Sidecars ha bautizado su último disco como Cuestión de gravedad y sus trece nuevas canciones -como trece dulces- han caído como un diagnóstico sobre España y su fritanga política. “Prefiero ver lo que no está pasando que descubrir lo que puede pasar”, cantan en Microinfarto. Se ponen muy líricos, bohemios, heridos, álgidos, dandis domésticos. No son un producto musical de laboratorio, celebremos: aún quedan bandas con personalidad en este patio ibérico, y a veces, incluso, les va bien y escalan a los primeros puestos.
Ellos dicen que la peña se pasa la vida llorando a Bowie pero tiene que ser consciente de que los grandes se van a acabar si no se hacen grandes a los pequeños. Juancho, Gerbass y Ruly han sorteado el poco decoro, la poca deferencia que tenemos en casa con los grupos nacionales y han crecido sin perder el estilo, porque el estilo al menos es gratis.
Dicen que la cuestión de más gravedad ahora mismo en este país “es que estamos sin nadie al volante”, tanto en el Gobierno central como en el Govern”. “ Es imposible la comunicación, son incapaces de sentarse a hablar y tomar decisiones. Es un poco patio de colegio”, explican. Si se les pregunta por una canción para el conflicto catalán, guiñan: “Guárdalo con amor, de Los Ronaldos”.
Por aquí nos acordamos de su Mundo frágil, de su Luz de gas, de su Chavales de instituto. Siguen creyendo que hacen falta las canciones de amor, hasta en estos tiempos sórdidos, y no piensan hacer sus letras permeables a la sentimentalidad moderna, con su Tinder y su foto de Instagram. “Somos unos románticos. No apuntamos a ninguna transición moderna de hablar de redes sociales… nos importa lo que pasa por dentro”.
Hubo un tramo en el que estábamos agotados, porque íbamos a pico y pala: tres días seguidos de gira, imagínate, y entrábamos al curro el lunes... hemos tenido muchos curros de mierda para poder seguir en la música
En alguna ocasión se han llamado “obreros del rock”. “Empezamos tocando por la barra libre, en cualquier lado. Lo importante era tocar, y tocar… éramos muy pequeños, teníamos 18 o 19 años, y hubo un tramo en el que estábamos agotados, porque íbamos a pico y pala: tres días seguidos de gira, imagínate, y entrábamos al curro el lunes”, relatan. “Encima curros que se pudieran compaginar con la música, ¿sabes? Hemos tenido muchos curros de mierda para poder seguir en la música”, ríen. “En un momento la cosa mejoró, y menos mal, porque no se podía aguantar mucho el tren de mantener dos trabajos y vida personal a la vez”. Pronto se les quitó el pie tembloroso. El resultado está aquí.
El oficio y la carretera
El oficio hay que pelearlo también a golpe de carretera, con los riesgos que conlleva y que sólo hablan de precariedad laboral y, siempre, de pasión por lo que se hace. “Sí que hemos tenido miedo de tener un accidente como el de Supersubmarina, bueno, como todos, porque es uno de los grandes peligros de nuestra profesión. Además no está reconocido como accidente laboral, a la hora de cubrirte las espaldas en el caso de que te pase algo grave, como a ellos… si esto estuviese reconocido, sería más fácil salir de una situación tan complicada”.
Juancho dice que “en este país se sigue considerando la música como un ocio, como un hobby”, y por eso “no hay ninguna ayuda, ninguna infraestructura”: “Al revés, están todo el día haciéndonos inspecciones y haciéndolo difícil. Luego se preguntan por qué hay menos grupos pequeños”. ¿Por dónde empezar a arreglar el desaguisado? Lo tienen claro: por la televisión. “En algún momento de la vida, los que llevan la televisión decidieron que servía para todo menos para la cultura. El 80% de programas son telebasura, y ni siquiera en las cadenas públicas hay espacio para la música. Antes era de madrugada, y era una trampa, porque el dinero que pagaban les volvía… y todo esto”, reflexionan.
“Sería muy bueno hacer programas de música en directo, poner música española en la televisión. ‘Los programas en directo no dan audiencia’, dicen, ¡claro!, porque no hay. Que haya tres, ya verás. Hay que arriesgarse”. Los shows de cazatalentos no valen. “Hablamos de música de verdad. Lo que ponen ahí no es real. Parece como un acercamiento a buscar talentos… pero no, es un reality. No hablo de ninguno en concreto, porque no veo ninguno, pero sé que son cuatro famosos tomando decisiones sobre el futuro de gente. Un jurado que en muchos casos no está compuesto por músicos, pero sí opinan de música”.
Machismo en el pop rock
Les preocupa la problemática del machismo no sólo en el reguetón, sino también en el pop. “A este tema hay que prestarle toda la atención del mundo. Tenemos que avanzar muchísimo. Estamos a tomar por culo de la igualdad de las mujeres. Claro que hay que poner el ojo en la música, en el cine, en la cultura, pero es importante ver el contexto de las cosas”, sostiene Juancho. “En una canción de reguetón es obvio que se habla de un objeto, pero es cierto que en el pop y en el rock and roll también hay mucho machismo”.
Sabinaun tío que juega mucho con la ironía, con lo que está bien y lo que está mal, rozando lo ordinario, y hay que mirar primero todo eso antes de atreverse a decir que es machista
Hasta Sabina ha pillado repaso ya: la musicóloga Laura Viñuela señaló que su canción Contigo perpetuaba roles patriarcales. “Una persona como Sabina, que ha escrito como 80 canciones dedicadas a mujeres diferentes, a decir cosas preciosas de ellas, a escribir las frases más bonitas del mundo… no sé. Es un tío que juega mucho con la ironía, con lo que está bien y lo que está mal, rozando lo ordinario, y hay que mirar primero todo eso antes de atreverse a decir que es machista”. De todos modos, Juancho lo deja claro: “No importa si ahora hay un exceso, cuando durante tanto tiempo ha habido exceso de lo contrario”.
¿Y cómo lo hacen ellos para no caer en sus letras en esos tópicos? ¿Cómo se esquiva el machismo musical? “A ver, si tú en tu casa eres machista, si estás por encima de tu mujer, harás letras machistas. Si en casa mantienes el respeto que hay que mantener, contarás sanamente tu relación. Por eso no somos machistas, porque todas las relaciones que mantenemos son desde la igualdad”. Una última cosa. ¿A quién harían ministro de Cultura? Fácil: o Luz Casal o Benjamín Prado.