La verdad sobre el ‘caso Recre’: la expropiación fracasada del decano del fútbol español
El préstamo de la Federación de Fútbol al Recreativo de Huelva por el que está imputado Ángel María Villar es apenas la punta del iceberg de una historia de mala gestión, corruptelas y populismo que ha llevado al club más antiguo de España al borde de la desaparición.
13 marzo, 2017 01:53Noticias relacionadas
Después de un cuarto de siglo de deudas y crisis encadenadas, sólo una cosa parece clara en el Recreativo de Huelva: la política ha terminado de hundir al decano del fútbol español. Es probablemente el coste de seguir siendo, 127 años de su fundación por emigrantes ingleses con el nombre de Huelva Recreation Club, la institución más importante (y políticamente rentable) de una provincia de tradición minera y encerrada económicamente, con una baja renta per cápita y un 26% de desempleo, en la que ostentar el decanato del fútbol patrio siempre fue motivo de orgullo (como su jamón, sus gambas, el fandango o el descubrimiento de América). El precio de seguir siendo, como comenta un diputado andaluz a EL ESPAÑOL, “el argumento político más importante de la provincia de Huelva”.
El ‘Recre’ nunca ha sido un negocio. Este año, perdido en la clasificación de Segunda División B y con unos 20 millones de euros en deudas, el club onubense ha estado de moda por el proceso judicial abierto contra Ángel María Villar y la Federación de Fútbol (también contra su rival en las elecciones, su exsecretario general Jorge Pérez) por un presunto trato de favor consistente en avalar una deuda impagada para evitar su descenso de categoría. En realidad, los 140.000 euros de aquel préstamo, sean legales o no, parecen calderilla en comparación con la bola de nieve que ha conducido al equipo más antiguo de España a convertirse también en el primer club expropiado de la historia del fútbol nacional.
Quince meses sin cobrar
Los empleados del Recreativo de Huelva llevan 15 meses sin cobrar sus salarios. Tutelado tanto por el PP (que gobernó la capital provincial entre 1995 y 2015) como por el PSOE (que le arrebató el poder en las últimas elecciones municipales), la sucesión de gestiones equivocadas, intervencionismo político y mala suerte (o desidia) con la pelota ha alumbrado una situación completamente insólita en España, que mantiene al club pendiente de diversas sentencias judiciales e inmerso en la guerra por procuración que mantienen los dos grandes dirigentes actuales del fútbol español: Villar y Javier Tebas, presidente de la Liga.
El intento por resumir los últimos 25 años de historia del Recreativo en unos párrafos es una empresa épica; los problemas administrativos endémicos del club (de 1940 a 1945, por ejemplo, el equipo se llamó Recreativo Onuba) han sido portada constante de los periódicos locales. “El ‘Recre’ es un pozo sin fondo”, dice Félix Pérez, exvicepresidente de la Federación Andaluza de Fútbol, que presidió dos Juntas Gestoras (en 1991 y 1994) decretadas por deudas inasumibles. “La situación ya era catastrófica entonces”, cuenta a EL ESPAÑOL en la cafetería del club del Real Club Recreativo de Tenis. “La crisis económica pegaba fuerte, y hubo hasta un encierro de la plantilla y el presidente en el vestuario [...] Vino incluso Ruiz Mateos a interesarse”, rememora Pérez, “aunque lo que buscaba en realidad era una operación inmobiliaria y se volvió”. La deuda total del decano en aquel momento era de 1.200 millones de pesetas. La provincia sufría el declive de la minería. “Una situación insalvable”, resume el exdirectivo.
Un año después el alcalde popular Pedro Rodríguez, recién elegido, intervino por primera vez para resolver la situación: decidió sufragar el Trofeo Colombino, histórico torneo de la pretemporada estival, aliviando así las finanzas del club. En aquella época, recuerda otro exdirigente del Recreativo, había dinero para dar un sobre con 125.000 pesetas a los cuatro o cinco periodistas deportivos buenos de la ciudad, “y teníamos la temporada resuelta; ahora esto es una guerra”.
Sociedades anónimas deportivas
En 1999, cuando se aprobó el Real Decreto que establecía la conversión forzosa de todos los clubes deudores en Sociedades Anónimas, el Recreativo debía (en pesetas) el equivalente a ocho millones de euros. Se organizó una campaña de suscripción popular con el propósito de reunir los 16 millones necesarios para completar el capital social mínimo. El recreativismo se movilizó en masa, pero apenas consiguió reunir el 1,5% del dinero.
El alcalde, Pedro Rodríguez, ideó entonces (como dicen hasta algunos de sus rivales) “la mejor operación inmobiliaria de la historia del Ayuntamiento” (en palabras de un concejal socialista): utilizar unos terrenos propiedad del Puerto de Huelva a las afueras de la ciudad para construir un nuevo estadio y vender los terrenos del antiguo Estadio Colombino a varias empresas. Es decir, una compleja operación urbanística para conseguir los 2.700 millones de pesetas imprescindibles para convertir el club de fútbol en sociedad anónima y mantener la categoría de Segunda División.
De esta brillante jugada surgieron problemas que el tiempo no ha resuelto. El Consistorio compró el 98,5% de las acciones del club por 16 millones de euros, el doble de la deuda. Pero luego le obligó a pagar de su bolsillo los 12 millones que costó el estadio Nuevo Colombino. Sin embargo, el Ayuntamiento no puso después el nuevo campo a nombre del club. Lo puso al suyo propio. Unos problemas se arreglaban, pero otros nacían.
Diego de la Villa, presidente entonces del equipo, nunca estuvo de acuerdo con un campo tan grande, ni tan caro, y ante la imposición del alcalde dimitió junto con el resto de la Junta Directiva. “El Ayuntamiento viene utilizando al ‘Recre’ desde el principio”, afirmó; “ha hecho como si estuviera poniendo al club en una situación de futuro, cuando en realidad lo ha descapitalizado”. El siguiente presidente, Pepe España, dimitió también cuando el alcalde inscribió el estadio a nombre del Consistorio.
(El último propietario privado -hoy expropiado- del club, Pablo Comas, ha demandado al Ayuntamiento por una cantidad de 12 millones de euros o la entrega de la propiedad del estadio al club. Como se verá después, sostiene que esa demanda es la auténtica razón de la reciente expropiación del ‘Recre’).
Esplendor deportivo
Con Paco Mendoza, el presidente que firmó el polémico convenio transaccional entre el Ayuntamiento y el club, el decano vivió su mejor época deportiva: dos ascensos a Primera División (2002 y 2006) y aquella final de la Copa del Rey en 2003 que perdieron 0-3 frente al Mallorca con goles de Pandiani y Eto’o. En la temporada 2006-7, con jugadores como Santi Cazorla e Ikechukwu Uche en la plantilla, el ‘Recre’ llegó a clasificarse en octavo lugar en Primera y fue nombrado Equipo Revelación.
Pero al año siguiente regresaron los problemas. El equipo se salvó del descenso en la última jornada, pero en la 2008-2009 bajó matemáticamente a Segunda División. 16 meses después, en septiembre de 2010, solicitó acogerse a un concurso de acreedores al no poder pagar las nóminas de la plantilla. El Consejo de Administración presentó su dimisión y asumió la presidencia José Miguel de la Corte Carrasco, representante de la empresa municipal 'Huelva Deportes', accionista mayoritaria del club. Duró menos de un año, dimitió por conflictos internos del Consejo y dejó el cargo a Susana Duque, también de ‘Huelva Deportes’. El proceso de venta del club por parte del Ayuntamiento ante la asfixia económica en plena crisis económica internacional generaba numerosos conflictos internos. La deuda de 23 millones ahogaba a la institución, pero nadie podía siquiera imaginar una liquidación del club.
La aparición de Gildoy España y Pablo Comas
Es en ese momento cuando aparecen en escena Gildoy España y su representante, Pablo Comas-Mata Mira, que hace un lustro era alabado en Huelva como salvador del decano y hoy es una de las personas más odiadas por el recreativismo (y en especial por la agrupación de aficionados Recreativo Supporters Trust, otro de los actores relevantes en esta historia). Comas afronta un proceso judicial, admitido a trámite, por acusaciones de apropiación indebida, administración desleal y delitos societarios tras la querella presentada por cuatro aficionados el año pasado en su contra.
Gildoy España compró el Recreativo de Huelva al Ayuntamiento del PP en 2012 mediante una ampliación de capital de cinco millones (que en ese momento evitaba la desaparición del club). La empresa puso 3,2 de esos cinco millones y se convirtió en dueña del club con el 75% de acciones. Fue la única oferta que se presentó al concurso, reforzada con la presencia pasajera, como socio capitalista, del empresario uruguayo Víctor Hugo Mesa (patrocinador del club uruguayo Wanderers), que transferiría posteriormente sus acciones a un fondo. Durante un año largo, todo fueron alegrías. El ‘Recre’ había vuelto a salvarse, el Ayuntamiento se quitaba una losa y el objetivo común era salir de la situación concursal cuanto antes para emprender el asalto a Primera División y multiplicar los ingresos. Los entrenamientos eran pacíficos y la nueva directiva era celebrada en bares y restaurantes.
El ‘Recre’ había contratado, nada más llegar Gildoy, al exinternacional Sergi Barjuán como entrenador; la primera temporada, la 2012-13, no fue muy exitosa. En la siguiente, en cambio, el equipo hizo un auténtico intento por regresar a Primera División. Ese mismo año se celebraba el 125º aniversario del club: la directiva de Comas quería sacar partido al ‘decanato’ y al hecho de figurar entre los clubes de fútbol más antiguos del continente. El Recreativo estuvo varias jornadas en puestos de promoción de ascenso (aunque finalmente se quedó a las puertas del mismo por diferencia de goles con el Córdoba). Pero los problemas económicos no cesaban: embargadas sus cuentas por Hacienda en virtud de un acuerdo singular de fraccionamiento, cada pago de nóminas, seguros y Seguridad Social era un parto para la nueva directiva. “Estábamos jugando como nunca al fútbol, pero nos pitaban desde el minuto cinco”, recuerda un exconsejero.
Problemas con Hacienda
Esa primavera, en marzo, se había producido un retraso de unos en el pago mensual del acuerdo singular con Hacienda: una demora que tendrá una importancia fundamental en este culebrón. Gildoy alega que pidió inmediatamente a Hacienda cinco días extra para hacer frente al pago retrasado (unos 80.000) euros. No se lo concedieron. La directiva de Comas tenía dos posibles salidas: pagar la deuda total con Hacienda (unos seis millones) o liquidar el club. El club solicitó entonces la carta de pago. Tampoco se la dieron.
En aquel momento, verano de 2014, Hacienda había declarado ya la guerra a las deudas del fútbol en un contexto social de desahucios y nula complacencia con la evasión fiscal. “Lo que pasó con nosotros es que habían decidido cargarse a alguien de manera ejemplarizante”, señala un exconsejero. "Éramos un club perfecto para ello".
El año y medio posterior es un descenso a los infiernos para el club y para su ya expresidente. La Agencia Tributaria contestó con silencio administrativo a las recurrentes peticiones de la carta de pago; Comas llegó a mandar una carta abierta al ministro Cristóbal Montoro en el diario Huelva Información que no fue respondida (“nos sentimos desamparados y despreciados, humillados por el silencio ante peticiones que tan solo a usted como ministro competen”). No recibió respuesta alguna; concluido el año (plazo máximo) del silencio administrativo, el club siguió -y sigue embargado-.
Hoy esa actuación de la Agencia Tributaria es objeto de un recurso contencioso-administrativo (de nulidad) en la Audiencia Nacional. En este punto cabe destacar que las otras dos instancias a las que recurrió el expresidente del club, el Defensor del Pueblo y el Tribunal Económico-Administrativo Central (TEAC), le han dado ya la razón: la Administración acepta que la actuación del fisco no fue correcta, al no haber justificado su negativa para denegar las solicitudes del Recreativo. Comas, según estos dos organismos, habría sido víctima de negligencia estatal.
Descenso a Segunda B
Durante ese convulso año, 2015 el club se desmoronó en un torbellino de impagos, escraches, acusaciones cruzadas y derrotas deportivas. Al final de esa temporada se le abrió el infierno: descenso a Segunda B, quedando fuera del nuevo reparto de derechos televisivos (en virtud del Real Decreto de venta centralizada) que hubiese garantizado la salvación del Recreativo como la de tantos otros equipos. Es precisamente en ese verano de 2015 cuando se produce el controvertido préstamo de la RFEF (por una deuda preexistente y otro pago al entrenador José Luis Oltra) para evitar el descenso a Tercera División: el ‘caso Recre’ que ha aparecido en los periódicos los últimos meses.
Cada vencimiento del pago a empleados, jugadores, la Federación o la Liga era agónico en el Recreativo. La directiva de Comas, temerosa de que la guerra con Hacienda condujese a la desaparición del club, se sacó entonces de la manga un recurso original para protegerlo: instar su declaración como Bien de Interés Cultural (BIC), en virtud del decanato, para blindarlo contra la liquidación. Poco después, el club descendió a Segunda B, un derechazo en la mandíbula para sus esperanzas de solución económica, pero logró que el Gobierno autonómico andaluz aprobase la declaración del BIC “de carácter etnológico”. En Gildoy se frotaban las manos. Nadie sospechaba la movilización social y la pirueta legal, apoyada precisamente en esa declaración del ‘Recre’ como bien de interés cultural, que les terminaría dejando sin club.
La expropiación sin justiprecio
En mayo de 2015 el PSOE había terminado con veinte años de Gobierno municipal del PP en Huelva capital. El 22 de octubre el flamante alcalde socialista, Gabriel Cruz, encabezó una manifestación popular, convocada por el Recreativo Supporters Trust, en la que 8.000 personas protestaron por la situación económica e institucional del club tras un año y medio de pugna con Hacienda. “No es solo un club de fútbol”, expresó el alcalde; “se trata del patrimonio de toda la ciudad, de una de nuestras señas de identidad, de nuestra forma de ser, entender y querer la ciudad. Forma parte de nuestra esencia y nuestras raíces. Eso es Huelva y eso es el ‘Recre’”.
Las relaciones entre la directiva del club y el socialismo onubense habían sido aparentemente buenas mientras éste hizo oposición; al fin y al cabo, compartían enemigo: el longevo alcalde ‘Perico’ Rodríguez. Después de la manifestación, la ruptura entre el nuevo alcalde y la presidencia del Recreativo fue completa. La directiva acusaba al regidor de haberse aliado con el Recreativo Supporters Trust, el ‘Recre’ Trust, para arrebatarles el club. “La podemización del fútbol”, como repite un exconsejero de Comas que no quiere ver su nombre en los periódicos.
“En la manifestación esa se jodió todo”, afirma el citado aliado de Pablo Comas. Los políticos y las peñas con ánimo regeneracionista vieron el filón. Como la primera pieza del dominó, fueron sucediéndose las movilizaciones del Trust, entre cuyos principios destaca que “los aficionados deben tener más influencia en la gestión del club”. El Trust, el Ayuntamiento y la Federación de Peñas crearon la campaña ‘Líberos del Decano’ para sumar abonados entre “una afición volcada en la campaña de salvación”. Después, en marzo de 2016, surgió la idea del “último partido”: si no se arrimaba el hombro, el Recreativo de Huelva podía desaparecer.
Los partidos de Liga eran un suplicio en el palco: la directiva era sistemáticamente ‘escrachada’ los domingos entre gritos de “Comas vete ya” o “estás matando al Recreativo”. Los empleados seguían sin cobrar y Pablo Comas, que ya no ponía dinero en la institución, se había convertido en la encarnación del demonio para un sector amplio de la hinchada, escoltada por una prensa que el ahora expresidente había tratado con muy poca mano izquierda hasta llegar a recibir un trato lacerante en radios, televisiones y periódicos locales. (“La prensa ha ido a degüello contra él”, confirma Félix Pérez. “Qué casualidad: todos contra él, a la vez”).
El "interés social" del Recreativo
Un nuevo sueño ocupaba la mente del recreativismo: la expropiación del club por parte del Ayuntamiento, una operación inédita en la historia del deporte español y mundial que era posible, en este caso, por la declaración pública de Bien de Interés Cultural del club. El invento de Comas para proteger al club se había vuelto en su contra con la fuerza de un látigo.
El Pleno del Ayuntamiento de Huelva aprobó el 6 de junio de 2016 la expropiación forzosa de todas las acciones del Recreativo “por causa de interés social”. La decisión fue promovida por el equipo de Gobierno del PSOE y obtuvo el apoyo del PP, Ciudadanos y el colectivo local Mesa de la Ría; la abstención de Participa Huelva (marca local de Podemos); y el único voto negativo de Izquierda Unida. El alcalde, Gabriel Cruz, explicó ese día en un comunicado que era “un día muy importante para los onubenses” porque el Ayuntamiento había apostado por “conseguir el objetivo que quita el sueño a la ciudad de Huelva, que es la salvación del 'Recre' y del Decanato [...] La expropiación de acciones para salvar un Bien de Interés Cultural como el Recreativo es un camino novedoso y apasionante desde el punto de vista técnico-jurídico”.
La expropiación se hizo por procedimiento de urgencia y está ahora mismo en los tribunales. No consta que pasara por el Consejo de Ministros, y a fecha de hoy no existe ni justiprecio (que el Ayuntamiento calibra en cero y Comas en 29 millones de euros). “Fue un robo de enorme calibre”, explican en Gildoy, “que siendo declarado urgente, ni siquiera pasó por el Consejo de Ministros, como es preceptivo. Fue un pacto para tapar lo que se llevó el PP y lo que tendría que pagar ahora el Ayuntamiento del PSOE, unos 12 millones por el estadio más intereses”.
Lluvia de recursos
La expropiación está recurrida al Juzgado Contencioso-Administrativo número 1 de Huelva. Narciso Rojas, portavoz del Recre Trust (que abogó activamente a favor de la medida), explica las razones de la operación municipal: “El club debía 750.000 euros a la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), y si no lo pagábamos en junio descendíamos a Tercera. El club estaba embargado, había que poner dinero. Comas no lo ponía. Y la gente no iba a poner dinero en un club presidido por Pablo Comas”. “Ésa fue la razón”, apostilla Rojas; “la vía para expropiar el club fue el BIC. Sin el BIC no hubiese habido expropiación”.
Gildoy había dejado meses antes de financiar el día a día del club. La llamada a la afición funcionó moderadamente: el Recre Trust recaudó aproximadamente 800.000 euros, contando con la ayuda final de empresas afines al socialismo andaluz. Se pagó a la AFE y se evitó el desastre de la Tercera División. Según Gildoy, el motivo fundamental de la expropiación es evitar el pleito “que por el expolio del estadio” le puso el ‘Recre’ al Ayuntamiento (le piden 12 millones de euros más intereses: casi 20 en total). “Fue la primera acción del Ayuntamiento una vez tomó posesión de las acciones. Pero se encontraron con que de hacerlo tenían que pagar una minuta millonaria de abogado, lo cual frustró su plan”.
Junto al alcalde, Narciso Rojas es de los pocos convencidos (entre la veintena de personas consultadas por EL ESPAÑOL para este reportaje), de que “el club no ha ido a peor” en el último año. Destaca que las mensualidades a la Seguridad Social se pagan puntualmente desde hace meses y que el retraso del Ayuntamiento en presentar el pliego de condiciones de venta del club, “un error”, no es grave. El alcalde, Gabriel Cruz, comparte diagnóstico: “Se está haciendo un trabajo inmenso, incomensurable”.
El presente del club
La realidad, sin embargo, presenta un perfil menos amable. Los cerca de 40 empleados del Recreativo (una plantilla desmedida para un club de 2ªB) llevaban cuatro meses sin cobrar cuando se instó la expropiación. Ahora llevan 15 (o más). “El Recreativo está igual o peor”, dice un concejal popular que prefiere guardar el anonimato, “crece la deuda. La expropiación, en verdad, no ha traído cambios”.
Mientras tanto, Pablo Comas se enfrenta a una triple querella (admitida a trámite por el Juzgado número 5 de Huelva) por apropiación indebida, corrupción en los negocios y delitos societarios, interpuesta por cuatro aficionados del Trust, a la que se adhirió posteriormente el Ayuntamiento. Los presuntos delitos, que Comas niega categóricamente, son haber dejado de recuperar 600.000 euros del Villarreal por el fichaje del delantero argentino Marco Ruben, una falsedad documental relacionada con el proyecto de la Ciudad Deportiva de Tiro Pichón y un crédito pedido por el Comas al Banco Espirito Santo que no fue reembolsado inicialmente y para el que se ejecutó como garantía una imposición a plazo fijo del Recreativo creada por el propio presidente (que tenía saldos a favor en el club y era su mayor acreedor privado).
“La patata caliente del ‘Recre’”
En las redes sociales es frecuente ver cómo el recreativismo se refiere a su expresidente como “el innombrable” o “el parásito del ‘Recre’”. En cinco años, Comas ha pasado de ser un salvador a ser un apestado. Ruperto Gallardo, concejal de Ciudadanos en el Ayuntamiento (que votó a favor de la expropiación), se atreve a decir algo prohibido en la provincia: “Quizá hubiera sido mejor eliminar el club... Por duro que sea. Aceptar la pérdida del decanato, por duro que sea”. Gallardo insiste en que el ‘Recre’ es una “patata caliente” y que en todo este lío “ni los buenos son tan buenos ni los malos tan malos... El problema es que algunos se quieren apropiar del club para lo bueno, no para lo malo”.
La posible nulidad de la expropiación (si el Tribunal Contencioso-Administrativo da la razón a Comas, como es probable según fuentes jurídicas consultadas por este periódico) metería al Ayuntamiento en un problema considerable. Gallardo afirma que el Trust se extiende imparablemente por el club para controlarlo. “Intentaron ayudar, recaudaron dinero, pero unos cientos de miles de euros nada más. ¿Qué club tenemos? Seamos serios: el que podemos pagar… Con la expropiación del club se expropiaron también los pasivos, pero el miedo a echarse al recreativismo en masa hizo que el Ayuntamiento se esté metiendo en unos gastos que no puede sostener. La ciudad se lo puede perdonar, porque es el Recreativo, pero como tenga que pagarle a Pablo Comas, con todo lo que se ha dicho de él… Eso no”.
Mientras tanto, con sus veinte millones de euros de deuda aproximada a cuestas y vagando por la zona baja de 2ªB, los posibles candidatos a comprar el club esperan que el Ayuntamiento ultime el pliego de condiciones. Gildoy enfatiza que no puede haber tenedores de buena fe en el proceso de venta: “Nadie se puede acercar, todo el mundo sabe que la expropiación está sub iudice”. En la ciudad, sin embargo, hay un rumor unánime: el Ayuntamiento quiere venderle el Recreativo al grupo económico del empresario José María Del Nido, ex presidente del Sevilla, exabogado de los exalcaldes de Marbella Jesús Gil y Julián Muñoz, actualmente encarcelado por el ‘caso Roca’.
Anteriormente, parecía que el destinatario del club era el ingeniero cordobés Jesús León, accionista del Sevilla FC, y hoy enfrentado a Del Nido. En Huelva, en voz baja, sorprende que todos los posibles adjudicatarios del club sean sevillistas confesos. Para Félix Pérez, el hombre que presidió dos Juntas Gestoras en la década de 1990, la cosa no es tan sencilla: “El que tiene dinero es porque no le gusta perderlo. Hablan también de los chinos. ¿Los chinos? Son chinos, no tontos; ¿quién quiere un club con una deuda de 23 millones en 2-B?”
El Recre Trust, que tiene ya un miembro en el Consejo de Administración, encarna el nuevo poder en la institución con más fama de la provincia y es optimista con respecto a la salvación del club. Pero las cuentas no terminan de cuadrar. “Hace falta mucho trabajo”, asegura Narciso Rojas. “La expropiación fue necesaria, pero no sé si va a salir”. El ‘caso Recre’ que sale en los periódicos por Ángel María Villar bien podría acabar siendo en realidad el relato de la primera expropiación (fracasada) de un club en la historia del fútbol.