A principios del siglo pasado, en el año 1903, surgía en Holanda una nueva disciplina deportiva. Todo surgió a raíz del viaje de un neerlandés por tierras nórdicas, donde en los juegos tradicionales ya se imponía la igualdad de sexos. Así surgió este deporte bautizado como korfbal. Cuya raíz etimológica viene de 'korf' que es cesta y de 'bal' que es balón.
El juego consiste en encestar la pelota en una canasta situada a 3,5 metros de altura. Esta canasta es una cesta de mimbre sin tablero. Lo interesante, y por lo que verdaderamente se ha hecho popular desde que Nico Broekhuysen lo crease, es que cada uno de los dos equipos que compiten están integrados por cuatro mujeres y cuatro hombres.
Esta es la principal diferencia respecto al baloncesto. Pero también se desmarca de la famosa disciplina en que la estrategia se basa en el pase, ya que no se puede avanzar con el balón, así como driblar o regatear. Los tiempos sí que son cuatro, pero cada uno de ellos dura quince minutos y no diez. Por otro lado, cada dos goles anotados por un combinado, se cambian las tornas entre un equipo y otro de defensa a ataque.
Pese al carácter mixto, las formaciones se emparejan hombre-hombre o mujer-mujer. Esto se debe a las posibles diferencias físicas, aunque tal y como señalan los expertos, al no ser un deporte físico estas no son importante y, por ejemplo, en ataque destacan más las chicas al ser más ágiles.
En su día llegó a ser deporte de exhibición, tanto en los Juegos Olímpicos de 1920 y 1928. Y será cien años después cuando se pretende que sea olímpico en los Juegos de 2028. Su crecimiento está siendo exponencial en los últimos años y es que ya se cuenta que se juega en, como mínimo, 68 países en todo el mundo. El pasado fin de semana se celebró el primer campeonato mundial sub19 y fue Holanda el que se hizo con la victoria.
Tanto en los Países Bajos como en Bélgica es muy popular. En los colegios de todo el mundo tiene cada vez más aceptación al no separar por sexos a los niños. En un reportaje de la BBC, un estudiante señalaba el porqué se había convertido en el favorito de todos los alumnos: "Realmente me gusta porque pueden jugar tanto las niñas como los niños. Es un deporte que les permite a todos participar, sin importar si son un chicos o chicas, o si tienen habilidades o no. Todos somos diferentes y somos buenos en diferentes cosas, pero en este deporte todos podemos jugar juntos".
Inicios en España y el caso catalán
Pese a crearse a principios del siglo XX no fue hasta bien entrada la década de los '60 cuando el korfbal llegó a España. Ya a principios de 1970 pasó de jugarse en el sur del país a llegar a rincones de Madrid, Asturias, Mallorca o Cataluña. Precisamente, fue en la comunidad autónoma catalana donde ha tenido más auge, tanto a nivel de colegios como de forma 'profesional'.
La Federación Catalana de Korfbal forma parte de la Federación Internacional de este deporte. Uno de sus grandes éxitos ocurrió en 2016. Fue en ese año cuando la selección catalana obtuvo el bronce en el Europeo, a lo que se suma una cuarta posición en un mundial.
Batalla contra el sexismo
En un momento en el que las deportistas de diferentes disciplinas se han puesto en pie de guerra para acabar con la brecha que existe con sus homólogos masculinos, el korfbal se presenta no como una alternativa, sino como un ejemplo de igualdad. "Este deporte rompe con el estereotipo de que los hombres y las mujeres no pueden jugar juntos. Y que las mujeres representan el sexo débil. Muestra que las mujeres pueden jugar deportes duros también", recoge la BBC.
Olga Gandía lleva practicando más de una década el korfbal y es miembro de la selección catalana. En declaraciones para RTVE ponía de relieve la importancia de ser un deporte inclusivo: "En el equipo todos somos personas y aportamos igual al conjunto, independientemente de que seas una mujer o un hombre. A veces, en un partido es más determinante un chico, pero al día siguiente puede serlo la chica. Aquí la mujer no está infravalorada con respecto a su compañeros".
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