Pese a haber cumplido entre 1.800 y 1.900 años no se habían conservado mal hasta ahora. Descansaban en paz, decorando las tumbas de Palmira. Ella con un elegante velo y él haciendo honor de una respetable toga. Habían conseguido mantener cierta intimidad, hasta que se convirtieron en víctimas terroristas del Estado Islámico.
Cuando los yihadistas entraron en 2015 en la ciudad Patrimonio de la Humanidad, arrasaron con cuanto había a su paso. Y uno de los escenarios de la destrucción fue el Museo Nacional de Palmira, donde reposaban estos dos bustos de origen sirio tallados en piedra caliza. De estilo clásico, en la figura masculina se aprecian escrituras griegas. Los expertos calculan que fueron modeladas entre el II y el III siglo d.C., cuando el país era considerado una provincia del Imperio Romano.
Buena parte de las obras de Palmira quedaron arruinadas a manos del ISIS. Sin embargo, ella consiguió salir del trance con la nariz rota y unos cuantos arañazos, mientras que él –peor parado- perdió un ojo y una parte de la cara. Los arqueólogos lograron sacarlos, llevarlos a un lugar seguro y trasladarlos, ahora, al Instituto Superior para la Conservación y la Restauración de Roma, donde están siendo restaurados.
Lejos del contrabando
“Seguramente son las dos únicas obras de arte que han logrado salir del conflicto, sin caer en las manos del contrabando”, asegura Francesco Rutelli, presidente de la asociación Encuentro de Civilizaciones, responsable de la operación. Rutelli aclara además que la operación pudo hacerse en la “corta ventana de tiempo” que se produjo entre la toma de Palmira en marzo de 2016 por parte de las tropas sirias y la reconquista del Daesh, apenas nueve meses después.
Los bustos hicieron escala en Damasco y Beirut, antes de esta parada en ‘boxes’. Y se prevé que puedan ser devueltos al Museo Nacional de la capital siria el 27 de este mes. Las dos figuras ya estuvieron expuestas en el Coliseo en otra exposición llamada: Renacer de las destrucciones. Ebla, Nimrud, Palmira, junto a réplicas sintéticas realizadas a través de estudios en 3D de obras de estas tres ciudades, que fueron completamente destruidas.
Esa técnica realizada con láser y escáner se ha utilizado también para reparar la parte perdida del busto masculino. Según explica la restauradora Flavia Vischetti, a través del estudio tecnológico de la parte izquierda del rostro consiguieron reproducir de forma simétrica el pedazo que falta. “Después pusimos tres pequeños imanes pegados en la superficie interna de la figura y una prótesis que uno puede quitar en cualquier momento”, asegura.
Un rompecabezas
Muestra a la prensa esta pieza de quita y pon Antonio Iaccarino, responsable de la reconstrucción en 3D. Curiosos por ver cómo la parte reconstruida encaja en el original como un puzle, Iaccarino repite la operación una y otra vez. Por el momento, el apósito presenta un aspecto artificial, aunque después será recubierto con cal y polvo de mármol para pasar desapercibido en el conjunto.
“Desde un punto de vista ético, el mayor reto era recomponer una figura que había perdido un fragmento. Pero gracias al estudio matemático se elimina la aportación subjetiva, mientras que los imanes adheridos a la piedra permiten ser eliminados fácilmente si en algún momento se llega a encontrar el pedazo original”, sostiene Iaccarino. Los dos restauradores afirman que se trata de una combinación de técnicas “pionera”.
El Instituto para la Reconstrucción y la Restauración italiano goza de una buena reputación. Fue fundado en el 1939 y entre sus pacientes han estado algunos frescos de Pompeya, lienzos de Caravaggio o la Torre de Pisa. Italia lanzó además –bajo patrocinio de la Unesco- los llamados “Cascos azules de la cultura”, un grupo formado por técnicos y fuerzas de seguridad, que se encargan de proteger e intentar recuperar el patrimonio dañado en zonas que han sido escenario de conflictos.
Contra los terroristas
“Hemos insistido en diplomacia cultural y gracias a nuestra credibilidad ha sido posible traer estas obras”, presume el ministro de Cultura, Dario Franceschini. Junto a él, Francesco Rutelli, que también tiene un bagaje político como ex alcalde de Roma, añade que su país “quiere dejar claro que la última palabra no puede ser de los terroristas”.
Evoca un pasaje, aunque está confundido: “Durante la Guerra Civil española, se pusieron de acuerdo el bando republicano y franquista para salvar patrimonio del Museo del Prado en Madrid, El Escorial o Toledo”. Nunca hubo un acuerdo entre ambas partes en el conflicto español.
En el caso sirio, este proyecto, de momento, sólo ha conseguido entenderse con el régimen de Al Asad. Pero el mecenas reitera que lo haría con “cualquier país, independientemente de sus dirigentes”.