Tan verdadero es el Real Madrid que se vio en el inicio del segundo cuarto en Múnich como el vendaval que arrasó el Audi Dome en menos de seis minutos. Vive el conjunto de Pablo Laso instalado en el miedo, en la bipolaridad europea que le atenaza los nervios. Ante el Bayern de Svetislav Pesic ganó Jekyll, segundo match ball salvado y el tercero, en casa y ante el Estrasburgo. Esto marcha.
De absoluto desastre en el inicio de la temporada continental a resoplar con paz interior después de hacer lo más difícil. Necesitaba el conjunto blanco sobrevivir a las ansias de un Obradovic que huele la sangre a kilómetros y de su Fenerbahçe líder de grupo. Debía también el Real Madrid salir airoso de Múnich para continuar aspirando al Top16. Cumplió con ambas tareas, con más coraje que cabeza, pero cumplió.
En de los turcos, en el Palacio de los Deportes, fue un partido de fortaleza mental, de capacidad de superación. Ante los de Pesic también lo fue, aunque a otro nivel. El Real Madrid aún no está para los primeros espadas, pero el test de estrés alemán sí es una buena vara de medir. Salió adormilado, se dejó arrinconar y renació de sus cenizas haciendo lo que mejor se le da.
Vuelven los Sergios, vuelve la transición, vuelve la felicidad. El eslogan funciona, sobre todo porque es cierto. De hecho, cuanto más disfrutan Llull y el Chacho, más corre el Real Madrid. Y cuanto más corren los blancos...
Tan cierto que durante los tres primeros minutos del segundo parcial, el Real Madrid fue completamente incapaz de anotar, porque fue incapaz de salir del barro en el que Pesic había instalado el partido. Tan cierto que cuando el conjunto blanco consiguió al fin dominar su aro -7 rebotes ofensivos de los germanos en la primera parte cuando su media en la Euroliga es de menos de 10- la carrera se convirtió en norma Y cuanto más corren los blancos...
Sergio Rodríguez no fue el máximo anotador, ni falta que le hizo para ser el mejor del encuentro. No por sus 9 puntos ni por sus 4 rebotes. Sí por sus 10 asistencias, que como decía aquel hacen feliz al que la da y al que la aprovecha. Además, Sergio Llull, 4/9 en triples, 18 puntos, se destapó a la vuelta del descanso. También Ayón, cada vez más titán a la vista de la competencia creciente con el debut de Maurice Endur, que apenas disputó cinco minutos.
Tres pilares y un estilo de juego sobre los que Laso cimentó una remontada en condiciones. Si los blancos apenas anotaron 36 puntos en los dos primeros cuartos, en apenas seis minutos del tercero ya tenían 21 más. Concretamente los de un parcial demoledor (2-21) con el que cerraron de un portazo cualquier oportunidad de los de Pesic.
Dos de las tres tareas cumplidas. La luz al final del túnel y el Estrasburgo como víctima propiciatoria en la última jornada en un Palacio de los Deportes que si aún no tiene razones para pensar en títulos si ha recuperado el color. Blanco, obvio.