A William Christie (Buffalo, EEUU, 1944) le horrorizaba la Guerra de Vietnam. Tanto que decidió abandonar EEUU, su país, y se instaló en Francia, donde comenzó una intensa actividad musical que lo ha convertido en una de las referencias indiscutibles de la música barroca. "De todo lo que viene antes de Mozart", dice, didáctico, para resumir. Es decir, Händel, Monteverdi, Purcell, Bach, o los franceses Rameau, Lully o Couperin. Alguno de ellos, especialmente Händel, son ya trending topic en los teatros de ópera y las salas de conciertos y enganchan al público joven. El barroco está de moda y Christie tiene la sensación de la misión cumplida.
Fundó el conjunto Les Arts Florissants, un conjunto para recuperar ese tipo de repertorio, relegado entonces a un segundo plano en una música clásica dominada por el clasicismo y el romanticismo. La iniciativa cumple 40 años y este mes lo celebra en España con la Pasión según San Juan, de Bach, en conciertos en Madrid, Valencia y Zaragoza, los 21, 23 y 25 de marzo.
Christie es ahora un hombre afable, que mira al futuro con optimismo, pero en ningún caso es un hombre blando o que se haya relajado. Asegura despertarse en vísperas de conciertos, en medio de la noche, pensando: "¿funcionará?". En 2016, cuando dirigía el Mesías de Händel en el Auditorio Nacional, perdió la paciencia con los móviles que sonaban en la sala. Interrumpió el concierto con un sonoro "¡stop!". "Acaban de destruir uno de los pasajes más hermosos de esta obra…". dijo al público. Poca broma.
Hay cosas parecen no cambiar nunca, aunque usted viene mucho a España y recientemente ha dirigido a la Orquesta y Coro Nacionales (OCNE).
Vine a España por primera vez fue con mi padre y mi madre en 1962. ¡Este país era muy franquista! Fue en invierno y no creo que haya pasado nunca más frío en mi vida. Hicimos base en Madrid, pero fuimos a Ávila, Toledo y Segovia. España era completamente diferente, también en lo musical. Pero los cambios no cesan. En los últimos 10 años el país ha pasado por momentos muy difíciles y hoy en día me encuentro a muchos jóvenes españoles en el extranjero: en la escuela Juilliard de Nueva York [donde da clase], en Alemania, en todas partes. Y creo que eso es bueno, es muy sano. Ha hecho subir mucho el nivel.
Las orquestas españolas no tienen la mejor de las famas y la crítica no suele ser muy buena. ¿Están muy por debajo de las principales orquestas europeas?
Puede ser cierto, en parte, pero desde luego lo era completamente hace un tiempo. Han mejorado mucho y muy rápido. Acabo de trabajar con el coro de la OCNE y sale muy bien parado en comparación con otros que he dirigido recientemente, como el de la Ópera de Zurich u otros ingleses de gran prestigio. La orquesta es mucho más joven de lo que era hace tres años y está más viva. Va en consonancia con el país.
¿Por qué?
Ustedes tienen un país muy nuevo. Madrid es una ciudad muy joven y muy vieja al mismo tiempo. Si tuviera que empezar empezar otra vez de cero lo haría en Viena o en Madrid, dos ciudades con una gran tradición y al mismo tiempo un gran dinamismo. Es increíble lo que han cambiado estas ciudades y lo llenas de vida y creatividad que están. Las cosas sólo pueden ir a mejor.
Cumple 40 años con Les Arts Florissants. Van a hacer la Pasión según San Juan de Bach en toda Europa. ¿Es su manera festiva de celebrarlo?
[Ríe] No forma parte estrictamente de nuestro aniversario, aunque lo vamos a hacer en toda Europa. El cumpleaños de verdad será en verano en mi casa y luego haremos un gran concierto con la Philarmonie de París en diciembre.
Cumplirá usted 75 años entonces.
Y para ello vamos a celebrarlo con los grandes éxitos de estos 40 años: Rameau, Händel, Purcell, Lully…
No, la música no empezó en en el siglo XVIII
¿Qué es Les Arts Florissants y qué han logrado tras 40 años?
Hemos ayudado a incluir la música previa a Mozart del siglo XVI, XVII y XVIII dentro del repertorio habitual. Ahora, los que van a un concierto pueden decir que quieren más que Mozart, Beethoven y los siglos XIX y XX y conseguirlo. Eso es Monteverdi, Henry Purcell, Rameau, Bach, Händel. Hemos logrado que se perciba que estos señores son tan importantes como cualquier otro. Es importante decir que no, que la música no empezó en en el siglo XVIII. Vemos los resultados por todas partes. Si repasas los teatros de ópera, en ellos suena más Händel que Puccini. Y lo mismo en las salas de conciertos.
Usted lidera otra iniciativa, Le jardin des voix (El jardín de las voces), para descubrir nuevos talentos. ¿En qué consiste? ¿Es posible una escuela así en España?
Comencé con Le jardin des voix después de dejar el conservatorio de París, para seguir enseñando. En ese momento dirigía y tocaba mucho y no tenía tiempo para la docencia. Cuando, hace años, me miré al espejo y me pregunté qué echaba de menos me respondí que la enseñanza. Las clases son muy intensas, con seis o siete cantantes que salen de una audición entre varios cientos. Luego creamos un programa de trabajo para ellos durante más o menos un mes antes de presentarlos a las mejores casas de conciertos y de ópera de Europa y del mundo. Ha sido un gran éxito porque les enseñamos sobre cuestiones de técnica y de repertorio, pero también algo importante en un momento delicado: ¿cómo empezar una carrera en la música? A veces, es muy difícil responder a esa pregunta. Este verano estuve en el festival de Salzburgo para dirigir L'incoronazione di Poppea de Monteverdi y había cinco cantantes de Le jardin des voix, contratados por Salzburgo, no por mí.
En una entrevista dijo que cuando escuchó música barroca por primera vez experimentó un "intenso sentido de la comunicación y el vínculo". ¿Cómo fue?
Creo que la gente joven tiende a ese tipo de vínculos, de crear una familia. He estado trabajando recientemente con cinco cantantes que tienen una carrera muy agitada y se dan cuenta de que lo que hacen juntos es muy importante porque es único. Les encanta cantar juntos, pasar tiempo juntos y el resultado vocal es irresistible para la audiencia. ¿Por qué? Porque es más grande que la propia música.
Va a cumplir 75 años. ¿Cuáles son sus retos? ¿Qué viene ahora?
Hay mucho de acabar tareas y completar huecos. He iniciado muchos proyectos importantes para mí y espero que para mucha gente, incluyendo la creación de una fundación. Confío en que dure muchos años, muchos más de los que dure yo, para que siga enseñando, grabando o publicando. Esas son mis preocupaciones. Me levanto todos los días pensando en cómo fortalecer esos proyectos, en que los programas de los conciertos sean buenos o en que tengan la financiación adecuada. Eso es, en esencia, lo que para mí significa la felicidad.
¿Qué es la felicidad? ¿Ha alcanzado sus sueños?
La felicidad es lo que rodea mi vida. Pero siempre quedan sueños por cumplir. Aún me descubro a mí mismo levantándome, empapado en sudor, y preguntándome: ¿funcionará? Me pasa todo el tiempo. La duda es algo maravilloso.
Debe de ser casi el único que dice eso.
Sí, porque entiendo que a veces la duda es dolorosa.
No planea retirarse. Sobre eso no duda.
¿Por qué debería?
No aspira a pasar de la música en la práctica a la administración o la gerencia.
Desde hace muchos años aprendí que no puedes ser un músico y un empresario al mismo tiempo. Aquellos que lo intentan, que se concentran en conseguir dinero, que son gestores implacables al tiempo que músicos, no lo consiguen. ¡Aléjese de ellos! Soy muy afortunado de no tener que hacer algo así. Lo que sí hago es poner la mano, eso lo hago mucho. Le pido a la gente que sea generosa, le digo que necesito su ayuda porque los proyectos que emprendemos requieren dinero. Pero eso no es ser un empresario. ¿Retirarme de todo esto? No podría vivir. Me moriría. Si me dicen que no puedo hacer música, se acabó.
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