Una llamada desmoronó todas las ilusiones de Jaime Alguersuari de convertirse en campeón del mundo de Fórmula 1. "Tengo malas noticias. Red Bull no quiere seguir ayudándote", le dijo Franz Tost, el jefe de equipo de Toro Rosso, su escudería, en diciembre de 2011. Y colgó. No había alternativa. Ese joven veinteañero, la gran promesa, que llevaba toda su vida preparándose para ser el más rápido, el mejor, se enfrentaba a una situación jamás imaginada.
Tras una serie de desencuentros deportivos, Alguersuari inició un proceso de purga interior para extirpar al "monstruo lleno de ego, odio y frustraciones" que había criado. Disfrutaba, en cierto modo, al volante, porque ya sabía de antemano que su monoplaza no era competitivo; pero el negocio que se esconde detrás de la F1 terminó por consumirle. Hubo de reinventarse, de buscar una nueva motivación, y en la música, en la mesa de mezclas, halló toda esa energía positiva y buenrollista que abandera ahora. Jaime Alguersuari se convirtió en Squire, su alter ego profesional, y ahora repasa su trayectoria en el mundo del motor como una suerte de mili para la vida.
"Fue la mejor universidad que puede tener porque te prepara para todo, y no me arrepiento. He aprendido muchísimo a base de palos, de injusticias también, pero no me quejo de lo que tengo. Me siento muy afortunado", cuenta el expiloto a este periódico. Abandonó los circuitos de forma definitiva en 2015, y ahora trata de cumplir su nuevo sueño: pinchar por todo el mundo, crear música para goce propio y de todos aquellos que le escuchen. También ha escrito un libro, titulado Reinvéntate (Alienta Editorial), en el que narra ese cambio del asfalto por los ritmos techno y de electrónica.
En el discurso de Alguersuari no se atisba un mínimo aliento de negatividad, todo es positivismo, siempre hay solución a los tropiezos, la vida es bella: "Todo lo que hagas te conducirá a algo"; "aprende a flotar. Lo bueno pasa. Lo malo también"; "la gratitud te hace más GRANDE", escribe. Dice no ser un coach, pero sus consejos, su enfoque, entroncan con una existencia idílica, demasiado utópica. Tampoco se abraza a la palabra fracaso: "Una persona que ha intentado muchas veces reinventarse no fracasa, es una persona luchadora hasta que un día le sale bien".
¿Pero por qué se ha visto empujado a escribir estas memorias de autoayuda en clave tan buenista? "Creo que todos necesitamos energía positiva en un momento difícil, crítico, donde la sociedad cada vez es más fría, donde se están perdiendo los valores. Y un toque de ilusión, de ganas, de paz y de amor no viene mal a nadie", responde. Abandera este pensamiento Alguersuari como reacción a "todo este odio que se respira, unos que se matan con otros"; ante "las ideas ultraderechistas o ultraizquierdistas, con puntos de vista distintos, y se pegan disparos y se mata gente. Esto me parece lo más denigrante del ser humano, lo más triste. Podemos tener opiniones distintas, pero ante todo nos tenemos que querer y respetarnos porque no somos nada".
Habla así también por todas las tensiones desatadas por el procés: "Yo veo una sociedad triste, cansada y con odio, que es contagioso. No hay que posicionarse en ningún lado, hay que entender, comprender, respetar". Él, nacido en Barcelona, se siente "tanto español como catalán, orgulloso e identitario de eso. Me siento orgulloso de mi tierra, que es Cataluña, y de tener la gran suerte de contar con una lengua propia. España es una nación de naciones, y la grandeza está en su pluralidad de tener diferentes comunidades".
El piloto persigue al dj
Jaime Alguersuari ha pasado de conducir a 300 kms/h a pegarse sesiones de 8-10 horas en el estudio instalado en su casa, persiguiendo la mezcla de sonido perfecta, no la estela de Fernando Alonso. Como en el Mundial de F1, sigue viajando por todo el mundo, pinchando en alguna de las catedrales de la música electrónica. Le gusta hacerlo a luz del día, con colorido, y en un futuro le gustaría hacer anuncios para películas. Pero tiene claro que no se ve con 50 años, inmerso en giras y viajes por los cinco continentes, como David Guetta.
"La música me ha cambiado la vida, he aprendido mucho de ella y de sus circunstancias. La música es compartir, no es competición. La haces no solo para estar bien tú, sino para ayudar a la gente. Nos une con personas de otros países, es un lenguaje universal, un sentimiento vivo", explica el Alguersuari a este periódico. Pero él se ha visto obligado a lidiar con su pasado en los circuitos, a desprenderse de esa etiqueta de 'el piloto', para abrirse un hueco en el mundo de la música por méritos propios.
Por eso creó Squire: "Cuando me retiro de la F1 entendí que quería publicar música con un alter ego, con un nombre que no se me atribuyese a mí, pero después me doy cuenta de que eso es inevitable, yo soy yo", explica. "El cambio de nombre viene porque no puedo ser bunkeado en un club porque sea piloto. A mí me tienen que valorar por mi música". Al principio, su pasado en el motor le benefició para subirse al escenario con artistas de renombre, pero el dj catalán rechazó la alfombra roja, y se puso a producir sin respiro en su estudio, a "pico y pala".
"Que me llame Jaime Alguersuari es mi cara y mi cruz; afortunada y desgraciadamente es así, soy yo", reflexiona. Él, seguramente haya tenido más facilidades y recursos para encontrar un nuevo camino tras ver cómo se le cerraban las puertas de la F1. Y así lo reconoce, pero como se ha reinventado él, considera que lo puede hacer cualquier otra persona: "Hay que creer en ti, yo creo en la magia, en los milagros, y si no creyésemos ya nos estaríamos poniendo el primer obstáculo". Filosofía Alguersuari.