Lo que ocurre fuera de la cancha, se queda fuera de la cancha. La competitividad del Baskonia esta temporada, con un resurgir patente desde el inicio del curso, sigue demostrando estar hecha a prueba de bombas, y de las grandes, en lo deportivo. No es nada baladí haber conseguido asaltar el Palau Blaugrana del Barça hace justo una semana (78-81) y el Palacio de los Deportes del Real Madrid este viernes (68-77).
Con un juego digno de equipo 'top', los hombres de Velimir Perasovic ratificaron una vez más su solidez tanto a nivel nacional como continental. De momento, la ilusión sigue patente en Vitoria, y escapa a cualquier tipo de sombra. Para muestra, la polémica con la FIBA por el caso Walter Hodge (Baskonia no podrá fichar hasta saldar la deuda con su exjugador), totalmente diluida en la capital por lo realmente importante: la canasta.
Tras un año para guardar en lo más profundo del olvido, Baskonia ha recuperado el carácter que siempre se le achacó y aplaudió desde que empezó a soñar a lo grande allá por los 90. Los vascos corren, tiran con acierto desde el perímetro y defienden. Fueron la copia perfecta de las virtudes del mejor Real Madrid.
Valgan como ejemplo las faltas que tuvieron que ejecutar los hombres de Pablo Laso para intentar detener la rapidez de movimientos baskonista. Resultó la paradoja del cazador cazado. Liderados por un soberbio Fabien Causeur tanto en la dirección como en la anotación (15 puntos), los visitantes no pudieron sentirse más cómodos en el 6.75.
El propio Causeur y Davis Bertans fueron los mejores exponentes de un acierto triplista que, aun diluido en la segunda parte, aupó de forma considerable a los verdirrojos. Punto a punto, desde los siete como primera renta importante hasta algo más de la decena, Baskonia fue haciendo camino al andar sin pausa, pero a la vez sin prisa.
Curiosamente, al Madrid se le resistió más el tiro exterior durante todo el partido. Y eso que Sergio Rodríguez, recuperado para la causa tras el parón obligado de Manresa, volvió a desempolvar el disfraz de Stephen Curry que acostumbra a tener a mano (18 puntos). Cuando más necesaria era la aportación de la pintura (Ayón y Reyes, que acabó dolido del hombro, fueron de más a menos), apareció, un partido más, Willy Hernangómez.
Ni corto ni perezoso, el canterano blanco volvió a firmar una actuación memorable (13 puntos) ante un interior de postín, Ioannis Bourousis. El exjugador madridista no tuvo su mejor noche, pero eso no le arrebató mérito alguno al loable esfuerzo de su par local. Fue el día de los jóvenes bajo tableros, ya que Ilimane Diop también tuvo sus minutos de gloria por parte visitante en el tercer cuarto. En las redes sociales se atrevieron incluso a compararle, palabras mayores, con Dikembe Mutombo.
Su tan cacareado “Not in my house” fue el lema que más se repitió el Madrid para intentar remontar un encuentro que apenas tuvo de cara. La defensa propia, cada vez más semejante a la de los recientes tiempos de gloria, no tuvo la culpa de la derrota. Sí la ajena, plena de consistencia durante los 40 minutos. En cuanto Perasovic y los suyos le vieron las orejas al conejo (y a su táctica), con el ex baskonista Andrés Nocioni con su cuota de protagonismo, recrudecieron la intensidad atrás.
La aportación de Jaka Blazic (13 puntos), Kim Tillie y Darius Adams, fundamental en los últimos minutos para asegurar la victoria del Baskonia, hizo el resto. Si no lo habían hecho ya, empiecen a incluir a los vitorianos en sus quinielas de outsiders en la ACB y en la Euroliga. Quedan avisados con tiempo, porque, a todas luces, han regresado a la élite. Y no para ser mera comparsa. Que se lo digan a un Madrid que ahora comparte (viejas) dudas europeas con el eterno rival.