Deontay Wilder aún debe estar riéndose. Al estadounidense, fanfarrón como pocos pesos pesados, tiene que brillarle el colmillo hasta en la oscuridad. Y no es para menos, porque los más de 80.000 fanáticos que se reunieron en el Principality Stadium para celebrar el vigésimoprimer KO consecutivo de Anthony Joshua en su carrera hacia el estrellato se fueron con más dudas que otra cosa de allí. Sí, el británico se impuso a los puntos al neozelandes Joseph Parker, pero dejó muchas dudas sobre su rendimiento y más ante un posible duelo con el yanqui, algo que ahora mismo parece un poco más lejos que antes de la victoria en Cardiff.
En la báscula marcó apenas 110 kilos, el registro más bajo de su carrera, y aún así AJ parecía más pesado que nunca. El que quizás haya sido el peor combate de su carrera profesional le ha servido para retener las coronas de la Asociación Mundial de Boxeo (WBA) y la Federación Internacional de Boxeo (IBF) y para arrebatarle al boxeador de las antípodas el cinturón de la Organización Mundial de Boxeo (WBO). Tres de los cuatro cinturones importantes de los pesos pesados unificados tras una decisión unánime.
El combate fue malo, malísimo -más aún por el continuo intervencionismo del árbitro, siempre por medio de los dos púgiles-, pero el trío de jueces no dudó ni un momento de que la victoria debía caer del lado del inglés (118-110, 118-110, 119-109). Contundente resultado que sin embargo no hizo honor a las expectativas levantadas antes de que sonase la primera campana.
Tanto Joshua como Parker llegaron al ring como invictos, con 44 victorias entre ambos y ni una sola derrota en el palmarés. Un combate serio, que nadie se vaya a pensar que Parker es un tronco, con Joshua probándose definitivamente antes de decidir quién será el siguiente: Deontay Wilder o Tyson Fury (este último lleva más de dos años sin pelear aunque parece poco probable). Y ni por esas.
Parker, más bajo y quizás algo más escurridizo, peleón con el hook en los primeros asaltos, apenas dispuso de oportunidades para superar las defensas del boxeador británico, que supo mantener la compostura, no caer en algún golpe bajo del oceánico, no perder la guardia en ningún momento y esperar su oportunidad. De hecho, tanta fe le tenía el respetable a Joshua que el KO en el undécimo asalto se pagaba 7/1 en la mayoría de casas de apuestas británicas. Y AJ lo intentó.
Contando sus 20 combates previos por KO, al británico no le habrá hecho mucha gracia perder esa estadística (Wilder suma 32 KOs en 32 victorias en 32 peleas), sobre todo porque en el 10º asalto le provocó un corte debajo del ojo a Parker que parecía abrirle las puertas al knock-out. Después de mantener al kiwi a ralla a base de técnica y de un jab larguísimo con su mano izquierda, el inglés se dispuso a pasar al ataque, al ataque de verdad, pero...
Los jueces le dieron una victoria contundente y unánime a Anthony Joshua, pero el respetable se fue a casa aburrido y preocupado. El nuevo héroe inglés ha perdido algo de su aureola en este combate y aunque sobre el papel sigue pareciendo mejor boxeador que Deontay Wilder, el bombardero estadounidense está frotándose las manos ahora mismo.
AJ ha perdido parte de su capacidad de negociación y ya hay incluso quien propone que en su próxima pelea no busque el cinturón del Consejo Mundial de Boxeo del americano sino que sea una defensa de sus títulos. El rival: Alexander Potevkin, el ruso que tumbó con un impresionante KO a David Price en la previa del gran combate. A él sí que le recordarán los 80.000 que fueron al Principality Stadium. Vaya que si le recordarán.