La cantante murciana Ruth Lorenzo no solo es conocida en el ámbito español. Durante sus andanzas en el extranjero llegó a ser finalista en el programa de Factor X de Reino Unido. En 2014 dio el salto a Eurovisión representando a España con la canción Dancing in the rain, con la cual consiguió una de las mejores posiciones de los últimos años.
Ahora Ruth Lorenzo presenta su nuevo álbum, Loveaholic, en el Teatro Nuevo Apolo, en pleno centro de Madrid. Lo hará el 13 de junio acompañado de temas inéditos y versiones que marcaron su carrera musical; una carrera con altibajos y problemas que le han llevado a la artista a llegar hasta la persona que es hoy.
Tu nuevo disco no abarca un solo estilo o género musical. Es más bien un álbum heterogéneo.
Quería reflejar un poco mi cultura musical en el disco, aunque siempre bajo el estandarte del pop-rock. Creo que cada mensaje concreto tiene un estilo musical. Por ejemplo, Loveaholic, una canción de amor y deseo, solo puede ser un blues. Compuse muchísimo durante un año y medio e hice más de 50 canciones de las cuales solo quedaron 12. Me sentí más identificada con canciones que eran diferentes entre ellas y decidí que exactamente esa era yo.
Eres bilingüe. Además de España, también has vivido en Reino Unido y en Estados Unidos. ¿Cuando compones en castellano o en inglés encuentras diferencias ya sea en el ritmo o en los sentimientos que quieres transmitir?
Totalmente. De hecho hay ciertos estilos que jamás me saldrían en castellano y viceversa. Se intentó hacer en español Good Girls Don’t Lie y fue imposible. También intentamos hacer en inglés Amanecer y Moscas muertas y aquello no funcionaba. Hay que dejar algunas cosas ser lo que son y en el idioma en el que están originalmente.
En varios medios has compartido tu experiencia con los trastornos alimenticios. ¿Lo cuentas como una anécdota personal que has sufrido o tienes una intención de visibilizar este tipo de problemas para que quienes la padezcan no se sientan solas?
Pienso que siempre que se pasa por una situación difícil y tienes oportunidad de compartir lo que sientes te ayudas a ti mismo y a la gente que está pasando por lo mismo. Hay ciertos tabúes y ciertos temas que son intocables. Los trastornos alimenticios son uno de ellos. Entonces, cuando yo lo he compartido lo he hecho desde mi presente. Soy consciente de que en cualquier momento puedo tener una recaída. Yo ahora estoy bien pero nunca puedes decir “de este agua no beberé”. Lo que sí tengo claro es que no quiero volver a ese lugar.
Me ha pasado que cuando he compartido mis problemas mucha gente me ha dicho: “me has ayudado”. Yo me acuerdo que cuando era adolescente seguía mucho a Espido Freire. Ella pasó por lo mismo y fue a raíz de la escritura por lo que consiguió superarlo. Yo no le contaba a nadie que vomitaba después de comer, que me saltaba cuatro comidas seguidas, que me iba a dormir habiendo comido solo una hoja de lechuga, que me conocía todos los váteres del instituto… ¿Sabes? Son vivencias muy fuertes. Y mi persona de referencia era Espido Freire. Cada vez que salía en la televisión incluso paraba de respirar para escuchar exactamente lo que decía. Ahora yo intento hacer lo mismo.
¿Son curables los trastornos alimenticios?
Es una cicatriz. Cuando se cura la sigues teniendo. La miras y ves que está ahí. No es nada de lo que estar avergonzada. Yo intento vivirlo de una manera en la que no se me olvide para ser consciente de que es parte de mí. Pero así lo vivo yo. Habrá otros que lo hayan superado y no quieran recordarlo.
Se acerca la fecha de Eurovisión. Cuando participaste en 2014 no existía la polémica que hay ahora. ¿Son razonables las críticas a la sede de la nueva edición de Eurovisión?
Es un tema difícil. A ninguno de nosotros nos gustan las mierdas que pasan en el mundo. En nuestro propio país hay mucha mierda. Pero creo que es importante reivindicarse. Estoy segura de que los artistas se reivindicarán en Tel Aviv y mostrarán en el escenario lo que sienten sobre lo que está pasando. Sí que pienso que los artistas no deben tener miedo de ir a un lugar y defender allí unos derechos. Yo cuando estuve en Eurovisión viví la mayor reivindicación que hubo, que fue Conchita Wurst. Verla ganar fue todo un triunfo. Ganó la libertad.
España es un país donde las demandas sociales están a la orden del día. De hecho, el año pasado a punto estuvo de ir la canción de Lo Malo, que defiende unos valores concretos sobre el empoderamiento de la mujer. ¿Crees que podremos ver mensajes así por parte de España en alguna edición de Eurovisión?
Pues sería genial ver a los artistas unirse para crear un movimiento. En el tema de la mujer, por ejemplo, hay tanto que avanzar y crecer: la pornografía, los prostíbulos… Todo. Se puede ser puta y que te respeten. Se puede mirar porno pero no un porno degradante para la mujer. Pasando por eso hasta el simple hecho de no tener un sueldo diferente. Al fin y al cabo, es de nuestros coños de donde sale la vida. Todos estamos aquí por haber salido del coño de nuestras madres. Así de rudo. Una mujer se desgarra para dar la vida y solo por eso deberíamos ser las diosas de cualquier hombre y cualquier sociedad.
Sí que veo en las nuevas generaciones que los hombres son más conscientes de lo que significamos las mujeres. Yo estoy rodeada de muchos hombres en mi trabajo que lo único que hacen es empujar conmigo. También pienso que sería maravilloso ver a mujeres fuertes en Eurovisión cantando juntas y reivindicándose.
¿Podría ser una respuesta a aquellos partidos políticos que quieren suprimir las leyes que protegen a la mujer?
Yo admiro a Lennon. El tema de Imagine es tan real. El día en el que no veamos diferencias entre nosotros y el día en que queramos prosperar la humanidad será más libre. Nos aferramos al pasado, nos creemos el presente, y nos olvidamos de que habrá un futuro. Nos estamos cargando nuestro planeta, consumimos sin parar, la gente empieza a padecer del cuello porque no deja de mirar el móvil… Hay tanto que solucionar que a veces me siento una gota de agua que no puede hacer nada y se la lleva la corriente. Lo único que te queda es cambiar tu propia vibración y aspirar a lo mejor sin juzgar al otro. El mundo nació sin barreras. La Tierra se creó sola. No somos nadie.
Hay una canción en mi último disco que se llama Bodies. Somos simples cuerpos que algún día no estarán aquí y que lo único que tenemos es el ahora y todo lo que nos rodea. Pienso que es importante que los artistas utilicemos la música para expresar nuestro interior y que se incentive a los niños a ser creativos. Las máquinas ya están haciendo el trabajo. Lo único que una máquina no puede hacer es ser único y nosotros somos únicos. Deberíamos trabajar para que nuestros niños no sean máquinas.
Tú ya tienes una carrera consolidada. No obstante, con programas que han vuelto como Operación Triunfo hay un nuevo boom en el mercado musical. ¿Crees que hay sitio para todos o en varios años nadie se acordará de estas nuevas estrellas?
Mira, yo lo he vivido en mis propias carnes. Yo concursé en Factor X en Inglaterra y de mi edición quedamos muy pocos haciendo carrera. Qué bonito sería si no se tuviera miedo al producto que hay, que por otra parte es mucho. Los artistas tienen miedo de que se les invada el terreno. Es lo mismo que pasa en la política. Fuera esas barreras. Yo no solo como pollo. Como ensalada, pan, dulces etc. En mi lista de Spotify escucho a Hans Zimmer, Zahara, Rosalía, Muse, Leiva, Imagine Dragons… Tengo hasta el Despacito. Creo que la gente en general tiene miedo a perder el control. Yo hago pop-rock pero me llevo de puta madre con Rayden o Lola Índigo.