Fueron unos días de vértigo, unas sesiones de grabación que rozaron lo absurdo pero que terminarían siendo el embrión de una de sus obras maestras, Blood on the Tracks. Bob Dylan tenía en aquel entonces 33 años, su matrimonio con Sara Lownds se encontraba al borde del abismo y él había regresado a los tours de conciertos multitudinarios tras su prolongado retiro en la localidad rural de Woodstock, donde había sufrido un accidente de moto años atrás.
El 16 de septiembre de 1974, el hoy Nobel de Literatura entró en los estudios de A&R en Nueva York, un ambiente familiar y conocido, con su guitarra acústica y su armónica, acompañado de una pequeña banda de seis músicos. Comenzaba en ese momento la grabación de su 15º álbum de estudio, una de las historias más enrevesadas de la carrera de Dylan.
Un total de cuatro jornadas de grabación se sucedieron en las instalaciones neoyorquinas de la compañía musical, aunque en la segunda, el cantante decidió prescindir de todos sus acompañantes excepto de uno. Nadie comprendía las decisiones de Dylan, como señalaría más tarde el guitarrista Eric Weissberg: "Tenía la sensación de que Bob no estaba concentrado, que no le interesaban las tomas perfectas. Había estado bebiendo mucho vino, mantenía una actitud descuidada, pero insistió en seguir adelante, pasar a la siguiente canción sin corregir los errores obvios".
Cuando Blood on the Trakcs, un álbum de canciones que tocaban temas como la separación, la angustia, la pena, la rabia o el arrepentimiento, estaba previsto que saliera a la venta en diciembre de 1974, Dylan cambió de opinión en el último minuto y decidió volver a grabar de nuevo cinco de las diez canciones en un estudio en Minneapolis durante dos días. El álbum, publicado finalmente en enero de 1975, sería un auténtico éxito -uno de los más vendidos de su carrera- alcanzando el número uno de la lista Billboard 200, recibiendo dos discos de Platino e integrándose en el Salón de la Fama en 2015.
More Blood, More Tracks: The Bootleg Series Vol 14, que se publica este viernes 2 de noviembre, recoge las grabaciones de estudio y las tomas alternativas del clásico de Dylan. Es el feto de Blood on the Tracks, los temas crudos, sin cocinar, pero al mismo tiempo el alma de una de sus grandes obras que va a ser convertida en película por Luca Guadagnino, el director de Call me by your name.
El nuevo disco incluye además una serie de grabaciones de tomas finalmente descartadas de canciones como If you see her say hello o Idiot wind, inéditos, charlas de vestuario e inicios fallidos. Pero lo que más se manifiesta en la comparación de Blood on the Tracks y More Blood, More Tracks es la infinita creatividad musical de Bob Dylan.