Después de mucho tiempo, el culebrón del verano en el baloncesto español ha llegado a su fin. Sergio Scariolo hizo saltar todas las alarmas cuando se incorporó a los Toronto Raptors como asistente de Nick Nurse, que toma las riendas tras la marcha de Dwane Casey. Todo parecía apuntar a que el técnico abandonaría la Selección cuando tocaba afrontar la segunda fase de clasificación para el Mundial de China de 2019.
Sin embargo, este jueves volvió la tranquilidad al baloncesto patrio. Ha sido un mes de negociaciones y en el que era necesario mantener la cabeza fría antes de tomar una decisión de la que arrepentirse. A través de un comunicado, la Federación Española de Baloncesto (FEB) anunció que Sergio Scariolo continuaría al frente de la Selección en las próximas ventanas FIBA, algo que hizo sentir "muy ilusionado" al italiano.
Una situación que podría haberse ido de madre, pero que ambas partes han sabido llevar por el buen camino, pensando en el bien común y nunca en los intereses propios o en cómo quedarían de cara a la galería. Un proceso que, tanto Jorge Garbajosa - presidente de la FEB - como el propio seleccionador, han gestionado a las mil maravillas, dando una auténtica lección a Luis Rubiales y dejando claro que entrenar a un equipo no provoca que la Selección caiga en el olvido.
Scariolo no será menos profesional por estar también en el banquillo de Toronto. Lo que es un toque también a esa regla de 2002 de la ACB que impide a los técnicos de la liga española compatibilizar el cargo de seleccionador con el de entrenador de un equipo. Una prohibición que se arrastra desde que Imbroda fichara por el Real Madrid y con el objetivo de que no hubiera ventaja a la hora de firmar jugadores nacionales.
El despido del técnico
Hace algo menos de dos meses, la selección española de fútbol vivía una situación más que similar - y que se podría homologar - a la que se ha vivido en la FEB con el técnico italiano. Y es que el Real Madrid, sin entrenador a menos de un mes del inicio de la temporada, firmó a Julen Lopetegui como sustituto de Zinedine Zidane tras su inesperada marcha.
El vasco era seleccionador español y afrontaba el Mundial de Rusia como un reto antes de enfrascarse en el trabajo de su vida. Todo se llevó a la perfección por parte de los blancos, que avisaron con antelación a un Luis Rubiales que perdería los estribos unas horas después.
El máximo mandatario de la RFEF decidiría, de la noche a la mañana, que Lopetegui no podía continuar como entrenador del combinado nacional. Una decisión que la hizo pública a dos días del inicio del torneo y tras enfrentarse a los jugadores, quienes reclamaban más sensatez y cabeza al presidente.
De hecho, Lopetegui no iba a compatibilizar ambos cargos. El vasco se incorporaría al Real Madrid una vez que terminara su trabajo con la Selección y previo pago de la cláusula de rescisión que dejaría dos millones de euros en las arcas de la Federación.
Las comparaciones son odiosas
Jorge Garbajosa, al contrario que a Luis Rubiales, no tuvo un repentino ataque de celos y dictó basándose en sus sentimientos. No. El máximo mandatario de la FEB ha demostrado más idea de gestión que el exfutbolista y exdirigente de la AFE, donde también ha cometido más de un desliz. Pero no solo se ha destapado como mejor gestor que su homólogo en la RFEF, sino que ha mostrado más sensatez, siempre en busca del bien común.
En cambio, Luis Rubiales, con el despido de Julen Lopetegui denotó que el puesto al que ha accedido a través de elecciones le viene bastante grande. España fracasó en el Mundial de Rusia, cayendo en octavos contra una paupérrima anfitriona en los penaltis. De no haber tomado las decisiones de forma precipitada, quizás la Selección que heredó Fernando Hierro sin comerlo ni beberlo hubiera llegado más lejos. La ilusión de todo un país se fue al traste de forma repentina.
Garbajosa es consciente de la importancia que Sergio Scariolo tiene para los componentes de la selección española. No se podía despedir al hombre que ha guiado al combinado nacional a los mejores resultados de su historia, colocando al equipo como el mejor de los mortales - por detrás de los dioses estadounidenses -.
En el caso de Lopetegui, llegaba al Mundial sin perder ni un solo partido desde que asumiera el banquillo que dejaba Vicente Del Bosque. Un currículum más corto que el de Scariolo, pero intachable en cualquier caso. Rubiales antepuso sus emociones e intereses personales al bien común y a lo que necesitaba la Selección. Un error que, gracias a la serenidad de Garbajosa, no se ha repetido en el baloncesto.
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