La basílica subterránea romana de Porta Maggiore, un extraordinario monumento del siglo I d.C. ubicado bajo unas vías de tren, ha abierto sus puertas este miércoles tras una compleja restauración, permitiendo disfrutar al público de una refinada y original decoración relacionada con cultos mágicos.
Es la primera vez que la planta de basílica "aparece en el mundo antiguo", explica a Efe la superintendente arqueológica para Roma, Daniela Porro, ya que nunca antes de su construcción se había visto esta planta rectangular dividida en tres naves, que luego inspiraría las iglesias cristinas.
Aunque la basílica de Porta Maggiore es "extraordinaria" también por otros motivos, continúa Porro, ya que se construyó desde un inicio bajo tierra, algo inusual en la época romana, y con un fin enigmático, "ligado a cultos mágicos".
También es original su decoración, con un revestimiento completo de estuco blanco y nácar, y que representa diversos mitos también relacionados con esta adoración mágica, como el suicidio de Safo, el rapto de Ganímedes o el mito de Orfeo y Eurídice.
La restauración, organizada por la Superintendencia de Bellas Artes de Roma y con el apoyo de la fundación suiza Evergete, permite ahora admirar esta "rica" decoración en el muro izquierdo, dañado por la humedad y la infiltración del agua en la roca.
Ejemplo único
La basílica se descubrió en 1917 durante la construcción de una vía férrea cerca de la estación de Termini, lo que ha dado lugar a su peculiar ubicación actual, bajo esta línea y rodeada de grandes avenidas atestadas del habitual tráfico romano.
Gracias precisamente a este tardío descubrimiento, se trata de un "ejemplo excepcional, si no único en el mundo", de monumento romano inalterado y que conserva su estructura y decoración primigenia, explica la superintendencia.
Porro también llama la atención sobre las curiosas representaciones de "estilizadas figuras femeninas oferentes", presentes en todo el templo, y que según apunta "parecen casi de estilo Liberty", una corriente artística italiana de principios del siglo XX, similar al Art Nouveau.
El edificio fue construido por la familia Statili, ligada a los emperadores Augusto y Nerón, y su función sigue siendo objeto de debate entre los historiadores, que la atribuyen a un monumento funerario, a un lugar de culto o a ambos a la vez.
Las visitas
Sería Tito Statilio Tauro, miembro de una secta mistérica, quien creó en este lugar un espacio de reunión y culto neopitagórico, según la tesis del historiador francés Jérome Carcopino, aunque los descubrimientos más recientes dan a entender que en la basílica se combinó el uso funerario con el religioso.
Los trabajos de recuperación, que empezaron en el 2000, seguirán todavía con la instalación de una nueva iluminación que imite la que tenía originalmente el templo, desarrolla Porro.
La financiación de estos trabajos ha corrido a cuenta de la fundación Evergete, cuyo consejero ejecutivo, Bernard du Vignaud, alabó la "labor extraordinaria" de los restauradores italianos.
La basílica se puede visitar el segundo y cuarto domingo de cada mes, solicitando una visita guiada, en pequeños grupos, para poder preservar una delicada y milenaria decoración.