Los satélites llegan a cualquier parte del mundo. Incluso a Afganistán. Los servicios de inteligencia norteamericanos están peinando desde el espacio, en colaboración con un equipo de arqueólogos afganos, el país cerrado por los talibanes a cal y canto. Las imágenes alumbradas han ampliado el catálogo de monumentos conservados en el país. Los investigadores estadounidenses y afganos han hallado, gracias a los satélites espías militares, miles de hitos del patrimonio que no se tenían localizados.
Los hallazgos apuntan a una nueva visión de los estudios sobre los imperios desaparecidos, que tuvieron un papel esencial en el intercambio cultural entre Oriente y Occidente. Los especialistas explican que han triplicado el número de yacimientos arqueológicos publicados en el país, perdidos en la Ruta de la Seda, en las regiones desérticas. Podrían rondar los 5.000 descubrimientos. Los nuevos hitos, rodeados por demasiados peligros como para investigar in situ, son enormes complejos arquitectónicos (caravasares) utilizados por los viajeros de la Ruta para descansar o redes de canales invisibles desde el suelo.
Las primeras conclusiones de los expertos apuntan que las rutas comerciales, entre India, China y Occidente, no desaparecieron en el siglo XVI, sino que se mantuvieron unos siglos más. Se creía que una vez los portugueses entraron en el Oceano Índico se abrieron las vías marítimas y ya nadie se molestó en cruzar Asia Central. Sin embargo, los descubrimientos revelan una gran inversión en infraestructuras por los antiguos imperios afganos para abastecer la red de comercio.
Mapeando lo desconocido
El Instituto Oriental de la Universidad de Chicago abrió en 2015 este proyecto que permanecerá en marcha tres años, hasta 2018, bajo el nombre Afghan Heritage Mapping Partnership. Este programa, compuesto por arqueólogos norteamericanos y afganos, cuenta con un presupuesto de dos millones de dólares del Departamento de Estado de los EEUU. El director del proyecto, Gil Stein, ha explicado que el patrimonio cultural es determinante para el desarrollo económico y, en un país tan divivido, es fuente de identidad nacional.
Por ahora, han descubierto y registrado 119 caravasares nuevos, construidos entre el siglo XVI y XVII, que serán estudiados y protegidos en el país donde los talibanes hicieron desaparecer los magníficos budas de Bamiyán y destruyeron piezas del Museo Nacional de Kabul. Y sin embargo, los investigadores concluyen que se destruye más legado histórico y artístico fuera del territorio controlado por los talibanes. La amenaza es el desarrollo del país, que trata de modernizar sus infraestructuras.
En cada caravasar podían descansar miles de camellos -que transportaban gemas, especias, maderas de la India, porcelana china- y se situaban cada veinte kilómetros. Unían la capital del imperio Safávida, Isfahan, situado en la actual Irán, con el imperio mogol. Las imágenes de satélites y las tecnologías geoespaciales elaboran una base de datos de sistemas de información geográfica sobre los sitios arqueológicos. Así logran inventariar áreas especialmente amenazadas por el futuro desarrollo minero, la expansión urbana -como ocurrirá en Herat- y el saqueo.
Además, pueden planificar una herramienta que permita la protección del patrimonio ante acciones militares del ejército de los EEUU, de forma que no dañen los principales sitios patrimoniales.