacía corazones con sus dedos, llamaba “preciosos” a sus fans y se hacía fotos a los platos, dividía al respetable. Muchos la aclamaban y destacaban su tirón entre los jóvenes -en una reciente encuesta de El País sobre a quién se querían parecer las adolescentes estaba en los primeros lugares-, pero sus detractores se hicieron notar. Se mostraban indignados porque una persona amateur y sin conocimientos de la profesión estuviera pinchando por encima de otros nombres. “Está poniendo la lista de las 50 canciones más escuchadas de Spotify”, contaba uno de los asistentes, mientras que su compañero destacaba que “hace lo que yo en las fiestas de mi pueblo, bajar el volumen para que la gente cante”. Otros señalaban que eso era un show, que sólo se hacía fotos y que la mayor parte del tiempo tenía a dos personas detrás que todo el rato tocaban los platos y controlaban que todo fuera bien.
Dulceida no es la primera influencer en autoproclamarse DJ, muchos antes -empezando por Kiko Rivera- han saltado a la música indignando a los amantes del dance y el techno y ocupando el lugar que pinchas nacionales llevan años luchando por conseguir. Un nuevo caso de intrusismo profesional en un área donde cualquier famoso que se meta dentro de una cabina les puede robar el trabajo.
Para Marta Fierro, más conocida como EME DJ, y una de las mejores profesionales a los platos según la revista Rockdelux, “es una vergüenza que un festival que está subvencionado con dinero público contrate a gente que no es profesional cuando hay DJs esperando esa oportunidad”. Aclara que no conoce “la destreza a los platos” de Dulceida, y que ella “no me cae mal”, pero destaca que no ha llegado a ese escenario por su labor como DJ, “aunque eso no es culpa de ella”.
Los que nos dedicamos a esto sobrevivimos a duras penas y para ellos es dinero súper fácil, es indignante
Los principales pinchas de este país coinciden en que el problema parte “del festival”. “Los que nos dedicamos a esto sobrevivimos a duras penas y para ellos es dinero súper fácil, es indignante”, cuenta EME DJ a EL ESPAÑOL. “Lo lamentable para nosotros, que dedicamos el 100% de nuestro esfuerzo a este oficio, es ver como un apellido famoso o una popularidad en las redes prima sobre un trabajo bien hecho, pero es el signo de los tiempos y al final es el público quien tiene la última palabra y es quien manda y por suerte, hay todo tipo de público, cada cual puede elegir lo que quiere ver”, añaden sus colegas de We Are Not Dj’s.
Para Chelis, otro de los mejores tras los platos, este “intrusismo en la profesión” es culpa de “los promotores que les contratan y el público que asiste a sus sesiones”. “No podemos olvidar que el mundo del ocio nocturno es un negocio y si estos DJ's existen es porque al final son rentables”, añade teniendo claro que ellos no podrían llenar un escenario como el que abarrotó Dulceida en el Arenal Sound.
Formarse antes de nada
EME DJ cree que una de las soluciones sería que esta nueva generación se formara antes de aceptar saltar a escenarios tan exigentes. No vale con subir a la cabina y soltar una playlist, “hay que crear ambiente”. “Que den clases y aprendan a pinchar, que se profesionalicen y digan: ‘os calláis’”, comenta mientras se ofrece incluso a enseñarles lecciones básicas y subraya que no tiene nada en contra del fenómeno youtuber, pero que prefiere que pinchen en “festivales privados” en vez de aquellos subvencionados con dinero público.
Para We Are Not Dj’s el problema viene dado porque parece que “cualquier persona que tenga un apellido importante o conocido, salga en la tele o tenga ciertos contactos o amigos” pueda ser DJ. “Ser DJ es una forma de vida, para ser DJ se necesita cierto aprendizaje, un mínimo de técnica, mucha psicología y conocimientos y sobre todo dedicación exclusiva y pensar día a día por y para la música… cuantos magníficos DJ’s están en sus casas haciendo música, subiendo sesiones increíbles y con unos conocimientos y técnicas de nivel, y no tienen donde pinchar, diles a estos que cualquiera puede ser DJ”, señalan. Más negativo se muestra su compañero Chelis, que cree que esto es producto de la ley de la oferta y la demanda y el único freno que ve es que “el público deje de demandar este tipo de perfomances y prefieran escuchar a un DJ profesional”.
Frenar el intrusismo
La pregunta ante este dilema es si se puede parar este ascenso de famosos que roban el puesto de los verdaderos profesionales. En este sentido Chelis es menos pesimista, cree que personajes como Dulceida o Kiko Rivera sólo afectan a DJ’s de gran éxito y popularidad, y que a los que están en un segundo escalón “no nos afecta casi nada, pero estoy seguro que a los dedicados a la música más comercial si les afecta”.
Ser DJ es una forma de vida, para ser Dj se necesita cierto aprendizaje, un mínimo de técnica, mucha psicología y conocimientos y sobre todo dedicación exclusiva
EME DJ tiene claro que “hace daño”, y apunta que “para mi ser DJ es compartir la música que te gusta (propia o de otros) para que la gente se lo pase bien". "El micro para animar, aunque yo no necesito usarlo. Esta gente que pincha de forma no profesional no ha desarrollado experiencia, técnica o psicólogia de la pista suficiente para saber llevar y aguantar una sesión, por eso utilizan el show para disimular sus carencias”, explica una de las pocas pinchadiscos que están en el Sindicato de Músicos, desde el que mantiene una lucha constante y activa por los derechos y la dignidad del sector. Ella ve difícil encontrar una soilución, y más con la “educación musical y cultural que tenemos en España”. “Si Kiko Rivera es el que más vende y Dulceida provoca avalanchas, el futuro está bastante negro”, zanja.
Ese intrusismo sólo se podrá parar si el movimiento surge por parte del público “que no asistiera a ver a determinados DJ’s”. “Pero si asisten es porque les gustan y si les gustan, ¿por qué habría que ponerles freno?. Otra historia sería educar a las masas, popularidad a menudo no es sinónimo de calidad, contra eso: Educación y Cultura desde la cuna”, explican We Are not Djs. “Lo que más nos duele es lo que nos cuesta pelear por un caché razonable que otro “DJ” multiplica por 10 o 20 sólo porque tiene un cierto apellido o popularidad, pero si Paris Hilton cobra 70.000 € por pinchar, será porque lo genera, nos guste o no… Tenemos que buscar el público que quiere vernos a nosotros, es lo que hay”, añaden con cierto pesimismo. Todos siguen tras los platos, luchando día tras día para que el verano que viene ellos también puedan pinchar delante de esas 50.000 personas que bailaron bajo los mandos de Dulceida.