La soprano Ainhoa Arteta honró hace dos noches al padre de Poeta en Nueva York en La voz y el poeta. Homenaje a Lorca, en el Teatro de la Zarzuela. Arteta recuerda en su espectáculo al granadino de 1931, cuando fundó la compañía teatral La Barraca -formada por estudiantes universitarios- con la misión de dar a conocer el teatro ibérico en ciudades y pueblos que no tenían acceso a ese tipo de representaciones. Ahí Lorca jugueteaba entre la poesía y la realidad y ponía el foco en el mundo interior femenino, la frustración amorosa y el amor imposible.
Es este modelo el que replica la artista en La Zarzuela, con guiño a las canciones populares que él musicó, como El café de Chinitas, Nana de Sevilla o Los cuatro muleros. La acompañan el pianista Rubén Fernández Aguirre y la bailaora Pilar Astola, amén de simbólicos elementos decorativos que refuerzan la dramaturgia: por ejemplo, sobre una silla se extienden un traje y un capote de torero.
"De España vengo"
Sin embargo, la noche del lunes fue diferente. Tal y como confirman desde el Teatro de La Zarzuela, la primera parte y segunda parte del espectáculo se desarrollaron con normalidad, pero una vez con la platea en pie, “en pleno éxito”, Arteta dio un paso adelante en los bises, se envolvió en un mantón de Manila y se arrancó por De España vengo, canción que pertenece al segundo acto de la zarzuela de El niño judío, del maestro Pablo Luna.
La soprano aseguró, al terminar su interpretación de 'De España vengo', que ella es “vasca de 30 apellidos vascos, pero por encima de todo soy española"
“De España vengo, soy española. En mis ojos me traigo luz de su cielo y en mi cuerpo la gracia de la Manola. De España vengo, de España soy, y mi cara serrana lo va diciendo”, cantó. “A mí lo madrileño me vuelve loca y cuando yo me arranco con una copla, el acento gitano de mi canción, toman vida las flores de mi mantón. De España vengo, de España soy...”.
No sólo eso. La soprano aseguró, al terminar, que ella es “vasca de 30 apellidos vascos, pero por encima de todo soy española”: “Y ahora voy a dedicar las dos próximas canciones a todos los catalanes que se sienten -como yo he estado mucho tiempo- secuestrados ideológicamente”. El público lloró sus dos siguientes temas en vasco y en catalán, este último, Cant dels occels (El canto de los pájaros), de Pau Casals. La Zarzuela cayó rendida.