“La catedral no era sólo su compañía, era su universo, era toda su naturaleza. No soñaba con otros setos que los vitrales siempre en flor, con otras umbrías que las de los follajes de piedra que se abrían, llenos de pájaros, en la enramada de los capiteles sajones, otras montañas que las colosales torres de la iglesia, otro océano que París rumoreando a sus pies”. Lo escribió Víctor Hugo en y por Notre Dame, su novela más simbólica y la catedral que hoy arde frente a la mirada atónita y angustiante del mundo.
El desastre no es inminente, es ya un hecho: se ha derrumbado su aguja central y, mientras, Trump sugiere emplear aviones cisterna para apagar el incendio. Esta es la imagen de un dolor histórico, la tragedia poética de una civilización. Aquí algunas de las obras de arte que pueden perderse para siempre:
1. El órgano de Aristide Cavaillé-Coll
Es uno de los órganos más célebres del mundo. 113 juegos y 7.800 tubos, algunos de los cuales son de la Edad Media. Es obra de Aristide Cavaillé-Coll, uno de los fabricantes de órganos más destacados del siglo XIX, por combinar ciencia y estética.
2. Las vidrieras de Notre Dame
En la Edad Media, Notre Dame estaba plagada de vidrieras potentísimas que fueron destruidas en el siglo XVIII, a excepción de tres grandes rosetones. Ahí el del Oeste (1220), que se encuentra encima del órgano mayor; y dos rosetones simétricos de las naves Norte (1250) y Sur (1270) del crucero. Según la tradición, hubieran sido dados por San Luis. Los tres son en gran parte originales, a pesar de sus restauraciones y limpieza. El rosetón oeste contiene un medallón central que representa a la Virgen con el Niño. En el hueco central se encuentra una serie con los doce profetas menores, que anunciaron la encarnación de Jesús. El rosetón norte, por su parte, está dedicado al Antiguo Testamento. El rosetón sur, al Nuevo. Fue en el siglo XIX cuando Viollet-le-Duc y su equipo se dedicó a crear nuevas vidrieras en estilo medieval para las capillas laterales.
3. Las gárgolas
Símbolo emblemático de Notre Dame y de París. También se la conoce como “la galería de las quimeras”. Son el espíritu del lugar y ofrecen un aura de protección al representar a bestiarios fantásticos, animales salvajes y de aspecto monstruoso que servirían para espantar a los demonios. Además, sirven para evacuar el agua de la lluvia al vacío y proteger los muros de la catedral, que podrían degradarse.
4. El altar de mármol
Otra de sus piezas clave. Procede de la Abadía de St. Martin de Tournai.
5. Las puertas de Notre Dame
La puerta de la izquierda se conoce como “Puerta de la virgen”, porque en ella existe un parteluz con la imagen de la santa sosteniendo al niño en brazos. La del centro es la “Puerta del Juicio Final”, la mayor de todas; y la de la derecha es la “Puerta de Santa Ana”, que representa su vida religiosa.
6. La Piedad
También conocida como “el Descendimiento de la cruz”. Es una escultura realizada por Nicolas Coustou en el siglo XVIII y se encuentra en la cabecera de la catedral, presidiéndola desde el centro del ábside. La estatua está rodeada por efigies del rey Luis XIII, obra de Guillaume Coustou, y Luis XIV, por Antoine Coysevox.
7. Los 28 reyes antes de Cristo
Se trata de 28 figuras situadas a veinte metros del suelo y representan a las 28 generaciones de los reyes de Judea que precedieron a Cristo. Cada uno tiene más de metros de altura. Fueron restaurados por Jean-Baptiste Lassus y Viollet-le-Duc en 1844.
8. La pintura de Santo Tomás de Aquino
Es una obra de Antoine Nicolas y se estima del año 1648, aunque la fecha no es exacta. Pertenecía al convento de la Anunciación del Faubourg Saint-Honoré hasta que fue donada a Notre Dame en 1974, con motivo del séptimo centenario de la muerte de Santo Tomás.
9. El Bello Dios
Es una de las obras más destacadas de Adolphe-Victor Geoffroy-Dechaume y data del XIX. Se encuentra en la puerta del Juicio Final.
10. Las tres reliquias de Cristo
La corona de espinas, un fragmento de la cruz del calvario y uno de los clavos que sirvió para fijar a Cristo en la cruz se encuentran refugiadas en Notre Dame. Son los llamados “instrumentos de la Pasión”.