Son la bomba más eficaz y la única legítima: la musical, la verbal, la rabiosamente rítmica. Aquí un arsenal de canciones que le hunden a uno la cara en la hierba fresca y le incrustan las manos en la tierra. Aquí el escudo último, el de la melodía que es seta alucinógena y le cambia la mirada al hombre para inyectarle colores nuevos a la naturaleza muerta. Bomba Estéreo es un pelotazo de alegría que no cae en la autoayuda; Bomba Estéreo quiere apretarle el lazo al planeta para recordarle qué le une.
Colombia no es Pablo Escobar. Y ellos han venido a dejarlo claro y a romper ese bloqueo. En su nuevo disco, Ayo, le aprietan las tuercas a Donald Trump con temas ecuménicos como Internacionales: “Yo soy un colombiano, yo soy americano, yo soy un ciudadano del mundo (…) ¡Baila! Que para bailar no necesitas lengua”. Ellos son de sembrar, aunque a ratos se imponga el campo quemado; ellos son de contraatacar danzando. Lo saben bien y sonríen: “Cuando te pegan fuerte, más profundo es el beat”.
Escuchando a Bomba Estéreo, todos somos la cría de Pequeña Miss Sunshine bailando Superfreak, igual de libres que esa niña genuina que se enfrenta a la sociedad en Soy yo, el himno más viral de la banda. En Madrid, mañana 30 de agosto. El 31, en Barcelona.
¿Qué puede hacer un grupo colombiano para exportar su país al resto del mundo?
Como puedes ver, hoy en día la música latinoamericana y colombiana ya está en el panorama mundial, es un proceso que está en marcha desde hace muchos años… es una música con mucho power pero a la vez muy nueva para los oídos del mundo. Tiene un elemento muy poderoso que es el baile y la cadencia. Somos un continente con muchas cosas por decir y con una historia muy grande y difícil detrás… mejor dicho, Latinoamérica es el espacio perfecto para que los artistas creen, por todo lo que hay para inspirarse.
¿Cuáles son las cuestiones políticas y sociales de Colombia que os preocupan y de alguna manera querríais erradicar o cambiar?
Muchas. Colombia es un país que ha pasado por unas cosas muy duras, mucha violencia, una guerra… pero estamos en un proceso de transición muy lindo, hace poco firmamos un tratado de paz con las guerrillas y estamos caminando hacia la paz, y es un proceso que estamos construyendo todos juntos. Es largo, todos los procesos de paz lo son. 20, 30 años. Es muy lindo ser parte de los músicos y del sector, que a través de la cultura está apoyando este proceso. Queremos que los jóvenes vean que la cultura es una opción, que no todo es delincuencia.
¿Qué le debe Colombia a músicos como Shakira o Juanes, que parece que nos suenan como pioneros internacionales?
Shakira, Juanes, Carlos Vives... no fueron los primeros porque en Colombia hay música muy fuerte desde hace siglos, pero sí fueron los primeros en llevar la música colombiana al panorama internacional, y también gracias a ellos Colombia no es sólo Pablo Escobar, sino también un gran espacio musical y eso es una labor importante. Sus carreras han sido excepcionales y han abierto muchas puertas.
¿La música debe tener contenido social o su función tiene que ser más bien liberar o entretener?
Yo creo que las dos, puede tener contenido social y entretener. Pero lo lindo de la música es que esté liberada, porque para dar discursos está la política o el hacer acciones sociales realmente concretas. La música lo más poderoso que tiene es generar esos espacios de distensión donde la gente se olvida de la vida diaria y de los problemas y se crea un lugar de goce, pero es cierto que en esos espacios de goce se pueden generar contenidos que cambien cosas y que amplíen la forma de pensar de la gente. ¿Combinar las dos? Bomba lo hace de alguna manera. Es música bailable pero que también tiene mensaje, y eso es bonito: que a través del baile o en medio de una fiesta, se haga uno consciente de ciertas cosas.
¿Cuáles son vuestros mensajes más recurrentes, aunque a veces se den más crípticos?
Pues hace rato que venimos viendo lo que está pasando en el mundo: que está difícil, que hay un presidente de EEUU que está generando unas cosas no tan chéveres… son momentos como de buscar separación, racismo y violencia extremada, violencia hacia la mujer, maltrato a la madre tierra. Es un pico de todas las cosas negativas del ser humano, como la adoración excesiva al dinero. Nosotros tratamos de nivelar eso un poco a través de la música, fomentar la aceptación de uno mismo, no provocar más divisiones y respetar al prójimo como es, independientemente de su raza, su color de piel, su nacionalidad o su orientación sexual… todos somos iguales y la humanidad debería estar en esa línea de pensamiento y no construyendo muros como Trump, porque el muro lo derribamos ya en Berlín hace años.
¿Qué canción de vuestro nuevo disco le dedicaríais a Trump para que se sosegase?
Uf, todo el disco (ríe). Que escuche todo el disco de arriba a abajo y baile… pero Internacionales sería una buena canción, porque aunque no está dedicada a él ni la escribimos pensando en él, sí habla de eso, de cómo se está rechazando a la gente por su nacionalidad, de cómo por ser latino quieren sacarte… Con todos los muros que quiera poner Trump, no puede evitar que la música latina esté permeando y sea ya parte del mainstream mundial y norteamericano. En EEUU los hits son música latina, aunque él no quiera, se le está metiendo por debajo y va a seguir pasando.
Como Despacito.
Despacito es el ejemplo perfecto para esto. Por eso te digo que por más muros que levante, por más racismo que venda... no lo va a frenar (risas).
¿Qué opinión os merece el reguetón? ¿Se puede hacer un reguetón que no caiga en el tradicional contenido machista?
Yo creo que sí, de hecho en el disco nuestro hay un tema, Flower Power, que es una especie de parodia de ésto, del reguetón… nosotros lo llamamos champeta, que venía antes del reguetón y nosotros lo hacemos hace rato. Es como un reguetón antimachista, es un poco una ironía con eso. Primeramente tendrán que cambiar el chip los cantantes, pero hay una cosa del reguetón que me parece muy interesante y es que es un fenómeno mundial que viene del Caribe. Pasa como con Bomba Estéreo, la gente se conecta con el reguetón porque es música rica de bailar. Ahora, que canten sobre machismo es algo que no compartimos y allá ellos con su rollo, pero como todo género, seguramente irá a evolucionando, y la gente seguro se cansará de cantar canciones machistas.
Vuestra canción Soy yo, apoyada en el videoclip potentísimo de la niña rebelde y sin complejos, ha sido percibida por el público como una especie de cántico por el empoderamiento femenino.
Sí, pues es que hoy en día hay que cantarle como a la inclusión. Más que empoderamiento femenino esa canción es empoderamiento del individuo, de aceptarte como tú eres: si eres gay, blanco, negro, latino, árabe… tú eres así, valórate por lo que eres y pelea por eso, y es como generar una seguridad en el ser humano, y eso va a evitar que en el futuro el bullying caiga tan fuerte sobre las personas, porque cae así de duro cuando las personas son inseguras. Y ahí te mata. Pero si tú eres seguro y no te importa lo que piensen los demás y estás tranquilo con lo que eres, vas pa’lante en tu vida. El director del vídeo personificó con mucha inteligencia esa idea en esa niña, que es una niña de padres emigrantes latinos a EEUU, y se volvió una especie de bandera en la campaña anti-Trump y una bandera en la campaña anti-bullying, fue muy lindo.
¿Por qué tomasteis la decisión de actuar en Israel a pesar del rechazo de la organización propalestina que os decía que ese recital serviría para ocultar ‘los crímenes’ del país? ¿Cuál debe ser la postura de los músicos ante estos conflictos políticos?
Fue una decisión difícil, pero entendimos que uno no puede ser tan radical de negarle la posibilidad a unas personas de escuchar música, cuando la música está libre de prejuicios. Nosotros pensamos ¿por qué no vamos a ir a Israel, si vamos a compartir música, no a hacer política? Era un concierto gratuito y había gente de Israel, colombianos, palestinos… era un público diverso, estaban ahí juntos pacíficamente gozando la música. Y también pensamos: si no tocásemos en lugares de conflicto tampoco iríamos a Colombia, que es un país que lleva en guerra 50 años y donde el gobierno no hace las cosas bien y con el que no estamos de acuerdo. ¡En ningún lugar del mundo, realmente!