Las canciones de Novedades Carminha son para escucharlas cuando tienes ganas de vivir, o quizá justo lo contrario: para recuperarlas cuando la rutina aprieta, cuando vienen en avalancha los días laborables. Para engancharse a la alegría y la liviandad. Para ponerte guapo antes de una cita, como cuando las cosas te importaban -o porque todavía te importan-. Para pinchar Camarón y ponerte traje, para celebrar la juventud creciente, para frotarte en los conciertos y tener sexo con un poquito de amor. Para acordarte de que ahí afuera hay amigas que se pintan los labios entre sí, que hay parques y desayunos y parejas bailando rancheras en los dormitorios, como en la noche de bodas sin boda. Para flipar con Antonio Machín y no dejar de sentirte moderno.
En Ultraligero, su nuevo trabajo, Carlangas, Jarri, Xavi y Anxo logran lo que ningún partido político hoy puede: reconstruir España a golpe de verbena, la verdadera democracia. Entre tanto ruido, entre tanta reyerta, por fin un lugar para el amor. Por fin un espacio para mirarse, beber y volver a mirarse. Por fin un barrio sin doctrinas para vertebrar al carca y al progre, que en la pista sólo son lo mismo: chavales vibrantes que bailan Ya no te veo. Hay un sitio pa ti. Y para ellos.
Aquí enfrente, Carlos Pereiro, un tipo con gorra de los que madrugan para aprovechar la mañana; un artista total de los que cocinan, escuchan y pasean. Pide un café en esta terraza de Alonso Martínez. Esta noche, en la sala Riviera, hay concierto.
¿Qué tienen las verbenas que no tenga el Ocho y Medio?
Sobre todo que no cuestan 15 pavos. O 10, no sé cuánto cuesta. Las verbenas forman parte, de alguna forma, de la cultura popular de los gallegos y en las verbenas se mezclan todo tipo de estilos sin ningún complejo, y eso es algo que a mí me gusta mucho y está muy presente en el disco que hicimos. En las verbenas no existe gente de derechas ni de izquierdas, ni gente pobre ni gente rica: la gente se une en torno al baile y digamos que es un lubricante para quitar tensión al momento social. A momentos donde la gente puede enfrentarse. Y ahora estamos en uno de ellos. Tenemos las navajas sacadas y la verbena aquí supone democratización. También me gusta lo de escuchar muchos estilos sin centrarse en algo, porque estoy muy en contra de los talibanes. Lo de rechazar géneros porque sí es muy adolescente.
En vuestros discos siempre ha habido referencias más clásicas. El "cariñito" de Los hijos del sol, el “bésame mucho” de Los Panchos, el guiño a las coplas en Te quiero igual… y a la vez, la colaboración con Dellafuente. Diferentes mundos.
Claro. La primera vez que hablé con Dellafuente le dije “hostia, tú para mí eres la actualización de cómo escribían los poetas andaluces: tú lo llevas a tu polígono, a tu barrio, al 2019, y eso me parece muy interesante”. Para mí tienen gran influencia los letristas clásicos. Quizá es una cuestión de sensibilidad hacia eso, pero me emociona más Bambino que Oasis, ¿sabes? Y Oasis tiene temas que me molan. No sé, tiene mucho que ver con lo de “vamos a quitarnos la careta y a cantar sobre cosas que nos emocionan y nos molan”. Es un proceso de aprendizaje, de decir: a ver, es súper cool Lole y Manuel igual que lo es Gorillaz.
Vosotros habéis cambiado, no el discurso, pero sí el enfoque. Habéis pasado de niños malos punk a románticos confesos. Justo cuando parece que no está de moda, cuando lo que pega fuerte es la liviandad.
Sí, es que creemos que se puede follar y ser romántico también. Creemos que no tenemos que impostar nada. Es verdad que cuando empezamos éramos chavales, estábamos todo el día bebiendo cerveza, con ganas de descubrir una nueva ciudad, que era Madrid, a la que habíamos llegado… pero ahora son otras cosas las que nos llaman. Las emociones no sólo tienen que ver con soltar el lagrimón, sino con ponerte cachondo, con… muchas cosas.
Eso también se encuentra en la verbena. Es el lugar donde por fin besas a quien venías rondando, el día en que las cosas suceden.
Sí. Es verdad. Es donde ligas por primera vez, donde vomitas por primera vez, donde descubres música por primera vez, donde fumas por primera vez. Ocurren muchas cosas. Este disco, Ultraligero, cuando lo empezamos a pensar (lo fuimos sacando como por singles pero está pensado desde Campeones del Mundo)… queríamos que fuera un repaso de la música de baile. Con muchos estilos populares y, de ahí, muchos estilos latinos que nos molan. A veces combinan baile de rozarse y frotarse con letras sentidas, de corazón. Se trataba de construir eso y traerlo a Madrid, 2019.
Háblame de Joven con la edad, que es una de mis favoritas. ¿Cómo vives tú tu propia edad y lo que se espera de ella?
Bueno, de alguna manera siempre intentamos hacer un retrato social de lo que nos rodea, aunque sea un retrato social pasado de vueltas, o lo que sea. Yo tengo 31 tacos ahora y me encuentro con peña que se pasó toda la veintena con un novio, estudiando unas oposiciones, o una carrera, sin salir de casa… y veo que hay una pretensión de recuperar el tiempo perdido. Cumples los 30, los 35, los 40, y de repente te lo quieres follar todo, te quieres emborrachar lo que no te emborrachaste de joven… y entras en esa dinámica del Peter Pan. Por eso es joven con la edad. Quieres construir tu vida a base de sorpresas. Cuando eras una persona súper aplicada y sólo follabas con tu novio, y ahora…
Ahora la promiscuidad también es cultura.
Claro, ahí la promiscuidad es una ventana al mundo. Te puedes follar a un ruso, o a una rusa, ver su casa y flipar…
El Tinder como turismo.
Sí, y está muy bien, no es una crítica, sino un retrato.
¿Entonces va a ser posible lo del amor para toda la vida para nuestra generación?
Uf. Es complicado. Yo hablo por mí. De alguna manera siempre se tiende a tomar decisiones impulsivas, ¡para mal…! No digo que esté bien. Yo sería mucho más feliz si fuese un puntito más reflexivo. ¿El amor para toda la vida? Ojalá. Hay que estar muy preparado. Y sobre todo, hay que ser muy listo.
Para esquivar todos los estímulos, para enfocarte en una cosa…
Sí. Y muchas veces yo eso lo quiero para mí. Es lo que persigues siempre que empiezas una relación. No sé. El amor para toda la vida para mí está bien. Yo no fui capaz de conseguirlo nunca.
Bueno, hasta hoy.
Nunca hasta el día de hoy. Me quedo pensando en la pregunta porque es complicada… te leí a ti cosas como de “novios de dos minutos”. ¿Podrá ser?
No me acordaba de haber escrito eso. Pero el otro día alguien me contaba que hay una palabra en alemán que viene a significar “el amor de mi vida… en esta época de mi vida”. Como “El hombre de mi vida ahora”, o “la mujer de mi vida ahora”. En castellano no tenemos siquiera la palabra porque no contemplamos el concepto.
Puede ser. Yo hace diez años no era igual que soy ahora. Vas cambiando con la persona que te acompaña hacia su lado o hacia tu lado, o si no… es prácticamente imposible sentir estímulo todo el rato por la misma persona. Y ya te digo, lo digo con toda la pena del mundo, porque es algo que me parece muy guay. Compartir. Mi reflexión personal tiene mucho que ver con que vivimos en una sociedad individualista sí o sí, y a mí eso me jode y lo asumo como algo a mejorar. Nos pensamos que funcionamos mejor por nosotros mismos pero somos mejor en colectivo, y ahí vuelvo a la verbena. Juntos somos mejores. Yo siempre he estado mejor al lado de una chica y he aprendido muchísimo más que solo. ¿Que sea la misma o no? Es una pregunta que te responderé cuando hagamos esta entrevista con 70 años.
También hay un verso de la canción que dice: “Querías conocer a alguien divertido que ponga Camarón cuando os quedáis dormidos”. Quizá es que en el fondo, por mucho que estemos en el salseo, o en los romances consecutivos… estamos buscando momentos de emoción. De intimidad.
Claro. Es que no tiene nada que ver con la promiscuidad con sentirte feliz. Que está muy bien. Yo he pasado por épocas de mi vida donde he sido más promiscuo y otras épocas en las que he estado con una sola persona y he sido feliz. Pero si me tengo que decantar, prefiero estar con una persona flipando en colores. Siempre hablo a título personal, pero en mi caso la promiscuidad supone que existe un vacío a nivel personal. Hay gente que bebe todas las noches, hay gente que se lanza a la comida, hay otros que se drogan y otros cubren sus vacíos y sus inseguridades follando. Creo que es guay y apoyo el folleteo, pero también hay que hacer una reflexión: el folleteo, cuando es sano, de puta madre. Cuando está cubriendo tus necesidades y tus vacíos, es un problemita como otro cualquiera, ¿sabes? Promiscuidad sí, pero con salud mental.
¿Qué sabes hoy del sexo que no sabías con 18 años?
No tengo ni idea. Supongo que muchas cosas más… al final es importante preguntar. Creo que lo mejor que aprendí desde que era adolescente hasta hoy es a preguntar. ¿Cómo podemos disfrutar los dos? Te podría decir “no, tal”, y hacerte una disertación sobre el clítoris, pero es mentira. A cada chica le excitan unas movidas. Lo mejor es asumir con humildad que siempre se puede mejorar y que con cada chica es diferente. Creo.
Disimulando: la canción más sexy de lo que llevamos de año, al menos. Hablando con amigos, se sienten identificados con ella porque sintetiza el romance moderno y etílico que se cría nocturnamente, ¿no? Y que nunca llega a canjearse en la vida real. Parece imposible tomar un café. O dar un paseo.
Ya, tía. Es que esto… ocurre así. Es tal cual. Tú te ves en una discoteca, acabas follando, luego te piras al día siguiente, luego te vuelves a ver dentro de 15 días y otra vez… y como que no avanza la relación. Y una de las partes ve algo en esa relación y se cuelga. Disociar el sexo del amor a mí me parece genial, pero cuando esto lo haces periódicamente y repetidas veces, puede haber una de las partes que se enamore… y digas “hostia, ¿cómo salgo de este bucle de estar borracho y quedar para follar?”.
Pero la otra parte también se enamoraba, ¿no? Yo había entendido un “si no me quisieses, qué fácil sería”.
No, “si no te quisiese, qué fácil sería”. Ya te jodí… (risas).
No va a salir bien, no.
Bueno, no se sabe. Pero es que esa parte que se enamora ya no puede pararlo. Dice “o me lo tomo en serio y quedamos para ir al parque de atracciones y tener otro tipo de dinámicas más profundas, o no quiero esto”. Pero no lo consigue. Sigues yendo a la discoteca y seguís confluyendo.
“Aunque pasen cien años hay cosas que nunca se olvidan”.
Es que yo lo del “sólo follamos, pero no quiero nada más” yo no me lo creo del todo, o a mí no me ocurre. Si follamos diez veces se genera una convivencia… y si follas diez veces es porque esa persona algo te mola. Hay cosas que no olvidas. Hablamos de cosas súper sencillas, de lo que ocurre debajo de tu casa.
Canciones para gente con poca memoria, decías tú. Versos escuetos pero clavados. En pocas ideas vienen muchas imágenes.
Eso me cuesta un trabajo… yo puedo tener clara la historia y te la puedo escribir en un correo electrónico enorme, pero yo vivo bien con pocas cosas, y en las canciones también. Necesito tener pocos elementos. Si tengo que gastar catorce versos para contarte una cosa, como que dejan de gustarme. El barroco, el adjetivar… parte de Novedades Carminha es el espíritu minimalista. Minimalista quiere decir, para mí, decir pocas cosas y que signifiquen lo mismo que si escribieras muchísimo. Me rayo mogollón con las letras, sí, de veras.
Las apuntas en las notas del móvil.
Sí. Cosas de ir por la calle, de hablar con gente. Luego las veo y pienso: tío, para escribir un folio de letras me rayé bastante, no sé si me compensa.
Vosotros tenéis cierto rechazo al rockero maldito, al pureta.
Sí, pero yo no voy a rajar en contra de nadie, porque no tiene sentido.
¿Ni siquiera de Los Planetas?
No, no, vamos a explicar esto. Los Planetas es una banda a la que respeto mucho. No es un beef, no es una rajada. Es una reivindicación generacional. Es “bueno, Los Planetas han ocurrido, es un grupo que nació en los noventa, es la punta de lanza del pop independiente español, pero en 2019 hay una nueva generación”. Decimos “aunque te gusten Los Planetas como a todos los puretas” pero acaba en “te quiero igual”. Podemos convivir. Es una reivindicación de “acabamos de llegar, tío, y venimos también al escenario principal”. Y lo de los canallitas… sí, yo no conecto con ese rollo, creo que ya no mola lo de llamar “princesas” a las chicas, y beber whisky, e ir con chupa de cuero, porque son caras y las que son de cuero de plástico (que son las que llevan los rockeros antes de ganar pasta) te hacen sudar mogollón (risas).
No sé, es cuestión de sensibilidades. A mí me parece que eso tuvo sentido en otra época y lo veo desfasado. Con esto que cada uno haga lo que quiera. Me encanta que Sabina sea el primer facha de izquierdas. Bueno, no me encanta, pero lo veo y veo la imagen de la progresía, esto de “todos los progres escuchan a Sabina, el poeta que se droga, que bebe, que llama princesas a las chicas...”, y que se reúne con Esperanza Aguirre para bailar chotis y con los príncipes en su casa. Un auténtico facha de izquierdas, otra nueva modalidad.
Dicen que Jota tiene un poco de mala leche. No sé si os contestó a aquel estribillo o si ha habido algún tipo de revancha. ¿Os los habéis encontrado?
No, bueno, ya te digo que no les conozco. Una vez les vi de lejos en un camerino. Los respeto. Sí que hubo un libro, 400 millones de golpes, de Eric, que habla de un grupo de garage…
Sí, sí. Me lo regalaron para que viera lo que había puesto. El guiño que se supone que es hacia nosotros dice algo como que somos una banda de garage que antes de que naciésemos él ya tenía pelos en los cojones. Una respuesta de auténtico pureta.
Confirmando el tópico.
Sí, pero me parecen brillantes en lo artístico.
Hablemos de Obsesionada. ¿Qué hay del “sólo te importa la unidad de España”? ¿Crees realmente que el procés se ha colado en las conversaciones de los bares y en las relaciones de pareja?
Totalmente. No hablamos de otra cosa que de gilipolleces. Yo he ido a Cataluña a tocar delante de 3.000 personas hace un mes y no he recibido más que cosas buenas. Creo que nos están utilizando, de alguna manera: unos, para echar gasolina en Cataluña, otros para no sé qué… basta ya, tío. No quiero formar parte de este juego, pero de alguna manera te ves metido en esa dinámica. No quiero luchar con banderas. Yo creo en otro tipo de relaciones entre las personas y entre los pueblos. Y tienen más que ver con lo personal, con lo emocional o con lo cultural. Es muy feo lo que está ocurriendo. Y lo de Obsesionada es otro retrato. Es verdad que sales por Malasaña a tomar una caña y ves a gente súpercosmopolita, todo dios se conoce Londres como la palma de su mano, todo el mundo súpercool, súperpreparado… cuatro idiomas, no sé qué, pero se toman dos cubatas y se ponen rancios hablando de política, y se ponen a decir que si los catalanes no sé qué. Y yo digo: “Tío, tú que vas de moderno, deja a la peña que camele, ¿no?”, como diría El Fary. A mí me molaría que hubiese más paz, viviríamos todos mejor.
¿Cómo vives la nueva problemática del lenguaje a la hora de componer? Por ejemplo, que la palabra “mariconez” sea un problema.
Creo que todos estamos entrando en un proceso de tomar conciencia sobre cosas por las que a lo mejor antes pasábamos más de largo, y eso me parece guay. La sociedad para mejorar tiene que avanzar, y avanzar es hacer caso a las reivindicaciones feministas. No tiene ningún sentido que haya diferencias, y las hay. Y tiene que avanzar en lo ecológico, porque nos vamos a la mierda. Y con esto no me quiero poner tremendista. Tenemos que aprender, tomar nota, ponernos detrás y recibir lo que nos están contando. Es como para oírlo, reflexionar y hacerle caso.
Pero yo, tía, soy punki desde adolescente, y para mí una canción no es un panfleto. Cuando escucho “Ayatollah, no me toques la pirola” de Siniestro Total, a mí me hace gracia. No hay que descontextualizar las canciones. Con esto no estoy defendiendo nada, quiero decir que si a alguien le molesta decir “mariconez”, que no cante “mariconez”. A mí ni siquiera me mola la canción, no la cantaría, ¿sabes? Pero no creo que haya que hacer un drama. Vivimos en el siglo XXI y tenemos que ser una sociedad avanzada, pero las canciones… hay mil canciones punkis que me pueden hacer gracia. Y el humor negro me hace gracia. Hay cosas que sí, cosas que no. ¿Qué coño me están contando? Dejadme vivir.