20 meses después de sufrir en Madrid un accidente de coche que pudo costarle la vida, Bruno Hortelano, campeón de Europa de 200 metros, regresa este sábado a las pistas en Tenerife para reclamar el territorio que, en su ausencia, ha ocupado otro velocista, Óscar Husillos.
Los aficionados españoles paladean ya el futuro enfrentamiento entre los dos velocistas para ver quién se queda con la primacía del sprint sostenido, el gran duelo H-H, Hortelano-Husillos, pero Bruno necesita tiempo para alcanzar el pico óptimo de forma.
"Mano catastrófica". La medicina define en esos términos los destrozos en huesos, músculos, ligamentos y tendones que presentaba la mano derecha de Bruno a resultas del accidente acaecido aquel fatídico 5 de septiembre de 2016 a las 6.59 horas en el kilómetro 27 de la autopista A-6, a la altura de Las Rozas.
El vehículo, conducido por un primo suyo, se estrelló contra un camión y fue a chocar con la mediana. Bruno se salvó por milímetros de que una plancha de hierro le atravesara el cráneo. Fue operado de urgencia en el hospital madrileño 12 de Octubre y escapó milagrosamente a la amputación.
Perdió la piel en los dedos corazón, anular y meñique. Tendones destrozados, necrosis, roturas en toda la estructura ósea. Su mano diestra era una piltrafa. Un remate trágico a la excelsa temporada del plusmarquista español de 100 (10.06) y 200 (20.12).
Ese 2016 se había proclamado campeón de Europa de 200 en Amsterdam (tras la descalificación del holandés Churandy Martina por pisar fuera de calle), había mejorado todas sus marcas y llegado a las semifinales olímpicas en Río con un crono de 20.12. Con uno idéntico, el francés Christophe Lemaitre ganó el bronce en la final.
Se trasladó después a Barcelona para encomendar su mano destrozada a la mano maestra del doctor Xavier Mir, que le operó tres veces en el hospital universitario Dexeus. Se le practicó un injerto vascularizado cutáneo del antebrazo, se le fijaron las fracturas articulares en tres dedos, se le repararon los tendones extensores y se le colocaron prótesis tendinosas en dos dedos.
"Aquel día volví a nacer, es mi cumpleaños real", ha comentado Bruno. Desde entonces, el atleta español más veloz de la historia se ha perdido Mundiales al aire libre y en pista cubierta, pero en su fuero interno siempre se fijó como objetivo la defensa de su corona europea de 200 en el Olímpico de Berlín, en agosto próximo.
El 3 de noviembre de 2016 Hortelano aseguró que volvía a sentirse atleta tras hacer sus primeros pinitos en los entrenamientos, en el Centro de Alto Rendimiento de Barcelona. "Volviendo a correr, me vuelvo a sentir atleta", dijo aquel día en Twitter.
Quería ir "poco a poco" con el objetivo de los Mundiales de Londres 2017, donde esperaba estar "muy fuerte, incluso mejor que antes", pero una trabajosa rehabilitación le devolvió a la cruda realidad. No estuvo en condiciones de competir en la capital británica, ni de hacer la siguiente campaña en pista cubierta.
Junto a su calidad física, Hortelano atesora la entereza mental de los campeones. Piensa que hay obstáculos que, en apariencia insuperables, se pueden solventar a base de constancia. Su ambición no decayó en la adversidad. Durante su largo periodo de recuperación fichó por Nike y negoció una bonificación por batir nada menos que el récord de Europa de 200, en poder del italiano Pietro Mennea (19.72) desde 1979.
El atleta madrileño, nacido hace 26 años en Wollongong (Australia) por obligaciones laborales de sus padres, es ingeniero biomédico graduado en Cornell. La cabeza le rige de maravilla. Para reaparecer en las pistas ha elegido Tenerife, una distancia que no frecuenta, los 400 metros, y unos rivales de perfil bajo con el propósito de llevar a cabo una entrada en pista suave, evitando comparaciones.
Sus adversarios, Aiden González Dickins, Eduardo Siverio, Pablo Relucio, Carlos Rondón, Moisés Cedrés, Ángel González Céspedes y Lucio Ardila son modestos atletas canarios. El más rápido, Aiden, tiene una marca personal de 49.65, lejos de los 46.22 de Bruno. Pero su primera competición seria llegará dos semanas después, el 3 de junio en la reunión holandesa de Hengelo, donde le espera Churandy Martina para ajustar cuentas.
El panorama de la velocidad ha cambiado en España durante su ausencia. Óscar Husillos amenaza con adueñarse no solo del 400, distancia en la que en marzo pasado ganó la final de los Mundiales en pista cubierta de Birmingham con un registro asombroso de 44.92 -anulado con su descalificación por pisar fuera de calle-, sino también del 200, la prueba predilecta de Hortelano.
Husillos viene pisando muy fuerte, progresando a grandes trancos. Su récord personal de 200 es 20.83, todavía algo alejado de los 20.12 de Bruno, pero este invierno ha logrado en pista cubierta un crono de 20.68 que, de acuerdo con las traslaciones teóricas, promete acercarle mucho al récord de España al aire libre.
En el horizonte próximo se dibuja un emocionante duelo Hortelano-Husillos, H-H, por la primacía española de la velocidad, reeditando grandes rivalidades que dirigen la memoria a la enconada lucha de los 80 entre José Luis González con José Manuel Abascal en el mediofondo.
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