Hoy los campos virtuales amanecieron llenos de carteles de protesta, al más puro estilo Tres anuncios en las afueras: pocas palabras -y suficientes- que golpean para movilizar, para desatascar silencios, para alertar sobre prohibiciones y tabúes patrios. El devenir de esta semana hace un guiño a la involución: ¿cómo cantar sin cantar, cómo pintar sin pintar, cómo escribir sin escribir… cómo pensar sin pensar? La obra Presos políticos, de Santiago Sierra, retirada de ARCO; el libro Fariña, de Nacho Carretero, secuestrado como medida cautelar, el rapero Valtonyc, condenado a tres años y medio de prisión. “Artistas, atención: en España se censura”, rezaba el letrero en blanco y negro que han compartido durante todo el día artistas como Iván Ferreiro, Amaral, The New Raemon, Vetusta Morla, León Benavente, Rayden, Maria Arnal, Egon Soda, César Strawberry y un largo etcétera.
¿Qué está pasando en España? “Pues lo que pasa desde hace mucho rato”, suspira Iván Ferreiro al teléfono. “Ya había censura con Fraga y con el Prestige. ¿De qué estamos hablando, de qué nos sorprendemos? En Galicia no podías mencionar el Prestige, si lo mencionabas no salía en las entrevistas. Vivimos en un país secuestrado. En Galicia, por ejemplo, todos los medios viven de la publicidad de la Xunta y ningún periódico va a decirte nada. Esta situación la venimos heredando desde hace mucho tiempo”.
Ferreiro, uno de los autores más prolíficos y respetados de nuestro país, dice que de todas las noticias de esta semana, la que más le importa es la referida a Valtonyc y su condena a prisión: “Lo de ARCO me importa menos porque lo que vayan a comprar o a vender los ricos me la trae floja, es su puto problema. Lo que es una vergüenza es que se pueda ir a la cárcel por cantar. Es que lo mismo te cuento ahora algo y acabo en el talego. Como no sé la ley, no sé lo que se puede o no decir”.
Lo de ARCO me importa menos porque lo que vayan a comprar o a vender los ricos me la trae floja. Lo que es una vergüenza es que se pueda ir a la cárcel por cantar. Es que lo mismo te cuento ahora algo y acabo en el talego
Ferreiro asume que el rapero “decía barbaridades en sus canciones” y manifiesta que no está de acuerdo con sus textos, pero recuerda que esa es “otra cuestión”. ¿Cómo afectan estas noticias al proceso creativo de un artista? “Pues me dan ganas de decir más barbaridades. Somos como los niños pequeños; yo, al menos, funciono así. Si me dices que no haga algo, voy a tratar de hacerlo. Lo que más grave me parece es el tema de ‘injurias al rey’. Yo considero que al rey podemos putearlo todo lo que queramos. El rey nace con unos derechos que yo no tengo, y también con unas obligaciones: su obligación es escuchar lo que tenemos que decir los demás, aunque sea una burrada”, explica.
Libertad de expresión (y doble rasero)
“Que yo sepa, en ninguna monarquía democrática del mundo se mete a nadie en la cárcel. Yo no recuerdo que los Sex Pistols fueran a la cárcel [dice, en alusión a God Save the Queen, la canción en la que acusaban a la reina de fascista]. Les prohibieron tocar en suelo británico en el 77 o 78. Nuestro rey mira a otro lado todo el rato y la libertad de expresión no está garantizada en nuestro país”, subraya.
Él compuso Ciudadano A, una canción que era toda una declaración de intenciones. “Curiosamente no pasa de moda. Es dramático”. Iván Ferreiro critica también el “doble rasero muy bestia” que sale a relucir en estas situaciones: “Condenan a un chavalito rapero que tiene cuatro seguidores o a una transexual que escribe algo sobre Carrero Blanco, pero muchos otros no van nunca a la cárcel e insultan a todo dios. Pedrerol, el de los deportes, debería estar en la puta cárcel, es una ofensa cultural”.
¿Cuántos programas le han secuestrado a Wyoming? Cuando quería hacer un programa sobre el rey, se lo cerraban. Parecía que había más libertad porque veníamos del franquismo puro y duro, pero en España siempre ha existido censura
¿Había más libertad en los ochenta que ahora? “Quizá lo parecía, pero no la había. ¿Cuántos programas le han secuestrado a Wyoming? Cuando quería hacer un programa sobre el rey, se lo cerraban. Parecía que había más libertad porque veníamos del franquismo puro y duro, pero en España siempre ha existido censura. Jamás se ha hablado en este país sobre el rey ni sobre su economía. ¿De dónde saca el dinero, con quién hace tratos? Estoy deseando leerlo”. Cree que la forma de combatir esta situación es “decir todo lo que queramos y que nos metan a todos en la cárcel”. “Contra los regímenes autoritarios se hace así: si de repente hay 300.000 titiriteros poniendo fotos ofensivas del rey, 300.000 juicios… les va a venir muy bien, así retrasan sus propios juicios”.
Penalizar ideas
Abraham, de León Benavente, cree que “si metes a alguien en la cárcel por lo que escribe, aunque sea de mejor o peor gusto, con mayor o menor ironía o acierto… estás atentando contra la libertad de expresión”: “Están penalizando ideas, y las ideas son la base principal de cualquier expresión artística. Estos días estoy escribiendo canciones nuevas de León Benavente, me he visto preguntándome si debería escribir ciertas cosas o no. Es un síntoma”. Dice que, a día de hoy, “alguna canción de The Smiths les traería problemas, y en España un programa como La edad de oro sería políticamente incorrecto y generaría mucha controversia”.
¿Qué debe hacer la industria cultural para manifestar su disconformidad? “Lo que podemos hacer es no callarnos, eso es lo fundamental. Luego cada uno tendrá su forma de expresarlo y de compartirlo. Las redes sociales nos ayudan a esto: a decir que no podemos consentir que se condene a una persona por sus ideas, no por sus actos ni sus hechos. La Historia ya nos ha enseñado que ese no es el camino”.
El Gobierno se está convirtiendo en una agencia de promoción de artistas… nos están dando más poder
Rayden, por su parte, sostiene que esta situación es “el reflejo de un Gobierno debilitado que pende de un hilo”: “No sé qué va a salir a la palestra o qué va a pasar estas semanas para que intenten llevar el foco a otros sitios con acciones tan brutales y ridículas como ésta. El Gobierno se está convirtiendo en una agencia de promoción de artistas… nos están dando más poder. Ellos, que tienen falta de poder, con este tipo de cosas nos fortalecen a nosotros y nos llevan a seguir creando, a ser inconformistas, a construir y denunciar lo que creemos necesario”.
Explica que su estilo va más en “dar la torta con el guante puesto”, porque ha entendido que “puedes hacer más daño cuidando la palabra”: “A partir de las acusaciones a La Insurgencia o a Hásel yo hice un repaso de mis letras. Ves que cuando empiezas eres más crudo en la escritura. Yo también he tenido discursos como ‘huye del ministro vil y de tanta corrupción, recortan la educación, pero no al rey, que está senil”, recuerda. “A mí nadie me ha dicho nada. Y ves a otros artistas que hacen storytellling con lo que le harían a Aznar y nadie dice nada. No sé por qué cargan contra estos chicos que no tienen mucho alcance. Están consiguiendo darles más promoción”.
Secuestro de la cultura
Rayden cree que “se está secuestrando la cultura en España”: “Mientras, gente como Inda, Alfonso Rojo o Álvaro Ojeda, que dañan la tela social de España fortaleciendo la xenofobia, el machismo o las diferencias sociales con mensajes muy bestias… pues tienen el foco de la cámara en ellos y se van de rositas. Es el mundo al revés. ¿Van a llevar ahora a la cárcel al creador de V de Vendetta? ¿Y a Tarantino? ¿Y todas esas películas en las que los extraterrestres se cargan al presidente de la Casa Blanca? Son sólo realidades alternativas que muestran inconformismo, igual que Valtonyc en sus letras”, subraya. “Cuando la música es optativa en la educación pasan estas cosas, que uno se queda en la literalidad y no en el trasfondo, que es lo importante en el arte: las letras de Valtonyc, aunque sean de mal gusto, reflejan miedo. Y dicen ‘ojalá el miedo cambiase de bando’, no más. Pero muchos se quedan con lo que les interesa”.
El artista Juancho Marqués tampoco se extraña: “Es algo que viene pasando desde hace tiempo, eso de reprimir artistas… En mi pueblo, que es Aranjuez, le ha pasado a colegas míos: no han dejado tocar a raperos, los han censurado. A mí no, quizá porque no he sido tan polémico o no he tenido letras excesivamente políticas. Sí son políticas, pero no tan directas como las de Valtonyc”, explica. “Hay dos tipos de censura: una, la más directa o agresiva, que es la que te lleva a la cárcel de forma muy desproporcionada. Pero hay una segunda, que es la de considerar a los raperos como artistas de segunda. No aparecemos en la radio ni en grandes plataformas. La música urbana ha tenido muy pocos apoyos y hemos aprendido a hacerlo todo nosotros solos: somos nuestros community managers, hacemos nuestras letras, nuestra música, nuestro márketing...”.
No entendemos cómo un rapero va a ir tres años y medio a la cárcel por hacer canciones y un abuelo abusa de su nieta y se le rebaja la pena porque estaba dormida… ¿cuál es la balanza de la justicia española?
Marqués sí cree que “el arte tiene una capacidad de cambio y de ideología detrás, ya lo decía Platón en su momento” y que eso al poder no le hace nada de gracia. “En este país no ha cambiado absolutamente nada, son los mismos perros con diferente correa desde que Franco murió en la cama. Siguen gobernando los mismos, con las mismas ideas tradicionales, siempre reticentes al cambio…”. El músico sostiene que el caso de Valtonyc “no va a quedar en balde, porque cuanta más censura haya, la gente va a responder más”: “No entendemos cómo un rapero va a ir tres años y medio a la cárcel por hacer canciones y un abuelo abusa de su nieta y se le rebaja la pena porque estaba dormida… ¿cuál es la balanza de la justicia española? Es surrealista, incongruente. Es de Mortadelo y Filemón”.
Nega, de Riot Propaganda (antes Chikos del Maíz), opina que “estamos viviendo una involución salvaje en cuanto a derechos se refiere que nos acerca más a países como a Turquía (o a la España en blanco y negro) que a la Unión Europea”: “Es una salvajada lo que está ocurriendo, y lo peor de todo es que se está asumiendo y normalizando con una facilidad pasmosa”. Eso sí, hace ver que la industria cultural no se va a quedar de brazos cruzados. “Nos estamos organizando desde distintos colectivos y personas para dar una respuesta. El caso de Valtonyc ha rebasado todos los límites. Se está trabajando en ello”.