La canción protesta no estaba muerta, estaba de parranda. Parecía que había dejado de hacer ruido allá en la Transición y en los primeros años de la democracia, cuando España quiso progresar muy rápido y sacudirse la caspa del franquismo en dos duchas, pero al final sólo se conformó; se dejó conducir al neoliberalismo como un niño guiado hasta el colegio por un caminito de chucherías. La pana comenzó a oler a decepción antes de tiempo y los chaveas rebeldes pasaron del cóctel molotov a la chesslong. Aún muchos recuerdan ese A galopar de Paco Ibáñez o ese Para la libertad de Serrat. Cómo no sonreír todavía con el Cuervo ingenuo del satírico Krahe. Cómo no recuperar, aún hoy, en este 2017 convulso y roto en Españas, L'estaca de Lluis Llach.
Desde entonces, el patrimonio de la canción insurgente española ha estado en manos del rap, excluido siempre de los grandes medios y las radiofórmulas. Ahí Los Chikos del Maíz -raspa en el ojo del poder hecha fraseo- en todos sus trabajos, Juaninacka en España, Sevilla y yo; Tote King en Mi política, El Premio pa ti o Mentiras o Violadores del Verso con aportaciones sociales como No somos ciegos. Ojo a Ayax, la propuesta más interesante de la nueva generación del rap patrio, con temas como A palabras nazis, oídos rojos o Polizzia. Atención a Sons of Aguirre, parodia aguda de cómo sería el rap de derechas, complaciente con el sistema.
Algunos cantautores concienciados sí han persistido, como Ismael Serrano o Nacho Vegas, a pesar de que la dignidad en estos tiempos ya no sea tan comercial. A finales de 2017, se puede decir que se ha recogido una buena cosecha -aunque se siga extrañando la implicación de más músicos-: los que estaban se subrayaron y los nuevos vienen fuertes.
Luis Pastor
Ha vuelto convertido en poeta; con todo lo que tiene eso de sintomático. En la era en la que cantautores como Marwan, Luis Ramiro o Diego Ojeda revientan las ventas de poesía con sus libros, Pastor reivindica su parte del pastel con ¿Qué fue de los cantautores? Memorias en verso (Capitán Swing), un guiño a esos “patriotas de bandera, españoles de primera de la España verdadera, aquella tan noble y fiera que a otra media asesinó brazo en alto y cara al sol...”. Resistencia a sorbos de octosílabo.
Maria Arnal i Margel Bagés
Maria Arnal es caldo de cultivo del 15-M, en el discurso y en la intención: todo un tesoro superviviente en el mundo de las radiofórmulas y los versos de consumo rápido, una joya de arte y protesta -iba de eso, ¿no?- que hace brotar flores en el páramo de la Gürtel, de la crisis, de los coletazos del franquismo, de los nacionalismos obcecados. Canta tanto en castellano como en catalán y en sus canciones recuerda, sí, pero también replantea. Armada con la guitarra de Bagés, adapta un poema de Joan Brossa llamado La gent: "La gente no se da cuenta del poder que tiene: / con una huelga general de una semana / sería suficiente para hundir la economía / paralizar el Estado y demostrar / que las leyes que imponen no son necesarias". O apelan a la memoria histórica en 45 cerebros y un corazón, una canción que llena de aire las cunetas del bando republicano.
Ismael Serrano
El cantautor no ha perdido el hilo discursivo: ahora exige un nuevo relato para Papá, cuéntame otra vez. Son otros tiempos y exigen rebeldías inéditas. Con todo, no se quita Vallecas en la boca, forja su médula espinal con conciencia de clase y menta al abuelo que luchó en el bando nacional y acabó votando a Izquierda Unida. Apuesta porque el cambio -especialmente, el mental, el moral- es posible, aunque los perros viejos se vistan con nuevo collar: "Ahora mueren en Siria los que morían en Vietnam". Este año ha activado el ojo de la nuca y recuperado sus mejores temas en 20 años. Hoy es siempre.
Rozalén
La cantautora más valiente del año. En Cuando el río suena... lanza temas tan necesarios como Justo, que cuenta la historia de su tío abuelo, niño de la leva del biberón. "Mi abuela tenía diez años cuando a él se lo llevaron a la guerra, y fue el único que no regresó al pueblo. Este dolor siempre ha estado en mi familia. La gente recuerda a mi bisabuela bajando por la cuesta gritando 'canallas, me lo habéis matado'… fue un grito que perduró mucho tiempo", contó a este periódico. O El hijo de la abuela, otra autobiografía hecha melodía: habla de un chaval que fue adoptado por su abuela. Miguel fue desterrado del País Vasco en el 68 y lo torturaron y persiguieron como a un etarra, aunque no lo era. "Nace en Alegia, Euskadi, en un momento que era complicado si tenías ideales diferentes, si hacías mucho ruido...".
Josele Santiago
No es "protesta" en el argumentario -dice que la única responsabilidad del arte es "conmover"-, pero sí en el poso artístico: el hombre que hizo melodías contra los desahucios ha publicado este año Transilvania, un disco que arranca con Guardia Civil, un tema sobre la libertad y el precio de alcanzarla. "El guardia me apunta con su fusil. Es de doble cañón (...) Es el dedo de Dios el que aprieta el gatillo o no". Josele sostiene que “el músico sólo puede poner un granito de arena, no puede cambiar el sistema. Además, la capacidad de fagocitación del sistema es alucinante. Se ha tragado hasta el punk. Sí podemos ayudar a todos los demás”. Lo intenta, lo intenta.
Riot propaganda
Los Chikos del Maíz y Habeas Corpus se juntan para parir rapcore político y son Riot propaganda: su primer disparo conjunto sonó hace cuatro años, cuando el gusano de la esperanza todavía prometía que el miedo iba a cambiar de bando. El pánico existencial de la clase oprimida no se ha desplazado aún a ninguna parte, pero esta pandilla formada por "macarras de Vallecas y valencianos locos" hacen lo debido, que es resistir en la indignación -esa que a tantos otros ya se les ha deshinchado-. Este año lanzaron Agenda oculta, con una declaración de intenciones sin paños calientes: Cambiarlo todo, donde hablan de Aznar y Bush como "criminales de guerra" y prometen que le prenderán fuego "a tu cole del Opus". "Politizaremos el dolor", aseguran, y alientan al oyente: "Sé partícipe, no espectador". Hace mucho ya que nadie en España compone más claro y afilado que Nega y Toni Mejías.