“¿Tú también, Bruto, hijo mío?”. Las hipotéticas palabras atribuidas a Julio César justo antes de morir quizá pasasen por la mente de algún integrante del Real Madrid este domingo en Vitoria. Por lo menos, Sergio Rodríguez (22 puntos) debió pensar en sintonía con el estadista romano cuando Ioannis Bourousis, compañero de batallas meses atrás, le propinó un contundente tapón bajo la canasta. Fue el símbolo no sólo de su dominio del encuentro (24 puntos), sino de la victoria de Baskonia (86-80) ante 15.544 espectadores, el público más cuantioso de la historia de la ACB.
Las huestes del Fernando Buesa Arena van a ser un tormento para todo equipo que se precie esta temporada. Quedó demostrado hace semanas contra Unicaja, otro candidato a la sorpresa y, sobre todo, ante el Barça en casa. Sirva como nueva ratificación el triunfo, también como local, ante el Madrid, incapaz de ganar a domicilio a Baskonia en sus dos últimas visitas a Álava.
La racha negativa del vigente campeón liguero en la ACB, con dos tropiezos, puede llevar a la preocupación dada la entidad de sus últimos rivales. Primero, mordió el polvo ante el Barça en el Clásico disputado en Madrid (84-91). Después, ante el Baskonia. Con otras caídas en desgracia nacionales (Unicaja, Valencia) y europeas (Khimki, Fenerbahçe) a tener en cuenta, las dudas vuelven a aparecer de forma irremediable.
El nuevo episodio de irregularidad llegó en tierras vascas y, para más inri, engrandecido por el viejo conocido Bourousis. En realidad, también por el juego colectivo vitoriano, mucho más sólido que el del Madrid. Kim Tillie y Mike James, con 15 puntos cada uno a las espaldas, resultaron decisivos. Uno aunó efectividad en el perímetro y en la zona a partes iguales. El otro logró varios puntos clave para Baskonia, con la bombilla como gran aliada.
El Madrid también disfrutó de un particular Big Three, aunque solo el Chacho logró brillar con tanto atino como los contrarios. Su descaro no sirvió para rescatar a los hombres de Laso esta vez, pero les mantuvo en el partido. Como también lo hizo el de Andrés Nocioni (13 puntos), otro reacio a la nostalgia como Bourousis.
Ídolo en Vitoria no hace mucho, el alero argentino aprovechó el calor de la afición local en su beneficio, como en tantas otras ocasiones en las que no portaba la zamarra visitante en el Buesa Arena. A Jaycee Carroll tampoco le faltó la temperatura a la hora de acertar desde el perímetro (17 puntos), aunque apareció menos a la hora de la verdad.
La anarquía volvió a acompañar demasiado tiempo a los hombres de Pablo Laso. La defensa le jugó una mala pasada en forma de pérdidas de balón (13 en la primera parte para un total de 16). Algo parecido le sucedió a Baskonia con el triple (5/23 de acierto), aunque logró remediarlo en ciertos momentos clave del partido. Cómo no, Bourousis fue uno de esos ejecutores recuperados para la causa desde el 6.75.
El pívot griego también golpeó en la pintura, donde las soluciones fueron escasas por parte del Madrid. Ayón y Reyes no tuvieron su mejor día. Ndour, aunque más lúcido que en anteriores partidos, sigue resultando insuficiente, y Willy Hernangómez ni siquiera dispuso de minutos. En cuanto al dilema americano, Taylor apareció y desapareció en sus fogonazos habituales y Rivers fue la sombra del escolta que mandaba en el Bayern de Múnich hace unas semanas.
Del clínic de liderazgo ya se encargó Bourousis, haciendo gala de un estrellato que se le negó en la capital española. Sólido a ambos lados de la cancha, hubiese resultado un hijo pródigo estupendo al que agarrarse. Sin embargo, ha aprendido a volar solo en un nuevo destino. La pregunta, difuminada hasta la fecha, rebota ahora en el Madrid, tan rotunda como el tapón sobre Sergio Rodríguez: ¿es posible vivir sin pívots y, concretamente, sin uno griego?