"Esto no es un circo, es tu infierno, y espero que te quemes en él". Alexis Alvarado, una de las víctimas del Larry Nassar, resumió en una sola frase el sentir general de las decenas de mujeres que a lo largo de una semana han narrado el drama que vivieron con el exmédico de la selección estadounidense de gimnasia y de la Universidad de Michigan.
Pedófilo, monstruo y pura maldad son solo algunos de los conceptos con los que definieron al doctor que realizó tocamientos y penetraciones a jóvenes aprovechándose de su inocencia y sus sueños. Así lo expresaron esta semana 80 de las 135 mujeres—este lunes continúan— que han querido narrar en los tribunales los horrores que vivieron ante el propio Nassar pese a su intento de evitarlo por "razones mentales" y por haber convertido su caso, dijo en una carta, en un "circo mediático". La jueza, Rosemarie Aquilina, fue contundente: "Puede ser duro, pero nada es tan duro como lo que soportaron sus víctimas durante cientos de horas", le recriminó.
Condenado a 60 años de cárcel por pornografía infantil, ya reconoció los abusos a siete de ellas, tres menores, y se enfrenta a toda una vida en prisión por diferentes acusaciones. Se estima que se aprovechó de más de 300 niñas y mujeres, por lo que puede sumar otra condena de entre 40 y 125 años. Dirigiéndose a una de las supervivientes—como ellas se autodefinen—, la jueza dejó claro su destino:"Morirá en prisión, su próximo juez será Dios".
"Me robó la inocencia, la privacidad, la seguridad y la confianza", dijo Jade Capua, en la misma línea que Alexis Moore: "Traicionó mi confianza, se aprovechó de mi edad y abusó de mí cientos de veces". Una tras otra, las jóvenes pusieron voz a los hechos que sufrieron desde muy pequeñas, alguna desde los seis años. Entre la rabia y el rencor, la sed de venganza y la necesidad de que Nassar pase el resto de su vida entre rejas, incluso la jueza se derrumbó: "El monstruo que se aprovechó de vosotras se va a marchitar en la cárcel". Ese monstruo, que casi no pudo levantar la mirada durante varias horas, fue consciente del poder de las mujeres cuando tienen voz.
"Tenemos fuerza y tú no eres nada"
El testimonio de la estrella de la gimnasia Aly Raisman era uno de los más esperados. La campeona olímpica en Londres 2012 y Río 2016 miró a la cara a Nassar en varias ocasiones y leyó un duro comunicado sin titubear: "Este grupo de niñas, ahora mujeres, es ahora una fuerza. Y tú no eres nada. Tenemos voz, y no vamos a ninguna parte. Es el turno de que me escuches", dijo. El silencio en la sala dio paso a 15 minutos de reproches e indignación.
"Tenías la confianza de muchas atletas y de sus familias. Estoy aquí para que veas mi fuerza, para que veas que soy una superviviente y que ya no soy una niña a la que manipular. ¿Piensas que esto es duro para ti? Imagina lo que es para nosotras ser una niña inocente, en un país extranjero, que llamen a la puerta y seas tú el médico que nos debe tratar. Yo no quería estar ahí, pero no tenía ninguna opción, el tratamiento contigo era obligatorio y lo aprovechaste. Nunca me curaste. Me provocaste dolor físico, mental y emocional. Me sentía culpable porque tú eras el médico y asumí que yo era el problema, no me permitía pensar que el problema eras tú. Imagina que no tienes poder ni voz. ¿Sabes qué, Larry? Ahora tengo ambas, y sólo acabo de empezar a usarlas. Mereces una vida de sufrimiento. No descansaré hasta que todo rastro de tu influencia en este mundo haya terminado como el cáncer que es".
"Todo habría parado si un solo adulto hubiese alzado la voz"
En una dura comparecencia, Raisman alzó la voz contra los adultos que permitieron ese entorno: "Todo habría parado si un solo adulto hubiese alzado la voz. Si hubiese tenido la valentía de actuar, se habría evitado esta tragedia. Yo y muchas de nosotras nunca te habríamos conocido. Deberías haber sido encerrado hace muchos años. Adulto tras adulto, muchos en posiciones de poder, te protegieron".
Nassar, que trabajaba para la Michigan State University y el Comité Olímpico de Estados Unidos, debió contar con una red de protección donde nadie le señaló. Las víctimas ampliaron el foco, incidieron en que alguien tuvo que conocer estos hechos, y apuntaron al "cobarde" expresidente de la Federación, Steve Penny, y al entrenador, John Geddert.
Con Nassar condenado, el objetivo de todas ellas es depurar responsabilidades, destapar a quienes dieran cobertura al monstruo que les destrozó la vida. La nueva presidenta de la Federación, Kerry Perry, anunció esta semana el fin de todo tipo de relación con el lugar de los horrores, Rancho Karolyi, las instalaciones donde se concentraban. Al respecto, Raisman, con claros gestos de rabia, recordó que en el momento del comunicado todavía había jóvenes entrenando allí. "Las promesas vacías no van a funcionar más. ¿Dónde están la transparencia y la honestidad?, ¿por qué continúa la manipulación? Nadie en la Federación nos ha mostrado su apoyo, nadie está aquí para animarnos, nadie ha intentado investigar los hechos. Es como volver a vivir los abusos".
Quien sí estuvo toda la semana apoyando a las jóvenes deportistas fue el entrenador Thomas Brennan, un profesor que envió a cientos de niñas a ser tratadas por Nassar. "Es difícil profundizar en la culpa que siento por todo esto. Lo que hiciste, utilizando la confianza de quienes te recomendábamos a las chicas, es asqueroso, censurable e imperdonable. Vete al infierno". Mientras, como durante todas las sesiones, el acusado mantuvo la cabeza mirando al suelo, sin contactar visualmente con ninguna de las personas que subían al estrado a contar los hechos, a las que tenía prohibido responder. Cuando pudo hablar, hace varios meses, pidió perdón, comparando su caso a un incendio sin control: "Lo lamento. Necesitamos seguir adelante en sentido de desarrollarnos y curarnos, y rezo por ello".
El suicidio de Chelsea
Los momentos más emotivos de la semana se dieron al recordar a los que ya no estaban. La primera en contar su historia fue Kyle Stephens, que sufrió abusos desde los seis a los 12 años. "Las niñas no permanecen niñas para siempre, se convierten en mujeres fuertes para destruir tu mundo". Kyle acusó al médico, amigo íntimo de la familia, de ser responsable del suicidio de su padre hace dos años. "Le hizo creer que yo era una mentirosa. Y él no pudo vivir con esa culpa".
"Mi hija se suicidó con 23 años. Quiero que escuche cómo él fue el origen de su autodestrucción"
La desgarradora historia de Donna Markham puso de manifiesto la necesidad de estas mujeres de alzar la voz. En nombre de su hija Chelsea, quien se suicidó con 23 años en 2009, explicó cómo a raíz de los hechos comenzó a consumir drogas y a tener problemas psicológicos: "No podía aguantar más el dolor, todo esto empezó con él". Chelsea apenas tenía 10 años cuando sufrió una caída de la barra de equilibrio. Según relata Sports Illustrated, la familia acudió al doctor para tratar la lesión producida. Fue cuando comenzó la pesadilla: "Quería que escuchara cómo él fue el origen de la autodestrucción de mi hija".
Así lo narró en el juicio:
— ¿Qué pasa, Chelsea?
— Mamá, Larry me metió los dedos sin guantes.
— Yo estaba en la habitación, hija.
— No podías ver lo que pasó. Me hizo daño.
"Cada día la echo de menos, y todo empezó con él".
Jamie Dantzscher, una de las primeras mujeres en denunciar el caso, explicó cómo sufrió años de "anorexia, bulimia y depresión" siendo hospitalizada por intentar quitarse la vida. "Nunca entendía lo que me pasaba, por qué no me sentía orgullosa de mis logros, por qué tenía cero confianza. Hasta que hablé con una amiga de sus tratamientos y me di cuenta de que eran abusos", dijo. "Eres malvado".