Ante tanta incertidumbre que vivimos en estos tiempos, Dani Martín no pierde la ilusión por continuar con su proyecto musical. Su álbum, disponible a partir de este viernes 16 de octubre, se da a conocer como Lo que me dé la gana (Sony), un alegato a abandonar cualquier formalismo. La sociedad actual nos moldea, transforma y nos aleja de lo que somos. Dani Martín proclama "los silencios" y los gestos cotidianos que no pretenden sino evocar nuestra verdadera personalidad.
Ya son 10 años desde que el cantante madrileño iniciara su carrera en solitario y no hay virus que le impida seguir progresando. Lo que me dé la gana es "algo mágico" que lleva preparando mucho tiempo y afirma en una entrevista concedida a EL ESPAÑOL que detener la cultura en estos momentos brindaría al virus una "pleitesía absurda".
El artista se sienta a hablar con este periódico sobre su nueva obra, donde deja a un lado cualquier cliché y se atreve con todos los géneros musicales: desde el rock que nos tiene acostumbrados hasta el rap.
Muchos conciertos se cancelan; las giras se posponen... Pero la cultura continúa su curso.
Fluir como ser humano es necesario. Te dediques a tener un taller mecánico, te dediques a la cultura o tengas un restaurante, cualquiera quiere luchar para que su sueño salga adelante. En mi caso, después de un año y medio con un disco grabado, lo único que quiero es que salga y que sea de la gente. Necesitamos vivir; ir a ese taller y tomarnos una cerveza. Lo que necesitamos es vivir.
Es un álbum repleto de colaboraciones que se traduce en canciones de diferentes géneros musicales. ¿Por qué has optado por la variedad?
Todo parte de un viaje que me permitió salir de mi sofá. Decido hacer un viaje en busca de gente a la que admiro y artistas con los que me apetece componer. Siempre había compuesto yo y no estaba acostumbrado a hacerlo con otra gente. De repente, me veo saliendo de mi zona de confort y eso me ha dado una vitalidad y una energía fuera de lo conocido.
Lo que he querido es hacer un disco que abarcara todos los estilos que me han fascinado desde pequeño: hip hop, rumba, rock... Soy un amante de la música; me dan igual los estilos, las modas y los movimientos. Me encanta Public Enemy, Los Ronaldos, Hombres G y Red Hot Chili Peppers. ¿Por qué no puede convivir todo en uno? Este disco por eso se llama Lo que me dé la gana. El haber hecho ese viaje es lo que ha hecho posible que este disco exista.
Sorprende Se acaba la función, que es una canción de hip hop. ¿Se siente uno mucho más contestatario en el rap?
Me apetecía más hablar lo que tenía dentro. Lo que nos pasa es que nos encantaría que nos sucedieran cosas, pero convivimos con lo que sabemos hacer y nos funciona. ¿Por qué no atreverte? ¿Por qué somos tan juiciosos y criticones? Si te ves en la necesidad de agarrar un micro y cantar un rap porque llevas 30 años escuchándolo, hazlo. Te vas a morir un día y te va a dar igual todo.
El disco viene acompañado por un pequeño diario o cuaderno escrito a mano por ti. Leo las palabras "miedo" y "rechazo" en su interior varias veces. ¿A qué tiene miedo Dani Martín?
Miedo al rechazo (risas). Miedo a no gustar, a no gustarme a mí mismo... Soy una persona que vive con muchos miedos; y eso me hace escribir. Es lo que me hace buscar, a través de la música, un lugar donde sentirme feliz. La palabra "miedo" es muy recurrente en mi vida, a la vez que "vida".
En Lo que me dé la gana escuchamos la siguiente frase: "Tienes que ser perfecto y convertirte en alguien de provecho / Debes hacer una carrera convencional y ser ejemplo / De esta sociedad / Así conseguirás que todos estemos orgullos de tu aporte vital". ¿Qué tiene este sistema que nos grita que si no somos productivos no valemos nada?
Vivimos en un modelo social que nos aprieta a producir cada vez más. El ejemplo más claro es cuando escuchas una conversación entre padres: "Mi hijo juega en el Real Madrid"; "Mi hijo toca el piano y se sabe hasta la 9ª de Beethoven". Nunca escuchamos: "Mi hijo es muy cariñoso"; "Mi hijo es un niño que lee un montón le encanta la música". En la vida tendemos a ensalzar cosas que nos van alejando de lo que realmente somos.
Hay un nivel de exigencia en la vida que me empuja a rebelarme a eso. A mí, en mi caso, mis padres nunca me lo han impuesto. Tal vez me lo haya impuesto más yo que mis padres. Cuando llegas en Navidad a casa de tus padres hay una necesidad de contar lo que has hecho durante el año. ¿Les voy a contar que he sido muy sensible y que he sido capaz de sentarme delante de mi chica y que me he equivocado? Eso es una mierda. La gente prefiere que les cuente sobre el nuevo BMW que me he comprado con asientos de cuero. Tenemos la necesidad de aparentar por la presión social que hay alrededor.
Escribiste en julio una serie de mensajes en Twitter enfadado. Criticabas que, una vez nos permitieron salir a la calle, no todo el mundo cumplía las medidas impuestas.
No me enfadé. Simplemente dije que lo que sentía. El ser humano se adapta, pero si no vive las cosas desde cerca, es egoísta. El que era buena persona estará más sensibilizado, y el que era un cafre es más cafre todavía que antes. Lo que le importa es su libertad, su espacio de tiempo y sus copas con los amigos. Creo que somos muy poco generosos y muy poco empáticos. No creo que sea necesario que tengamos a alguien cercano en una UCI para saber que si tenemos que reunirnos seis en una casa debemos ser seis y no más.
Luego otra cosa es la guerra política que nos estamos comiendo y que no nos merecemos. Hay una falta de unidad y de diálogo. Primero están las siglas y las emociones antes que el intentar solucionar esto. Deben darse la mano y solucionar esta mierda. Después, que hablen de sus banderas si quieren. Los partidos políticos parecen equipos de fútbol; tanto sus seguidores como los que los alientan. Estamos a otra cosa. Si el gobierno lo está haciendo mal hay que intentar hacerlo bien y unirse. Debemos ir todos en un mismo coche. Lo que importa es este país.
¿Cómo estás viviendo como madrileño lo que está pasando entre la Comunidad y el Gobierno?
Hay una guerra política entre la Comunidad de Madrid y el Gobierno de España y esta lucha está por encima de la salud de los ciudadanos. Y esto no hace falta que lo diga yo. Está clarísimo. Precisamente, no están luchando para acabar con el virus, sino por sus propios intereses. El problema de la política es que hay demasiadas emociones puestas en ella. No debería haber emociones en la política.