En la guerra civil siria se cuentan al menos cuatro partes beligerantes: el régimen de Bashar al-Assad, la República Árabe Siria, el Estado Islámico y el Kurdistán sirio. Están apoyados por una abundante cantidad de aliados, nacionales e internacionales. Los hay asistidos por Estados Unidos o por Rusia e Irán o por grupos reconocidos como terroristas en Europa como el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) o la organización libanesa Hezbolá.
En ese conflicto, que se ha cobrado la vida de un número estimado en 400.000 personas y que ha obligado a convertirse en refugiados a otros cinco millones de seres humanos, el patrimonio cultural sirio –que en muchos casos también es de la humanidad– constituye, sin duda, otra víctima.
Siria es un país rico en espacios y obras artísticas reconocidas como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO que han sufrido daños en esa guerra. La mejor prueba de ello tal vez la constituya la ciudad de Palmira, liberada de las manos del Estado Islámico (EI) a finales del pasado mes de marzo por tropas del Ejército de Bashar al-Assad, apoyadas por la fuerza aérea rusa. La ciudad estaba en manos del grupo terrorista desde mayo de 2015.
Allí, el pasado mes de octubre, militantes del EI destruyeron el Arco del Triunfo de la ciudad, una obra arquitectónica de la época romana levantada en el año 200 después de Cristo. El patrimonio de la ciudad también sirvió al EI durante su ocupación de escenario para sus ejecuciones públicas.
“Las tareas de documentación de los daños del patrimonio comenzaron hace ya unos tres años”, recuerda a EL ESPAÑOL Mada Saleh, una arqueóloga siria que trabaja como investigadora en la Universidad Técnica de Berlín. Ella forma parte del grupo de hasta 170 expertos internacionales citados estos días en la capital alemana por la UNESCO para avanzar en la protección y preservación del patrimonio cultural de Siria.
Las tareas de documentación de los daños del patrimonio comenzaron hace ya unos tres años
También es parte de ese grupo su compatriota Zoya Masoud, arquitecta que trabaja en el Syrian Heritage Archive, un proyecto dedicado al patrimonio cultural de su país lanzado por el Museo para el Arte Islámico de la capital germana. Masoud, natural de Damasco, explica a este periódico que lo que los expertos de todo el mundo pueden hacer a día de hoy es “recoger cuanta información sobre el patrimonio cultural sirio sea posible para que pueda existir un gran plan maestro sobre la necesidad de restaurar, reconstruir y dónde hacerlo”.
Restaurar y reconstruir el patrimonio
“Ese plan maestro tenemos que hacerlo entre todos, por un lado, la gente de Siria, eso es seguro, pero también la comunidad científica internacional, porque todo este patrimonio tiene un gran valor”, subraya Saleh. “No sólo debería haber una sola parte tomando una decisión sobre este tema, debería de haber diferentes actores, sirios e internacionales”, agrega esta arqueóloga natural de la ciudad costera siria de Latakia.
Pedimos que no se instrumentalice el patrimonio cultural en siria
En un contexto como el de la guerra civil en Siria, en el que Russia, por ejemplo, está apoyando al régimen de Bashar Al-Assad, mientras que la oposición recibe asistencia de Turquía, Catar o Arabia Saudí, al tiempo que Estados Unidos lidera una coalición internacional contra el EI, resulta difícil imaginar un diálogo normalizado entre representantes de tantos y tan diversos actores.
Sin embargo, de esto mismo parecen estar dando ejemplo los expertos reunidos en Berlín. “Tratamos de evitar que se mezcle patrimonio y política porque todo puede instrumentalizarse, nosotros queremos valorar el patrimonio al margen de todo eso, valorarlo como tal, por eso pedimos que no se instrumentalice el patrimonio cultural en Siria”, expone Saleh. La cita berlinesa convocada por la UNESCO reúne expertos de hasta 25 países, entre los que se incluyen Estados Unidos, Francia, Turquía, Marruecos, Holanda, Dinamarca, Rusia, Japón y Australia.
Saleh, también integrante del Syrian Heritage Archive, manifiesta cierto cansancio al responder sobre las eventuales presiones que pueden estar ejerciendo los actores implicados en el conflicto. Se sospecha, muy especialmente, de la postura de Rusia. Su Ejército ha levantado un campo militar ruso en la zona que considerada Patrimonio de la Humanidad en la ciudad de Palmaria. Ante este gesto “temporal”, según Moscú, hay quienes temen las intenciones rusas de ganar peso en las tareas relacionadas con la restauración o reconstrucción del patrimonio cultural en esa ciudad.
“La presión viene mayormente de los medios de comunicación, que se están interesando en quién financia qué”, responde Saleh. “En realidad, nosotros nos presentamos aquí como individuos interesados únicamente en el patrimonio cultural sirio”, añade.
El patrimonio, factor para la paz
Saleh reconoce que, sobre cuestiones como la situación de Palmira “hay todavía muchas preguntas por responder y muchos debates por resolver”. Por eso Masoud insiste en que lo único que se puede hacer, a ciencia cierta, “es recoger información”. “Así es como estamos preparando el futuro” del patrimonio sirio, agrega esta implicada en la realización de tres bases de datos en el Museo para el Arte Islámico. La primera de esas herramientas aún en construcción tiene en cuenta información de zonas geográficas siria con obras de patrimonio cultural, una segunda acumula lo que existe o ha existido en ese lugar de interés cultural. La tercera se ocupa de la evaluación de los daños sufridos.
El Estado Islámico llegó a Palmira y hubo desazón en toda Siria, tanto en el régimen como en la oposición
Para esa última tarea, precisamente, los expertos del Syrian Heritage Archive cuentan sobre el terreno sirio con activistas capaces de dar cuenta del estado de los monumentos. “A veces los activistas son personas que, a título individual toman fotos con sus teléfonos móviles o graban vídeos que luego suben a Internet, sin dirigirse a nadie, pero otras veces son iniciativas locales que hacen lo mismo para documentar, siendo incluso capaces de rescatar mosaicos de manos del EI”, cuenta Masoud.
“Los activistas saben del valor que tienen estos lugares del patrimonio sirio, de ahí que cuando el El llegó a Palmira, hubo desazón en toda Siria, tanto en el régimen sirio como en la oposición”, mantiene Saleh. “Ninguna de estas dos partes podía justificar lo que el EI estaba haciendo allí”, agrega.
En este sentido, tanto Masoud como Saleh están convencidas de que el patrimonio sirio no sólo juega un papel cultural en la guerra civil. Es más, ambas defienden que constituye un elemento que aún es capaz de reunir a rebeldes y fieles al régimen de Al-Assad. “Hacer la paz es un proceso muy complicado, pero el patrimonio es un factor unificador, porque forma parte de la identidad siria”, concluye Saleh.