Willy Alcocer es independiente: ya saben, eso que en España ahora tanto se sueña. Lleva pinchando desde 1997 y nunca ha pertenecido a las grandes agencias de dj’s del país. No pide favores -esto es insólito en esta sociedad de compadreos y conchabamientos-. Tampoco ha tenido nunca un mánager, y no le hace falta, porque su mejor currículum es él mismo. “Yo he empleado el método de ir desde lo más bajo posible e ir subiendo escalón a escalón”, cuenta. La primera discoteca en la que pinchó -aunque le hace gracia llamarla discoteca, porque era un localito diminuto en los bajos de Moncloa en el que entraban, con suerte, ochenta seres humanos muy apretados, como en conserva- se llamaba El Polar. Alcocer estaba en tercero de BUP.

Se considera un obrero de la música. “Creo que lo que tengo lo he ido construyendo poco a poco y a lo largo de muchos años, como un obrero. Y qué tiene un obrero, decía Karl Marx: la fuerza de su trabajo. Eso es lo único que he empleado yo siempre”. Currar. Ganarse el respeto. Pelear cada día la vocación. Han pasado veinte años por aquí y ahora es residente en discotecas como Mitty -antiguo Cats, el pub universitario por excelencia de Madrid- o Joy Light, en la sesión de tarde para un público de 14 a 18 años.

Los aforos le han proliferado como setas y ahora trabaja, casi toda la semana, para un público de más de 1.300 personas. Muchos le siguen desde hace décadas. Han crecido con él

Los aforos le han proliferado como setas y ahora trabaja, casi toda la semana, para un público de más de 1.300 personas. Muchos le siguen desde hace décadas. Han crecido con él: del Malibú con piña al Larios coca-cola. Hay una multitud que le aúpa y son como mirarse en un espejo. “Tengo mucho que agradecer siempre a los más jóvenes. Creo que me he hecho fuerte en ese tipo de sesiones, me han llevado a tener un contacto muy fuerte con un público que es muy fan del trabajo de los dj’s. Para un chaval de 14 a 18 años la figura del dj significa mucho más que para una persona de 23, porque ves la vida de otra manera”, relata.

“No ha sido una estrategia, se ha ido dando de forma natural en mi carrera, pero mi público me ha ayudado mucho a todos los niveles. A nivel discográfico, desde luego: cuando comuniqué que sacaba mi primer disco y también cuando saqué el segundo, me encontré con una fuente de personas absolutamente dispuestas a hacer lo que fuera para que yo triunfase”, explica Alcocer. Gracias a esa fidelización, las campañas se le han hecho solas, y con emocionante resultado: ha conseguido ser número uno en Itunes sin soltar guita, acostumbrada como está la profesión a soltar varios miles de euros en ciertos lanzamientos. Su primer álbum, This is for you, llegó a vender más que el mismísimo David Guetta.

5 euros en un Facebook... y el éxito

“En el primer disco me gasté 5 euros en un anuncio de Facebook. Escribí una publicación de ‘aquí está el primer disco de mi vida’ y le metí 5 euros al anuncio”, sonríe. “Ese primer trabajo llegó a estar en el puesto número 3 del top global de todos los géneros musicales en Itunes. Tenía por delante a Coldplay. En el top de mi género musical, lo que Itunes llama “top dance”, estuve peleando con Juan Magán y David Guetta hasta que conseguí llegar al número uno”. Cuando pensaba que este fenómeno sería como un satélite, volvió a repetirse “de forma mucho más bestia” con su segundo disco, llamado Fire. “Ahí estuve en el top global 4 días en el primer puesto, y en el top dance 43 días”.

Willy Alcocer.

Le han apodado “el Pablo Iglesias de la música electrónica”, por eso de escalar desde el anonimato al puesto exitoso y visible cuando nadie confiaba, por eso de reñirse con el establishment con muy pocos medios. Con la casta de la electrónica, si quieren. La gracia está, como él señala, en que ha hecho milagros con estos dos discos frente a artistas “internacionalísimos, que tocan en el Tomorrowland y en el Ultra Music Festival”. “Ellos por ir a pinchar a cualquier festival no bajan del ámbito de las decenas de miles de euros. Yo tengo una nómina en Cats, que es mi residencia principal, de mileurista, y estoy muy contento porque allí trabajo tres días a la semana y hago exactamente lo que me gusta hacer”.

Cuenta Alcocer que, por casualidad, estuvo hace un par de años hablando con una de las agencias que llevan a David Guetta por si podían llevarlo a Cats: “Por tantear. Creo recordar que nos pedían 50.000 euros”. Sabe que “es la ley del mercado”: “Claro que no tiene lógica desde el punto de la justicia social, pero si lo cobran también es porque los contratantes habrán comprobado que les merece la pena, por lo que generan. Yo no tenía ni tendré esa capacidad de influencia, pero sin embargo he estado vendiendo más que ellos durante algunos meses”.

Beethoven y Vivaldi a los platos

Lleva tanto tiempo en el oficio y le pone tanta pasión que cree haber descubierto cierta fórmula. “A fuerza de errores y aciertos, de observar, de intentar entender qué tienen las canciones de cualquier género que funcionan en la pista de baile. Cuando me llega un single nuevo, gracias a dios estoy en disposición de hacer un diagnóstico razonablemente certero de si va a funcionar o no”.

¿Qué quiere bailar la gente en España? Alcocer da alguna pista: “Algo fácil de recordar, fácil de tararear en la cabeza, que se te quede impregnado cuando sales de la discoteca. Tú puedes hacer una obra maestra de la producción musical a nivel de sonido, pero no servirá de nada si no es aprendible y recordable. Es fundamental también que la canción te suba el ánimo”. ¿Algún referente de su género? Dj Nano. ¿Y de otros jardines musicales? Pablo Alborán. “Se ha construido a sí mismo y hoy llena el Palacio de los Deportes. Bravo por ellos”.

Tú puedes hacer una obra maestra de la producción musical a nivel de sonido, pero no servirá de nada si no es aprendible y recordable. Es fundamental también que la canción te suba el ánimo

Explica el dj que él escucha mucha música clásica y que intenta traspasar algunas de esas ideas a su propia creación musical: “Mis favoritos son Vivaldi y Beethoven”, apostilla. Alcocer es una persona llena de inquietudes. No se ha dejado absorber por los platos. Hizo cuatro años de Ingeniería Informática y ahora está a punto de terminar Magisterio de Educación Primaria. Se niega a ser atrapado por la noche. “Es importante no alargar la jornada más de lo necesario. Yo termino a las seis de la mañana y procuro venir a casa y acostarme lo antes posible, porque hay gente que se va de after o a desayunar. Yo quiero aprovechar el día, intentar que esto no me consuma”. Hay quien ya lo ha entendido: no sólo de temazos vive el hombre.